Pablo Moyano acaba de desmentir que piense irse a vivir a España y alejarse del Sindicato de Camioneros. Las versiones insistentes no son nuevas, pero recrudecieron al calor de algo concreto: el clan Moyano está más roto que nunca, pero la división es sólo entre Pablo y el resto de su familia.
¿Dejará ahora la secretaría adjunta del sindicato y, por ende, el cargo de cotitular de la CGT? En la práctica, el hijo mayor de Hugo Moyano viene cediendo espacios en todas partes. Su papá ya lo reemplaza en actos y reuniones de la CGT. Pablo no va a su oficina en el gremio ni en la que tiene en la Mutual de Trabajadores Camioneros, que preside, y lo mismo sucede en la obra social de la actividad. En la CGT está peleado con el sector que maneja la central (”los Gordos”, los independientes y los barrionuevistas), aunque también se alejó de sus aliados del moyanismo e incluso de sus pares de la agrupación prokirchnerista Fresimona (Frente Sindical para el Modelo Nacional). Para colmo, Hugo y Jerónimo Moyano (el menor de la familia) estuvieron en el lanzamiento de la rama juvenil del Sindicato de Peajes junto con Facundo Moyano, enfrentado con Pablo por cuestiones políticas.
Hay un dato clave para entender lo que pasa: Hugo Moyano adelantó las elecciones en el sindicato para septiembre y está definiendo los nombres del consejo directivo que lo acompañará. Allí, Pablo es el secretario adjunto. Algunos creen que el díscolo dirigente deja correr versiones tremendistas para presionar a su padre para que lo mantenga como su segundo. Algo que no pudo mantener hace dos años en la Federación Nacional de Trabajadores Camioneros, donde cedió la Secretaría Adjunta.
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Esa decisión simbolizó el punto de mayor tensión entre padre e hijo luego de que se pelearon por la obra social de camioneros, que sufre una aguda crisis financiera mientras su empresa gerenciadora pasa por un momento de esplendor económico. Eso le reprochó Pablo a Hugo. Y la pelea fue obvia: la gerenciadora es Iarai, una empresa que es propiedad de Liliana Zulet, la esposa del líder camionero. Allí también se mezclan viejas rencillas familiares. Como es obvio, eso lo complica todo.
“El problema es Liliana, no Hugo”, dicen que repite desde entonces Pablo. Para Hugo, de todas formas, el problema sí es Pablo. Le critica su carácter explosivo, que lo lleva a romper negociaciones sindicales que podrían terminar de manera pacífica. Sucedió durante la pandemia cuando el líder camionero se recluyó en su casa para no contagiarse y su hijo cobró un fuerte protagonismo. Hugo, por ejemplo, lo desplazó en el conflicto con Mercado Libre por el encuadramiento de 1.200 trabajadores porque su intransigencia complicaba la relación del Gobierno con la empresa. Lo mismo sucedió tras un bloqueo en el Parque Industrial Ader, de Villa Adelina, y en una protesta en los supermercados Walmart para que aplicaran la llamada “Ley Moyano”, que consistía en echar a 500 de los 718 empleados del centro de distribución en Moreno, pagarles la doble indemnización y volver a contratarlos. Aquí también tuvo que intervenir Hugo para impedir que Pablo arruinara todo.
Pablo se convirtió en el gran impulsor de los bloqueos a las empresas, modalidad extorsiva de protestas que la Justicia consideró un delito y que llevó a que desde hace un año estén presos en San Nicolás dos dirigentes de Camioneros que participaron de una medida contra una pyme de San Pedro. El polémico hijo de Moyano incluso fue armando una suerte de ejército de incondicionales como Oscar Borda, el jefe de Logística del sindicato que lideró la patota que controló los precios en los supermercados en enero pasado y que en 2022 encabezó el ingreso de matones a la empresa Milo, en Avellaneda, donde atacaron salvajemente a sus dueños e hirieron a 6 trabajadores.
Así como su papá lo desplazó de algunas negociaciones también comenzó a reemplazarlo en la CGT, donde Pablo llevó al límite su pelea con el sector mayoritario y mantiene un récord absoluto: no concurrió al congreso cegetista que lo eligió como uno de sus tres cotitulares. Dijo que no se sentía bien, aunque se sospecha que lo hizo para evidenciar sus diferencias con sus flamantes colegas. En los últimos meses, su papá estrechó lazos con la cúpula de la CGT que está peleada con su hijo e incluso estuvo en el acto cegetista por el Día del Trabajador, al que Pablo no concurrió. Hugo también asistió la semana pasada a la reunión de la CGT con el ex senador del PRO Esteban Bullrich para hablar de su propuesta “antigrieta” de llegar a acordar 12 puntos entre la clase dirigente.
Además de la crisis de la obra social, a Hugo y Pablo también los separan diferencias políticas. El jefe de Camioneros apoyó sin fisuras a Alberto Fernández durante toda la pandemia, donde hablaban casi todos los días, mientras que su hijo viró sorpresivamente al kirchnerismo, con una postura crítica del Gobierno en la misma sintonía que Cristina Kirchner. Ese alineamiento llevó a Pablo a enfrentarse con su hermano Facundo, secretario adjunto del Sindicato de Peajes, que renunció a su banca de diputado nacional por sus diferencias con Máximo Kirchner y La Cámpora. Dejaron de hablarse luego de que el ex legislador, en una entrevista con Infobae, le apuntó a Pablo por sus simpatías K: “Con la historia de lucha que tienen Hugo (Moyano) y Camioneros, es una lástima que vaya atrás de las ambiciones políticas y electorales de La Cámpora y que los quieran utilizar como fuerza de choque”, dijo.
Para colmo, Hugo empezó a promover la figura de su hijo menor, Jerónimo, fruto de su matrimonio con Zulet. No sólo lo llevó a todas las reuniones políticas y sindicales sino que también lo designó secretario de la Juventud en la Federación Nacional de Camioneros en el mismo recambio de autoridades en el que Pablo quedó afuera. Desde entonces, su hermano menor es casi un enemigo.
Además de alejarse de su familia, Pablo también tomó distancia de algunos aliados de su sector. “No se le puede decir nada. Se enoja por todo y te deja de hablar”, se quejó un dirigente marginado por él. Hoy, la soledad del hijo mayor del líder camionero hace presagiar una decisión extrema: está en duda su reelección como secretario adjunto del Sindicato de Camioneros, que tendrá elecciones en septiembre. A la luz de la pelea con su padre, algunos creen que dará un paso al costado (que, en realidad, será un empujón por parte de Hugo) y de esa manera también quedará fuera de la CGT.
Es decir, un dirigente que se perfilaba para quedarse con el imperio camionero y la rama combativa de la CGT, puede terminar sin nada. La noticia sobre su renuncia ahora se extendió, pero algunos de sus amigos advierten: “La historia no terminó. Pablo puede estar tensionando todo para negociar”.
La versión es creíble porque esa forma de presionar es casi un sello personal. Así lo hizo a fines de septiembre pasado, cuando Pablo Moyano dejó trascender que analizaba renunciar a la CGT porque su sector mayoritario se había reunido con Alberto Fernández en Olivos y no lo habían invitado. No cumplió su amenaza, en realidad, porque sus propios colegas moyanistas no lo apoyaron. Por eso no se fue de la CGT, aunque logró que el Presidente lo invitara a comer a solas en la Casa Rosada.
Ahora, nuevamente entre versiones de un alejamiento de Camioneros, Pablo Moyano negó su retirada y un presunto exilio en España: “Mirá que me voy a ir del país. Si te vas me hace recordar a aquella famosa frase de Casildo Herreras: Yo me rajo. Desmiento esa gansada, que se queden tranquilos que va a haber Pablo Moyano para muchos años peleando por los laburantes, que es lo que uno eligió”.
Para demostrar que está en acción incluso les pegó a sus rivales de la CGT, que se reunieron en secreto con Horacio Rodríguez Larreta y luego atacaron a Patricia Bullrich, Javier Milei y José Luis Espert por sus proyectos laborales. Al respecto, dijo: “En el documento que sacó la CGT se olvidaron de poner a Larreta porque es todo lo mismo, no me vengan que hay una derecha más light. La misma propuesta que ellos, de eliminar indemnizaciones, reforma laboral, la lleva Larreta y esa es la bronca que uno tiene con los dirigentes nuestros, discutimos pequeñeces y no nos damos cuenta de que la derecha está a la vuelta de la esquina. Hay que dejarse de joder los movimientos sociales, el sindicalismo, los gobernadores los intendentes y quien tiene hoy la responsabilidad de gobernar el país”.
Y agregó: “Las bravuconadas de Bullrich Milei o Espert, que vamos todos presos o venimos por la reforma laboral… Acá va a haber una resistencia, no van a llevársela de arriba. El día que vengan a llevarse un derecho o un convenio de los laburantes vamos a estar en la calle”.
No parecen precisamente declaraciones de alguien con ganas de retirarse y mudarse a España. Alguien que lo conoce muy de cerca interpretó: “Le gusta hacer teatro. Se hace el loco, pero tampoco es boludo”. ¿A qué alude esta fuente cercana a Pablo Moyano? A que podría estar victimizándose para presionar y lograr algún objetivo. Lo único cierto es que hoy se muestra solo, sin agenda propia y peleado con su familia. Aún así, esta tarde volvió a la actividad: junto con 20 gremios del Fresimona se reunió con el titular del PJ porteño, Víctor Santa María. Esa regreso a la escena pública robustece la posibilidad de que las versiones sobre su renuncia sean parte de una escenificación. También reflejan parte de una realidad: se rompió el clan Moyano y sólo falta saber si Pablo se aleja más o da pelea.
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