Hasta anoche, en el entorno de Alberto Fernández aún no estaba claro si participaría este martes del Congreso en el microestadio de Ferro, a muy pocas cuadras de la casona que visitó hace tres semanas para participar del programa de Mex Urtizberea y estrenarse como Presidente saliente después de anunciar que desistía en la búsqueda de la reelección.
A Fernández, el PJ le ofrece, desde hace meses, solo tragos amargos. El primero fue a mediados de febrero: se enteró por televisión, en Olivos, a punto de salir con sus colaboradores más fieles hacia la calle Matheu, que Máximo Kirchner se había presentado en la sede sin previo aviso para una reunión que duró cinco horas, que estuvo atravesada por severos cuestionamientos al liderazgo presidencial y que concluyó con un comunicado de rechazo a la “proscripción” contra Cristina Kirchner y la necesidad de reforzar el operativo clamor. Fernández no se veía con el titular de La Cámpora desde que renunció a la jefatura del bloque de Diputados, justo un año atrás, y no estaba en sus planes volver a verlo.
El siguiente encuentro, el anteúltimo viernes de abril, fue un trámite exprés: el jefe de Estado anunció esa misma mañana que desactivaba su reelección tras varias semanas de mensajes públicos y privados en torno a esa decisión. La reunión no llegó a una hora. A nadie le interesó escucharlo.
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Con Fernández corrido de la carrera electoral, y el Frente de Todos plagado de disputas internas y trascendidos multisectoriales, el Congreso del PJ de hoy quedó reducido a un mero formalismo que no despeja versiones ni resuelve intrigas palaciegas. Más bien, todo lo contrario. “En principio, lo de este martes, es más un trámite que un acto”, sintetizó a Infobae un dirigente que, en los papeles, tiene un rol protagónico.
En ese contexto, en el oficialismo se siguen con atención los movimientos de los dos principales accionistas del directorio del Frente de Todos: Cristina Kirchner y Sergio Massa, ausentes con aviso en el microestadio de Ferro. La Vicepresidenta siempre se situó por encima de la simbología del PJ. El líder del Frente Renovador, en tanto, planea para los próximos días la confirmación del plenario de su partido que posterga desde principios de mes y que ahora tiene previsto concretar después de inaugurar la semana pasada, en el evento de AmCham, su nueva faceta de ministro y precandidato presidencial. En esa cumbre del círculo rojo, el ministro de Economía plantó bandera: sin disimulo, sentenció que el postulante del Gobierno tiene que resolverse por unanimidad, puertas adentro, y no someterse a unas PASO.
A pesar de la inflación de abril, y de los pronósticos del índice de mayo, el tigrense todavía insiste. Lo explica, edulcorante mediante, un secretario de Estado hiperactivo: “Sergio va a llegar por insistencia más que por lindo”.
Es la primera instancia de una estrategia electoral todavía incierta, que espera por Cristina Kirchner, que no tendrá ninguna resolución en el Congreso de este martes y que incluye necesidades ajenas. En particular, dos: que Javier Milei conserve cierta cuota de popularidad y que Patricia Bullrich le gane a la moderación de Horacio Rodríguez Larreta en la interna de Juntos por el Cambio.
En el Frente de Todos celebran -y auspician- por igual los apoyos empresariales a la candidatura de la ex ministra de Seguridad y presidenta del PRO en licencia como los incentivos al candidato liberal de Libertad Avanza, fogoneados, en buena medida, por algunos caciques de peso del dispositivo político del Gran Buenos Aires.
Cristina Kirchner brinda señales mucho más difusas que el resto. El sindicalista Hugo Yasky, que la visitó junto a una docena de colegas en el Senado la primera quincena de abril, reveló tras ese encuentro que una frase que, según el jefe de la CTA, fue pronunciada por la titular de la Cámara alta: “Los que están pensando que me voy a dedicar a cuidar a los nietos, mejor que se olviden”. Poco más de diez días después, la propia ex mandataria pidió en el Teatro Argentino de la Plata que nadie se haga los rulos y subrayó: “Yo ya di lo que tenía que dar”.
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El fin de semana, Eduardo Valdés, hace tiempo mucho más cercano a Cristina Kirchner que al Presidente, se refirió al acto que el kirchnerismo prepara para el 25 de este mes en la avenida 9 de Julio: “Creo que (CFK) va a decir que será candidata”. No hay un solo indicio, más allá de las urgencias electorales, que confirme el pronóstico del diputado. “Cristina 2023, 25 de mayo en la 9 de julio”, amaneció empapelada por estos días la sede porteña de SMATA, una de las bases operativas del operativo clamor.
Los consultores más serios vaticinan, en ese sentido, un escenario complejo para el Gobierno. Desde el equipo de un candidato mandaron a sondear el grado de conformidad con la situación actual: preguntaron “dónde cree que se encuentra hoy la Argentina” según un gráfico representado con curvas ascendentes y descendentes, mesetas y una línea hacia abajo en el final del dibujo. El 43% de los consultados se inclinó por esta última. Es decir, el país al borde del mismísimo abismo. Ese mismo equipo notó, en el último mes, que un sector importante de las clases medias-bajas empezó a reducir consumos y a prescindir de servicios. El campo más fértil para el discurso dolarizador de Milei.
Entre la incertidumbre de Cristina Kirchner y la operatividad a tiempo completo de Massa navega por estas horas el Frente de Todos, con atención especial en la provincia de Buenos Aires, el capítulo más tórrido de la pelea electoral del kirchnerismo.
El sábado, en el acto del PJ bonaerense, no estuvo Axel Kicillof. Máximo Kirchner, aliado de Martín Insaurralde y de Massa, volvió a pedir una suma fija. El gobernador se encima, de no mediar imprevistos, en la búsqueda de la reelección bonaerense. A Verónica Magario, por ahora, le llegan señales para revalidar la fórmula provincial. Pero el jefe de La Cámpora, según trascendió, le ofreció ese lugar al jefe de Gabinete bonaerense. En paralelo, el ministro de Seguridad en licencia, Sergio Berni, recuperó buena parte de la confianza de su relación con Cristina Kirchner. El funcionario mantiene rencillas palpables con el líder del PJ bonaerense. La Vicepresidenta y su hijo no piensan igual. Más bien, todo lo contrario.
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