Luego de explicitar sus discrepancias con Alberto Fernández por el mecanismo para definir candidatos para las PASO, Sergio Massa decidió pisar a fondo el acelerador de su armado electoral. Esta tarde reunió a la totalidad de su tropa política, con representantes de todos los ámbitos políticos, y le habló directamente a la vicepresidenta, que lo apoya como titular de Economía pero aún no bendijo a nadie como candidato favorito. Entre forcejeos con Eduardo “Wado” de Pedro y Daniel Scioli, el cónclave fue una señal al resto de la dirigencia del Frente de Todos sobre sus intenciones de competir como único postulante del oficialismo por la Presidencia. Y, en especial, a la principal accionista del FDT.
“Tuvimos coincidencias y diferencias con algunos sectores ante de constituir el Frente de Todos. Pero en 2019 se pudo armar porque hubo generosidad. Cristina era la que más medía, pero decidió romper los techos. Y esa tiene que ser también la generosidad para construir el 23. Sino, lo que terminamos haciendo es no cediendo”, lanzó Massa sentado en la punta de una mesa larga mesa ante sus adeptos.
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Mientras hace malabares para mantener a raya la crisis económica, Massa no dice explícitamente si correrá la carrera por la Presidencia. Sin embargo, multiplica los gestos a la espera de una decisión de Cristina Kirchner. La semana pasada se plantó frente al Presidente, en dos apariciones públicas, al exigir que el candidato del FDT resulte de un acuerdo político a puertas cerradas. Y en los últimos días reunió con dos gobernadores afines que ganaron las elecciones en el interior Gustavo Sáenz (Salta) y Gustavo Melella (Tierra del Fuego).
Hoy coronó la seguidilla de mensajes por la vía de un encuentro jactancioso con la totalidad de los gobernadores, intendentes, diputados, funcionarios nacionales y que responden a su liderazgo.
En la extensa lista de dirigentes del FR presentes figuraron el ministro de Transporte, Diego Giuliano; el secretario de Industria y Desarrollo Productivo, Ignacio “Vasco” de Mendiguren; la titular de AySA, Malena Galmarini; el director del Banco Nación, Sebastián Galmarni; la secretaria de Abordaje Integral de Desarrollo Social, Micaela Ferraro; las presidenta de la Cámara de Diputados, Cecilia Moreau; la legisladora nacional Alicia Aparicio; el ministro de Transporte bonaerense, Jorge D’ Onofrio; el gobernador de Chubut, Mariano Arcioni; los intendentes de San Fernando, Juan Andreotti; Presidente Perón, Blanca Cantero; General Las Heras, Javier Osuna; el legislador bonaerense Rubén Eslaiman; y el triunviro de la CGT, Carlos Acuña.
El concurrido cónclave, generado por Massa en torno a su propia figura fue convocado formalmente para sentar las bases del postergado Congreso del Frente Renovador que iba a celebrarse el 5 de mayo y se pasó para el 10 de junio. En sus oficinas admitieron que hace quince días no estaban dadas las condiciones políticas en el frente oficialista para precipitar una definición. Pero, a juzgar por el ímpetu con el que habló el referente presidenciable, los tiempos se aceleraron.
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“En 2019 cedimos. Pedíamos PASO y no nos la dieron. Sin embargo, acá estamos, poniendo el cuerpo con la convicción para enfrentar los problemas”, deslizó Massa, en interlocución con Cristina Kirchner, que ayer, durante una entrevista, le reconoció haber “agarrado una papa caliente”, por la crisis en la que asumió al frente de Hacienda en agosto del año pasado. Sin embargo, la vicepresidenta evitó darle su bendición.
Massa se bate con el embajador en Brasil, Daniel Scioli, que también trabaja para llegar al sillón de Rivadavia con ayuda de los alfiles de Alberto Fernández; y con el ministro del Interior kirchnerista, Eduardo “Wado” de Pedro, que ya camina como candidato. Esta tarde, su mensaje estuvo orientado plenamente a posicionarse en la discusión interna: “Para que haya orden económico tiene que haber político y premisas claras. Cuando aparecen esas peleas de enanos, de alguna manera, lo que terminan generando es vacío de poder y falta de certidumbre. Y nosotros estamos obligados a dar certidumbre”, lanzó.
Y luego, por si no hubiera quedado claro el eje, reiteró: “Ninguno es dueño de la verdad. No podemos quedar rehenes de peleas chiquititas, de vanidades, porque lo que está en juego son los derechos laborales, los derechos sindicales, la capacidad productiva de nuestras pymes”, dijo.
Sin embargo, consciente de su dependencia del resto de la dirigencia, rehuyó cualquier definición, y sobre el final del discurso reguló revoluciones: “No estoy planteando ninguna posición personal. Tengo claro que hoy mi responsabilidad es ser ministro de Economía y que mis responsabilidad es ayudar a transitar el cierre de las situaciones que hoy tiene que resolver la Argentina”, sostuvo.
La candidatura de Massa, repiten en su entorno, depende de tres factores: el personal; el económico; y el político. El primero es insondable, aunque sus gestos públicos indican con creces que tiene deseos de competir. El segundo está supeditado a la vara con que se mida la performance en la gestión, y desde el quinto piso de Economí -al contrario de la oposición de Juntos por el Cambio, que pinta un panorama caótico-, se muestran optimistas a pesar de la infrenable escalada inflacionaria. Se apoyan, para ver la realidad de manera positiva, en otros indicadores: la ocupación, la capacidad instalada, el crecimiento, entre otros.
El tercer elemento es, en definitiva, el más complicado. Aunque con territorio propio, Massa necesita del apoyo de Cristina Kirchner y La Cámpora para colocarse en el podio de las listas para las PASO, y las señales que dejó trascender la vicepresidenta en los últimos días no parecen auspiciosas. En su carta de re-renunciamiento a cualquier cargo, el martes, disparó contra el acuerdo con el FMI que el ministro intenta cumplir. Y el jueves, en la entrevista que brindó a C5N, pareció inclinarse por De Pedro, uno de sus feligreses más devotos que, como Massa, anhela una consagración de la dueña del mayor capital electoral de la alianza de gobierno.
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En las proximidades del ministro ponen sobre la mesa de argumentos a su favor los triunfos de los gobernadores del PJ en las últimas elecciones y las proyecciones de supuestos ingresos importantes de divisas en la segunda mitad del año, tema clave en el contexto de falta de reservas en el Banco Central. “En unos meses, cuando se vayan terminando los gasoductos, vamos a pasar de ser un país agroexportador a ser un país que vende materia prima y energía. Ese cambio va a ser clave para la balanza fiscal”, dijo un confiado funcionario de su entorno.
El tigrense también puja por que Scioli se baje de la carrera, pero el ex gobernador bonaerense parece decidido a competir más allá de todo. Pero Alberto Fernández, no obstante las exigencias de Massa, dice que no tiene ninguna injerencia sobre el juego de su amigo embajador.
Massa dejó asentada su postura, en respuesta, básicamente, al silencio de Cristina Kirchner. El próximo pas para el ministro será escucharla nuevamente. Esta vez, en la Plaza de Mayo el próximo jueves, cuando la vice hablará sola sobre un escenario montado frente a la Casa Rosada con motivo del 20 aniversario de la asunción de Néstor Kirchner. Se espera que ese día deje en claro a quién apoya. De esa definición, en buena parte, dependerán los siguientes movimientos de los presidenciables del Frente de Todos.
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