La estrategia electoral del Frente de Todos tiene un epicentro nuevo: el posible cónclave entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner. La fórmula presidencial no tiene diálogo. La última vez que intercambiaron palabras fue el 1 de marzo durante la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso. Hasta ese momento llevaban tres meses sin hablarse.
Ayer el Presidente pareció dejar un mensaje claro en su visita a La Rioja, donde compartió la celebración del triunfo de Ricardo Quintela, que el domingo logró su reelección por un amplio porcentaje de votos. “Hay que preservar la unidad para enfrentar a los que siempre trabajan para lucrar en su propio beneficio”, aseguró.
En esa misma presentación se refirió a la causa en la que se investiga a Gerardo Millman, ex jefe de campaña de Patricia Bullrich, luego de que ayer se conociera que una de sus secretarias declaró en la Justicia que había borrado fotos íntimas de su teléfono en un oficina de campaña de la precandidata presidencial del PRO.
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“Me parece algo vergonzoso e imperdonable, y quienes tienen que explicar esa situación son Patricia Bullrich y Gerardo Millman. Y valoro mucho el gesto de esa empleada que, sintiendo que podía correr riesgos, se animó a decir la verdad. Porque con esa verdad podemos saber cómo se mueven algunos de los que tenemos que enfrentar”, indicó. En la Casa Rosada dijeron que esa acotación fue “un respaldo a Cristina”.
En su círculo político aseguran que tiene la vocación de reunirse con la Vicepresidenta y que su decisión de dar de baja la reelección va en ese camino. Si hubiese querido enfrentarla hasta el final, aún seguiría vigente la indecisión sobre su proyecto electoral. No es esa su intención, sino discutir las reglas del juego para que haya unas PASO y el peronismo se potencie de cara a los comicios generales.
“Veo en las PASO una buena forma de resolver la discusión interna”, volvió a decir el lunes, en un capítulo más de su defensa a las elecciones primarias. Un funcionario de su confianza profundizó esa idea. “No hay forma de resolver esto sin PASO. No hay un candidato que unifique. Y es necesario revitalizar y generar un debate de ideas en el peronismo”, explicó.
En la Casa Rosada insisten con una idea. No hay un candidato que unifique a toda la coalición. Ni siquiera el ministro de Economía, Sergio Massa, que es impulsado por el kirchnerismo como la mejor opción para afrontar el desafío electoral. Una y otra vez piden PASO porque los proyectos políticos y de gestión que proponen son distintos. Hay que saldar las diferencias con los votos arriba de la mesa.
Cerca de Fernández entienden que existe la necesidad de que la fórmula presidencial se siente a acordar cómo se dirimirán las diferencias dentro del Frente de Todos. “Tiene que haber una estrategia o un acuerdo. Se tienen que juntar y definir un sistema de competencia. Sino no se puede avanzar”, consignaron.
“Se deben reunir para ordenar la estrategia electoral. Recién después se podrán diseñar hipótesis electorales con nombres propios”, indicaron cerca de la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, una de las funcionarias más cercanas al Jefe de Estado que estuvo presente en la clase magistral de CFK en el Teatro Argentino de La Plata, inmersa en una marea cristinista.
La ministra aparece en el radar electoral como una posible candidata a la gobernación de Buenos Aires y en el kirchnerismo toman ese rumor como un desafío al proyecto electoral de Axel Kicillof. Sin embargo, desde su entorno aseguran que la dirigente platense sostiene que “no es tiempo de candidaturas” y que el foco debe estar puesto en acordar la competencia en las elecciones primarias, porque considera que “garantizan participación y amplitud”.
Un importante funcionario del Gobierno se sumó a la idea de que las candidaturas deben quedar de lado hasta que Alberto Fernández y Cristina Kirchner se reúnan. Primero lo primero. Es necesario ordenar el espacio. “Hay gente más preocupada por presionar sobre los nombres y las candidaturas, que lograr el consenso necesario para llegar al Congreso del PJ con algunos acuerdos alcanzados, sin imponer nombres propios”, destacó.
Según retratan en las arterias políticas de la coalición, en gran medida, la necesidad de que Alberto Fernández se junten de debe a que la búsqueda de acuerdos a través de emisarios se traba permanentemente. Todos los enviados deben validar el acuerdo previo con el Presidente y la Vicepresidenta en temas administrativos o de estrategia, y cuando uno acepta y el otro no, el canal de diálogo se empantana.
De esos idas y vueltas forman parte un minúsculo grupo de funcionarios. Del albertismo están Juan Manuel Olmos, Santiago Cafiero y Victoria Tolosa Paz; y del kirchnerismo Máximo Kirchner, Eduardo “Wado” de Pedro y Andrés “Cuervo” Larroque. La comunicación con el hijo de la Vicepresidenta la llevan adelante Olmos y la ministra de Desarrollo Social. Mientras que por otro canal mantienen diálogo el Canciller y el ministro del Interior.
En el kirchnerismo le bajan la espuma a la idea de que se concrete una reunión entre Fernández y CFK. Evitan dar señales claras sobre si existe un real interés de la Vicepresidenta. Y, en algunos casos, sostienen que la única mesa de dos personas que hoy hay en el Gobierno la integran Cristina Kirchner y Sergio Massa. Lo consideran al Presidente afuera de todo.
En la Casa Rosada apuestan al discurso de unidad. “No sobra nadie. No hay posibilidad de que la estrategia sea achicar el espacio, más allá del enojo que tenga uno u otro”, explicaron en Balcarce 50. La forma de encarar la discusión política siempre es diferente en ambos lados de la grieta interna. Los acuerdos cuestan muchísimo y las desconfianza atraviesa al Gobierno entero.
De un lado presionan para que haya PASO y del otro creen que el mejor camino es lograr un candidato de unidad. De un lado quieren que si hay PASO, se utilice el sistema D’hont para ordenar la lista común que afrontará las elecciones generales, y del otro quieren imponer el sistema de mayorías y minorías donde el ganador se queda con el 70% de los lugares y el perdedor con el 30%. Lograr un acuerdo es un trabajo casi imposible.
Ayer el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, fue contundente cuando se refirió a un posible encuentro de la fórmula presidencial. “No sé si esa es la reunión que hace falta”, afirmó en diálogo con Infobae. El mensaje fue un baldazo de agua helada que cortó el clima que se venía generando desde el núcleo duro del Gobierno para que la reunión se concrete. Después de algunas señales de distensión, la incertidumbre volvió a invadir al peronismo.
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