“La decisión está firme y no se piensa bajar”, dicen cerca suyo. Daniel Scioli sabe que el camino no le será fácil en la interna que vive el Frente de Todos, que todavía debate si las candidaturas presidenciales se decidirán en las Primarias o si habrá fórmula de consenso. El actual embajador de Brasil se lanzó a la carrera y todavía no definió quién lo acompañará como vice. Pero sigue tejiendo redes y contactos como para ser otra vez el que aglutine a la coalición oficialista, en tiempos en los que la economía domina el escenario con números desalentadores.
Scioli alterna sus días entre Brasil y Argentina. Según sus colaboradores, como lo viene haciendo desde que lo designó el presidente Alberto Fernández en su destino en Brasilia -más allá del efímero paso por el Ministerio de Desarrollo Productivo cuando fuera desplazado Matías Kulfas- su trabajo está caracterizado por la intensidad a la espera de mayores definiciones dentro del espacio político que lo contiene.
Desde su actual función hay dos temas primordiales. Uno, lograr que el comercio bilateral no se resienta. En ese sentido intenta avanzar con la promesa que el gobierno de Lula da Silva le hizo a Alberto Fernández durante su reciente visita: que progrese la prefinanciación de las exportaciones brasileñas. El segundo ítem se relaciona con lograr el financiamiento para que el gasoducto Néstor Kirchner pueda tener una segunda etapa en la que llegue hasta la frontera en Uruguayana. Una traba es obtener un préstamo proveniente del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) brasileño que es manejado por alguien ajeno a Lula.
En esas conversaciones sobre aspectos económicos, por una “necesidad mutua”, Scioli mantiene un contacto casi diario con el ministro de Economía, Sergio Massa. Por más que la relación entre ambos era distante debido a viejos rencores de la política, ahora sostienen que resulta un poco más armónica.
Con el presidente Fernández, Scioli habla principalmente de gestión. Cada vez que le preguntan, el primer mandatario lo menciona como uno de los posibles aspirantes a pelear por el sillón de Rivadavia en las elecciones de este año. Scioli ya manifestó que no quiere que lo elijan “en una reunión entre cuatro paredes”. Apuesta a las PASO como “ordenadoras”, un concepto que repite una y otra vez.
En cambio con Cristina Kirchner el vínculo no es tan cercano. Se vieron por última vez en diciembre cuando el ex motonauta había tomado la determinación de ser candidato. Allí encontró una señal positiva que le ayudó a seguir adelante con su propósito.
Scioli aguarda con expectativa el Congreso del Partido Justicialista del martes 16. Quienes lo frecuentan afirman que algunos de los asistentes al microestadio del club Ferro Carril Oeste que definirán la estrategia electoral, llevarán su nombre como aspirante en la interna. Confía en que esa postulación será bien recibida.
Además su estrategia pasó en el último tiempo por intensificar las recorridas y las reuniones. Durante la semana escuchó, al igual que otros precandidatos como Martín Lousteau o también el presidente Alberto Fernández, las reflexiones del economista heterodoxo surcoreano Ha-Joon Chang, quien pone a su país, Corea del Sur, como un ejemplo del desarrollo alternativo y también es muy crítico de las políticas aplicadas por el FMI y del liberalismo. “Tiene una visión desarrollista e industrialista como la suya, por eso fue a verlo”, deslizaron en su entorno.
El martes disertó ante la AmCham, la cámara empresaria estadounidense, donde expuso su idea de contar con una mujer como compañera de fórmula, en lo posible que sea de alguna provincia del interior de la Argentina, como un modo de expresar una impronta de federalismo y, además, expresó que representa “la sensatez y la moderación”.
Un día mas tarde se encontró con el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi. Juntos recorrieron la refinería Raizen en Dock Sud de capitales brasileños, inaugurada en marzo de 2021. Ese acercamiento a un referente del kirchnerismo duro sorprendió a algunos sectores del Frente de Todos, quienes recordaron la foto del 12 de abril junto a Mayra Mendoza, la jefa comunal de Quilmes, también muy cercana a la vicepresidenta Cristina Kirchner. Ese mismo miércoles, Ferraresi había renunciado sorpresivamente a su puesto como interventor de Edesur, adonde había llegado con el aval de Massa.
“Esas fotos sintetizan a un Scioli auténtico. Puede estar con Mayra, con Ferraresi, con Perotti, con Bordet, con los intendentes Granados, Watson, Gray, con la intendenta Fassi, con el diputado Julio Pereyra, y con representantes de la diversidad del FdT porque siempre se manejó así. Diálogo y búsqueda de consensos es su esencia”, asegura uno de sus colaboradores en la campaña.
La tarea de Scioli en la semana culminó con dos encuentros relevantes en Brasilia. Primero con el Jefe Global de Asuntos Gubernamentales de la empresa Ford, Christopher Smith. La automotriz acaba de llegar a 1 millón de unidades producidas de la camioneta Ranger en su planta de General Pacheco, con un 70% de la producción que se exporta a Brasil. Hablaron sobre inversiones y sobre los avances en la electromovilidad en Argentina.
Luego fue el turno de una reunión con Julio Bitelli, el flamante embajador designado por el gobierno de Lula en Buenos Aires donde reemplazará a Reinaldo Salgado, quien había sido el representante diplomático de Jair Bolsonaro.
Para la semana que viene entre sus actividades figuran participar de una feria industrial importante en San Pablo el lunes. El miércoles estará en La Matanza invitado por Débora Giorgi (ex ministra de Industria con Cristina Kirchner y actualmente Secretaria de Producción del municipio que conduce Fernando Espinoza) y el viernes visitará el partido de Moreno, adonde lo invitó la intendenta Mariel Fernández.
Mientras tanto, en varios barrios de la Ciudad de Buenos Aires y del Conurbano bonaerense aparecieron carteles con la leyenda “Daniel 2023″. En el fondo se entremezclan el naranja que lo caracterizaba en su gestión como gobernador antes de 2015 y debajo el celeste que identifica habitualmente al Frente de Todos.
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