Pasaron 10 meses desde que Sergio Massa asumió como ministro de Economía y empezaron a correr con mayor velocidad las especulaciones sobre su candidatura presidencial. Desde entonces, el tigrense se cuidó siquiera de deslizar cualquier comentario definitorio sobre su futuro político, aunque nunca descartó la posibilidad de presentarse. Y ayer, en un acto con Kicillof, ratificó la misma mirada.
Ese era el reservado panorama en Hacienda hasta el martes, cuando Massa rompió ese pacto de silencio selectivo y plantó posición de manera contundente sobre el principal tema que divide al Gobierno desde hace meses: las PASO. Lo hizo dos veces; anteayer, en una charla de la Cámara de Comercio de Estados Unidos; y ayer, durante un acto con el gobernador bonaerense.
En resumen, Massa desafió la estrategia electoral de Alberto Fernández -centrada en la “democratización el peronismo”- al considerar “un gravísimo error” la validación de los candidatos para las Generales a través de internas. El tigrense no mencionó al Presidente. Y tampoco admitió si se postulará. Pero no hubo dudas de que, con esas palabras, había acelerado su posicionamiento político de cara al cierre de listas, a pesar de la inflación galopante y la crisis de las reservas que ponen en jaque su gestión al frente de Hacienda.
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En la Casa Rosada admitieron que el mensaje de Massa fue claramente opositor a la proclama del Presidente, pero le restaron peso. “Puede hacer y decir lo que quiera, está en todo su derecho”, sostuvo, sin exhibir mayor preocupación, un alfil presidencial, al tiempo que aseguró que el primer mandatario “no está casado con las PASO”. “Alberto no es un dirigente dogmático, está dispuesto a discutir cuál es la mejor estrategia”, dijeron en el primer piso de Balcarce 50, mientras arrecian los pedidos de dirigentes afines para que haya una reunión entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner, a la que podría sumarse Massa.
Con Alberto Fernández corrido oficialmente de la carrera por la reelección, detrás del planteo del ministro aparece, sin ser nombrada, la figura de Daniel Scioli, el embajador en Brasil y amigo del jefe de Estado que se muestra cada vez más decidido a competir.
El ex gobernador sostiene desde hace semanas un rally de precampaña en los medios de comunicación, al tiempo que visita, más seguido de lo que se piensa, los despachos de dirigentes afines como del kirchnerismo más duro, como el gobernador de la Provincia, Axel Kicillof y la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza. También recorre cámaras empresariales; e incluso se acerca al peronismo disidente del interior del país, que tiene al cordobés Juan Schiaretti como máximo referente.
Massa, revelaron en Gobierno, puso como condición para ser candidato que Scioli, que apuesta por el mismo perfil de votante, y de quien está fríamente distanciado desde hace años, no se presente.
En principio, Scioli no tiene sponsors oficiales en la cúpula del Gobierno, donde inclusive Alberto Fernández se desmarca de su candidatura. “Lo avala como a cualquier otro postulante del Frente de Todos”, se apartan en el círculo de Olivos cuando se les consulta sobre el ex gobernador. Sin embargo, es llamativo que algunos de los alfiles más cercanos del Presidente, como Santiago Cafiero, y el presidente del bloque del Frente de Todos en CABA, Claudio Ferreño, entre otros, hoy están trabajando exclusivamente en la imagen del ex motonauta.
Aparte de contradecir al ala moderada, las declaraciones de Massa también se opusieron a la postura expresada, el día anterior, por el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, el tercer aspirante del oficialismo al sillón de Rivadavia, que había reiterado su inclinación por las PASO. Su postura desconcierta a muchos en el Gobierno. Por un lado, va a contramano de sus compañeros de La Cámpora. Por otro, tampoco están alineadas con la reserva de Cristina Kirchner, que nunca se expidió sobre las internas formales. “Está jugando a esconder la pelota. No hay que tomar lo que dice de manera literal, sino como parte de las tensiones”, interpretaron en un despacho del propio sector cristinista.
La contienda interna que se avecina, deslizaron en el kirchnerismo, enfrentará a Massa con De Pedro. “Hay una puja entre los dos por quién encabeza y quién acompaña”, admitieron en una dependencia estatal del ala dura. El funcionario nacional más afín a Cristina Kirchner no quiere resignarse a acompañar en una fórmula, como circuló en versiones periodísticas la semana pasada. “No estamos en contra de la candidatura de Sergio. Al contrario: si le va lo suficientemente bien como para ser el candidato de la unidad significa que nos fue bien a todos. Pero eso no está decidido todavía”, dijeron.
En el sinuoso camino a las PASO, ambos aguardan la bendición de Cristina Kirchner, que retacea una definición precisa sobre a quién ungirá, y mantiene abierta la posibilidad de ser ella misma la candidata. Aunque, hasta ahora, cada una de sus señales indicaron que no encabezará ninguna boleta. En su entorno no se atreven a definir un momento clave para la decisión, pero cada vez más funcionarios coinciden, cada uno por su lado, que los nombres de los candidatos se conocerán apenas días antes del cierre de listas del 24 de junio.
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Antes, sin embargo, hay otra instancia en el calendario electoral que desvela al oficialismo. La presentación de alianzas vence el 14 de junio, dentro de -casi- un mes, y aún hay dudas sobre la unidad del frente de cara a las PASO. Algunos deslizan que el Frente de Todos podría cambiar de nombre, en pos de una ampliación, o, quizá, de la salida de ciertos actores. Cristina Kirchner ya lo hizo, en 2017, cuando creó Unidad Ciudadana y fue en la boleta como candidata a senadora con una fuerza propia. Hoy, nada impide que pueda embarcarse en una aventura similar, quizá, con Massa como principal aliado.
La Vicepresidenta enfrenta un dilema, según interpretan en las oficinas más importantes de su dominio político. “Hoy la pregunta es si ella va a repetir la misma fórmula de 2015, con Scioli, y 2019, con Alberto, que evidentemente salieron mal, o pelear con uno propio y transformarse en la jefa de la oposición a partir de 2014 en caso de que perdamos las elecciones”, analizó un importante armador K, en oposición a la designación de Massa.
Por lo pronto, el ministro de la cartera más caliente empieza a mostrar sus cartas y busca condicionar el escenario, al tiempo que cuida la sintonía con sus aliados k. Ayer, además del acto con Kicillof, se mostró con la directora ejecutiva de la ANSES, Fernanda Raverta, funcionaria del entorno de Cristina Kirchner, por el anuncio de un aumento por movilidad y un refuerzo de ingresos para jubilaciones y pensiones. Una combinación perfecta entre un acto de gestión y una señal política en tiempo de descuento para el fraccionado oficialismo.
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