Cristina Kirchner dio un paso al costado el día que reconfirmó que no será candidata a presidenta. Extrañamente, en ese mismo movimiento, ganó centralidad plena en el escenario político. En gran medida, la definición de la estrategia electoral del peronismo pasará por ella, aunque no sea ella el nombre que esté en la boleta que los ciudadanos elijan en el cuarto oscuro.
El último jueves, brindó una entrevista televisiva en la que envió guiños a los dos precandidatos virtuales del kirchnerismo. Dijo que Sergio Massa “agarró una papa caliente” y que su deseo es que los hijos de la generación diezmada, en la que se incluyó, “tomen la posta”. Uno de esos hijos es “Wado” de Pedro, que empezó militando en la agrupación H.I.J.O.S y se convirtió en unos de los jóvenes de Mayo confianza de Néstor y Cristina Kirchner.
Así lo interpretaron también en las filas del Frente de Todos, donde siguen mirando con atención sus apariciones, una muestra de que su centralidad en este tiempo de definiciones es plena. La Vicepresidenta invitó a la militancia a estar presente en el acto del 25 de Mayo y dejó en claro que no será candidata. Lo dije con absoluta convicción. Lo que resta saber es si ese día será la artífice de una sorpresa con tinte electoral.
El jueves 25 de mayo será un día importante en el calendario del oficialismo. Aunque ya no está flotando en el aire la tensión sobre un posible anuncio para competir este año, el acto que el kirchnerismo está preparando para ese día en la Plaza de Mayo está revestido de una épica especial, sostenida, con conocimiento de causa, por una dirigencia que tiene experiencia en generar expectativas.
Ese día faltará menos de un mes para el cierre de listas, que será el 24 de junio. Un tiempo prudencial para que empiecen a aparecer algunas señales más claras sobre por dónde debe caminar el peronismo. “Falta muy poco y no tenemos ni un comando de campaña”, se quejó uno de los dirigentes más importantes de la CGT. El GPS está descontrolado. No funciona. Todo es incertidumbre.
En la central obrera destacan la estrategia de CFK, que confirmó su corrimiento sabiendo que si se suma a la lista, lejos de llevarse la marca, será el foco del ataque opositor. Lo que por lo bajo reconocen sindicalistas, intendentes y legisladores es que la Vicepresidenta ya no mide en las encuestas como antes y que esa situación también influye en su decisión. Si midiera 50 puntos, no habría relato de proscripción que anule el juego político.
La medición de las consultoras y el desgaste de la figura de Cristina Kirchner no son una barrera para que mantenga la centralidad. Aunque ya no tenga el poderío de otros tiempos, el kirchnerismo ha trabajado día a día para sostener su volumen político y su lugar como principal electora. Tal es así que, aún resaltando la tarea de Sergio Massa en el ministerio de Economía, aseguran que su futuro está ligado a un pacto político con ella.
“Cristina es una pieza importante del rompecabezas, pero en la decisión de la estratega tienen que participar los gobernadores, los intendentes del conurbano, la CGT y los movimientos sociales. Tiene que haber una entidad más distributiva si queremos ordenar”, analizó un influyente legislador del peronismo. Para él y para un sector del Frente de Todos la centralidad de CFK es tan real como que ella no puede ser la única electora.
Esa idea se sostiene en la hipótesis de que exista una estrategia similar a la del 2019, cuando Cristina Kirchner apuntó con su dedo a Alberto Fernández. Por un lado algunos creen que es imposible que eso ocurra porque la Vicepresidenta ya no tiene el poder de influencia que tenía tres años atrás y solo conduce políticamente al kirchnerismo.
Por otro lado, la gran mayoría de los dirigentes oficialistas están seguros que cuando ella marque el camino a seguir, los distintos sectores del Frente de Todos se encolumnarán rápidamente, tal como sucedió en ese momento. Al fin y al cabo, si bien la influencia no es la misma, sigue siendo mayor a la del resto de los socios del espacio político.
Esa postura tiene un matiz importante. Si el elegido es Massa, el ministro no se puede transformar en un nuevo Alberto Fernández. No por sus personalidades y el ejercicio del poder, que son bien diferentes, sino por la idea expuesta de que si son elegidos por la Vicepresidenta deben responder a sus pretensiones para que no les carcoman el gobierno.
Si Massa es candidato a presidente la forma de mostrar autonomía es dejando en claro que es el resultado de un acuerdo político entre los distintos sectores. Por eso señalan a ese proceso como una candidatura de consenso. Unidad de todos los sectores detrás de un solo competidor que pueda ser competitivo.
Para el propio kirchnerismo la estrategia de elegir a un candidato que no es puro ya fracasó con el Jefe de Estado actual. No se puede volver a repetir. Pero, al mismo tiempo, creen que CFK es la que tendrá influencia central en la definición de las candidaturas. Un fino equilibrio con resultado incierto. Quizás por eso en gran parte del Frente de Todos crean que lo mejor es que haya una mesa de negociación más amplia.
De todo ese juego político quedó afuera Alberto Fernández, hoy corrido del escenario central y inmiscuido en la gestión como refugio del día a día. En el peronismo nadie mira al Presidente como un actor clave en la etapa final de definiciones, aunque reconocen que posee “poder de daño” por seguir teniendo la “lapicera del Estado” en su mano.
Pese a esa capacidad de influir en las decisiones del Gobierno y en su rol institucional, la reunión entre él y la Vicepresidenta, que hasta hace poco tiempo consideraban trascendental dentro del oficialismo, pierde fuerza día a día. Si bien los puentes siguen tendidos y las gestiones están abiertas, existe un nivel superior al que las segundas líneas no pueden pasar. Está bloqueado. Para ordenar la coalición, en base a un acuerdo, se tienen que sentar los dos en la misma mesa.
Según advierten en los entornos de los dos integrantes de la fórmula presidencial, la posibilidad de que la reunión se concrete está cada vez más fría. En el kirchnerismo, donde la mirada es más hostil, se preguntan para qué serviría ese encuentro. Es parte de la lógica de desgaste que han llevado adelante sobre la figura de Fernández. En el albertismo son más amables. Cree que tarde o temprano ese encuentro debería generarse. Siempre hay margen para las sorpresas. Siempre.
“Si terminamos en unas PASO es porque Alberto se las arrancó a Cristina y a Massa. Es un cuestionamiento al liderazgo de ella, que quiere imponer una lista porque sabe que en Buenos Aires se lleva 10 de 14 legisladores que pueden entrar con una elección más o menos buena. En cambio, con las PASO se lleva menos diputados”, resumió un influyente funcionario nacional.
La discusión por la realización de las PASO es el telón de fondo de las negociaciones para sintetizar todos los sectores en una estrategia electoral. “No estamos en un gobierno donde todos pensemos lo mismo”, sentenció un intendente del conurbano, para argumentar los motivos por los que la interna es necesaria más allá de la presión de Massa y el kirchnerismo para que no se concrete.
Cristina Kirchner ocupará un lugar central en las definiciones electorales de este año. Es innegable. No hay en el país un dirigente político con tanto poder de fuego como ella. Aún estando disminuida en su capacidad de ordenar el heterogéneo mundo peronista. Al mismo tiempo, parece estar llegando al final su ciclo de preponderancia política dentro del esquema justicialista. Aunque no lo digan en público, así lo piensan muchos dirigentes dentro de agrietado Frente de Todos.
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