Murió Jorge Rulli, histórico dirigente peronista, fundador de la primera JP, que nunca se dejó seducir por el relato kirchnerista

Militante desde los 15 años, pasó 11 en prisión. En los 60, viajó a Cuba y a China. Siempre fiel a Perón, no ingresó a Montoneros. Fue un severo crítico de los progresistas “que te conducen a fracasos importantes y ellos salen parados en el ejercicio de ser víctimas”. Sobre quienes hoy se declaran peronistas, decía: “Yo estoy en la vereda, no reconozco a nadie”

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Apenas derrocado Perón, un muy joven Jorge Rulli, con apenas 15 años, se lanzaba a la calle con los primeros grupos que salieron a defender al gobierno depuesto y que se trenzaban en peleas cuerpo a cuerpo con los comunistas argentinos y con miembros de los comandos civiles antiperonistas. En esas luchas empezaron a organizarse para resistir a la dictadura que por decreto llegaría a prohibir toda mención al nombre y a los símbolos del movimiento justicialista. De todo esto, el propio Rulli ha dejado testimonio en libros y videos que pueden verse en internet.

Aquellos primeros grupos de la Resistencia peronista llevaban adelante actos de propaganda y sabotaje, desafiando la censura y la represión, siempre con el objetivo del regreso de Perón. Rulli, junto con otros militantes, como Jorge Rearte, Carlos Caride y Envar El Kadri, entre otros, integraba los primeros grupos de la Juventud Peronista que se iba organizando pese a la proscripción. Llegaron a tener un órgano de prensa, “Trinchera de la Juventud Peronista”.

Durante el llamado Plan Conintes, año 1960, gobierno de Arturo Frondizi, varios de estos cuadros fueron encarcelados. En julio de 1963, el gobierno radical de Arturo Illia amnistió a los presos políticos y Rearte, Rulli y El Kadri fueron liberados.

En 1965, Jorge Rulli estaba en China, recibiendo entrenamiento militar, junto con otros cuadros. Perón les había confiado a esos jóvenes una carta para Mao. Años después, Rulli decía, en una entrevista con Infobae, que “la idea de la guerra prolongada nunca fue peronista”, y que si bien el líder exiliado sabía que ellos iban a recibir entrenamiento en China esa nunca fue una alternativa seriamente considerada por él. “Lo del viaje puede haber sido sólo para consolidar el vínculo con ese país; o tal vez para conformarnos a nosotros”, dijo Rulli.

(Crédito: Santiago Saferstein)
(Crédito: Santiago Saferstein)

“Perón consideraba la vía insurreccional como una alternativa pero no muy apasionadamente. Él volvía una y otra vez a la experiencia de (el general Miguel Angel) Iñíguez [un levantamiento frustrado en 1956]. ‘El camión con armas lo hemos perdido’, decía, en referencia a uno de los tantos mitos urbanos del peronismo: la imagen de un camión repartiendo fusiles a la gente….”, decía Rulli.

En uno de sus libros, Jorge Rulli cuenta que, como uno más de los tantos jóvenes seducidos por la Revolución Cubana, le habló del Che Guevara a Perón y éste le dijo: “Pero por favor Rulli, no me venga con eso… ¿qué clase de comandante es el que se tiene que comer a su propia mula para sobrevivir?” Con esa réplica lo dejó mudo.

Rulli también recordaba que Perón había hablado “un par de veces” con el Che Guevara por esos años y “le desaconsejó, desde su experiencia militar, ya que no era ajeno al tema, no ir a donde iba [Bolivia]; Perón pensaba como los grandes líderes de la posguerra en crear enormes escenarios y ahí si poner todo, desde la huelga hasta el grupo insurrecto”.

También defendía la decisión de Perón de permanecer en España y no aceptar las invitaciones que tanto La Habana como Pekín le habían hecho de radicarse en Cuba o China. “(Miguel) Bonasso -decía Rulli- le reprocha (a Perón) que haya elegido a Franco antes que a Castro… no entiende nada. Si Perón se iba a Pekín o a La Habana, no se hubiera dado su regreso al país”.

A diferencia de otros referentes de la Resistencia y de la JP que optaron abiertamente por el modelo cubano y la lucha armada, Rulli siempre se mantuvo leal a Perón.

Estuvo en la cárcel de nuevo y fue brutalmente torturado. Debió someterse a largos tratamientos de rehabilitación en clínicas especializadas. Durante la última dictadura estuvo exiliado en Suecia.

En sus últimos años, se volcó a las preocupaciones ambientales y en particular a lo agrario. Se convirtió en un experto en desarrollo sustentable, crítico acérrimo del uso de transgénicos y del modelo agrario vigente.

En los albores del nuevo siglo creó el Grupo de Reflexión Rural, desde el cual criticaba duramente el modelo sojero del que tanto se benefició la década kirchnerista mientras se fustigaba al “campo”, sin aprovechar esa bonanza para detenerse a pensar una política que armonizara los intereses del conjunto.

Respecto del peronismo, Rulli decía que se sentía como alguien a quien le han intrusado la casa y ahora tiene que vivir en la vereda, tratando indirectamente de ocupas a quienes hoy tienen el manejo formal del nombre. “Yo estoy en la vereda, no reconozco a nadie, hacen un mural con Martín Fierro besándose con (el sargento) Cruz. Y chicas con pañuelo verde y es el peronismo, y yo no tengo más nada que ver con eso”, dijo en 2019 en una entrevista.

Curiosamente los calificaba de “casta parásita”, término ahora popularizado por Javier Milei. “En el conurbano vivo aterrado, de cómo manejan a la gente. Enfrentamos duramente a los montoneros por diferencias ideológicas, cuando se convirtieron en una organización político militar, porque empezaron a parasitar las instituciones del peronismo. Ellos desobedecieron a Perón mucho antes de la plaza. Rompimos y armaron una Juventud Peronista paralela. Nos impresionó mucho que a poco andar juntaban más gente que nosotros, ¿cómo podía ser? Tuve esa duda y esa preocupación durante cuarenta años, hasta que fui a dar una conferencia a San Pedro y después a Ramallo. Hablando, el remisero que me llevaba me contó que militaba en La Matanza. ¿Y en qué grupo?, le digo. La JP. Pero ¿vivías ahí? No, nunca salí de San Pedro, me contesta. Entonces, todas las semanas se llenaba un gran ómnibus e iban a La Matanza, por eso eran más”, evocó.

(Crédito: Santiago Saferstein)
(Crédito: Santiago Saferstein)

En los últimos tiempos, sostenía que el peronismo había cambiado “su conducción, su línea, su estrategia”, luego de un “entrismo que triunfó”, a diferencia del de los 70.

Intolerante a la crítica, en 2009 el kirchnerismo echó a Jorge Rulli de Radio Nacional, donde conducía un programa semanal desde hacía varios años. Sus cuestionamientos al “modelo extractivista” que contradecía el relato fueron el detonante de la censura. “Pasé cinco años en las cárceles de la dictadura y cada día fue una pesadilla interminable -escribió Rulli en su blog-. Pero sobreviví. Me recuperé, y a los 70 años estoy peleando una pelea que entiendo merece respeto. Necesito saber quién me está echando de la Radio Nacional”. Nadie desde el oficialismo se dignó responder.

Uno de sus últimos gestos públicos fue sumar su firma a una declaración de dirigentes justicialistas contra la legalización del aborto, durante el debate de 2018: “Sostenemos que el aborto es un elemento ajeno a la cosmovisión justicialista y (que) forma parte inescindible de la cultura del descarte, donde cada ser humano es un guarismo o una cosa sin sustancia ni finalidad trascendente”.

En cuanto a sus preocupaciones ambientales, afirmaba que ese era otro tema abandonado por el peronismo que había olvidado “el documento ecológico de Perón”, en referencia al “Mensaje Ambiental a los pueblos y gobiernos del mundo”, que el General había enviado a la Cumbre de Estocolmo del año 1972, en el que alertaba sobre la dilapidación de los recursos naturales, y los riesgos de la contaminación del medio ambiente. En el papa Francisco encontró un interlocutor para estas preocupaciones. “Lo de Perón fue anticipatorio. No lo han leído, y que se digan peronistas y la gente los vote porque son peronistas, no puedo creerlo”, lamentaba.

Pero pese a sus críticas y a su desazón frente a la decadencia del movimiento en el que supo militar, no era un pesimista, ni un escéptico. Seguía defendiendo sus causas, mantenía la pasión por comunicar sus ideas y era, sobre todo, un buen hombre.

Jorge Rulli estuvo cinco años preso durante la última dictadura militar. En total pasó 11 años en la cárcel. El kirchnerismo lo censuró
Jorge Rulli estuvo cinco años preso durante la última dictadura militar. En total pasó 11 años en la cárcel. El kirchnerismo lo censuró

Un hombre humilde que pese a los “galones” que portaba no hacía alarde de su pasado; con honestidad intelectual, reconocía errores y derrotas, en contraste con estos tiempos de heroísmo impostado y victimizaciones fáciles. Militante de una era en la que el compromiso implicaba una entrega total que llegaba hasta la vida misma, era natural que sintiera extrañamiento frente al espectáculo de la política actual que ha convertido a la “militancia” en una fuente de privilegios, una actividad que se solapa demasiado con el clientelismo, expresado no sólo en el asistencialismo sino en la profusión de puestos públicos en un Estado engordado a costa del país y para beneficio de la facción política de turno.

En 2019, a raíz de la crisis que culminó con la salida de Evo Morales de Bolivia, Rulli decía: “Estoy harto del chantaje que el progresismo practica sistemáticamente; son como mariscales de la derrota que te conducen a fracasos importantes y ellos salen parados en el ejercicio de ser víctimas”.

Aunque estaba reflexionando a partir de la situación en Bolivia, apuntaba a otros progresismos de la región; y a la luz de la actual crisis argentina, sus palabras adquieren una impactante actualidad.

En los últimos años, Jorge Rulli había perdido casi por completo la visión, pero conservaba toda su lucidez. Dictaba sus mensajes a su esposa, quien también le leía todo lo que era de su interés. En su whatsapp pedía que le dejaran audios.

“La militancia es servicio, puro servicio -decía en una entrevista con Infobae en 2018- Y el propósito principal siempre es elevar la vara ética lo más posible”.

Se sentía “muy solo” con sus recuerdos, “porque lamentablemente, el progresismo, los 12 años ganados, nos dejaron una juventud que tiene un lado débil que es la necesidad de tener un espacio de poder”.

Jorge Rulli escribió varios libros, entre ellos Semillas para una nueva conciencia (Econautas 2022), La agonía del peronismo (Biblos, 2019), El libro de los editoriales (Corregidor 2007), una compilación de sus editoriales en Radio Nacional, entre otros. También publicó Diálogos en el exilio, un libro que recoge diálogos mantenidos en 1983 con Envar “Cacho” El Kadri.

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