El centro del país es la región clave en todas las elecciones. Sobre todo cinco distritos: la provincia de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Mendoza. Entre todos poseen el 65% del electorado nacional. Hacer una buena elección en esos territorios es determinante para obtener un resultado electoral positivo. Es una cuenta sencilla que la hacen todos en el mundo de la política.
En los últimos años ese sector del mapa ha sido un enorme problema para el peronismo. No logra hacer pie. No hace buenas elecciones y, en la mayoría, pierde por un amplio margen. En el 2019 mejoraron la performance pero perdieron en cuatro de los cinco distritos principales. El único triunfo lo obtuvieron en el territorio bonaerense de la mano del actual gobernador Axel Kicillof.
Al día de hoy la situación es muy compleja para el oficialismo. No solo a nivel nacional sino provincial. Algunos dirigentes temen que exista una nueva ola amarilla, similar a la del 2015. Otros que Javier Milei se convierta en una sorpresa y los deje terceros. Existe un fuerte pesimismo sobre el desempeño electoral y, en gran medida, se debe a la falta de conducción del espacio político y el duro impacto de la inflación sobre el salario de las mayorías.
Buenos Aires
Axel Kicillof trabaja con ímpetu en su proyecto de reelección. No tiene dudas del camino que quiere seguir. Entiende que está en condiciones de afrontar la elección y sostener su mandato por cuatro años más. Aún cuando sabe que serán comicios muy complejos porque hay factores contextuales que lo perjudican y que podrían influir en forma directa en el resultado de la elección.
En La Plata reconocen que la situación económica nacional, la interna interminable, el deterioro político del Gobierno y la falta de un candidato competitivo, que empuje la boleta provincial hacia arriba, dificultan el camino del Gobernador. Aún así consideran que puede competir con entereza y que tiene el apoyo político necesario para avanzar con el plan de reelección. Una situación completamente diferente a la de Alberto Fernández, que quedó aislado y solo, y debió dar de baja su proyecto para seguir en la Casa Rosada.
Las encuestas muestran, desde hace tiempo, que Kicillof es el mejor candidato para retener el control de la provincia más poblada del país. Si bien su intención de voto ha tenido una merma en los últimos seis meses, sigue siendo el mejor posicionado para enfrentar a Juntos por el Cambio, que aún tiene 6 precandidatos a gobernador y no logra ordenar los nombres propios, cuando falta un mes y medio para el cierre de listas.
El valor electoral del gobernador bonaerense - reconocido también en el albertismo donde creen que es el mejor candidato del kirchnerismo - generó que su nombre se anote en la carrera presidencial frente a la falta de un candidato que mida más de 20 puntos y unifique los intereses del Frente de Todos. Principalmente por decisión de Máximo Kirchner, que lo promociona como candidato presidencial y que preferiría que el actual Jefe de Gabinete bonaerense, Martín Insaurralde, compita para la gobernación.
Se produce un choque de intereses en la cúpula del kirchnerismo. Kicillof ya promocionó su candidatura a la reelección con el aval de Cristina Kirchner, mientras que Máximo Kirchner presiona para que sea candidato a presidente. La madre y el hijo no piensan igual. La relación entre el Gobernador y el líder de La Cámpora es compleja. Intermitente. El vínculo no pasa un buen momento desde hace largo tiempo. Las fotos con sonrisas son solo eso. Fotos.
En el Frente de Todos advierten que el dirigente camporista ha buscado desgastar la gestión de Kicillof en la provincia y que su interés personal es posicionar al intendente - con uso de licencia - de Lomas de Zamora como el potencial candidato a la gobernación. La alianza política entre Kirchner e Insaurralde es sólida e influyente en el mapa dirigencial de la provincia de Buenos Aires. Resta saber como de desencadenará la historia.
En el peronismo bonaerense existe una mirada de desconfianza sobre La Cámpora porque consideran que juegan su propio partido sin que les importe el proyecto grupal. La misma acusación que caída sobre el Alberto Fernández por parte del camporismo, hasta el día que dio de baja su proyecto de reelección. Se miran unos a otros y sienten que cada cual atiende su juego y que lo que menos importa es el bien colectivo.
Kicillof ya logró juntar un fuerte apoyo político para su reelección. Además del aval de la Vicepresidenta, tiene el respaldo del sindicalismo K y de la CGT, de las organizaciones sociales oficialistas que conducen Emilio Pérsico (Movimiento Evita), Daniel Menéndez (Barrios de Pie) y Juan Grabois (MTE). También lo respaldan los intendentes peronistas del interior de la provincia y la gran mayoría de los del conurbano. Solo un grupo, cercano a Insaurralde, juega con el sigiloso silencio.
Proyectan una elección muy pareja. En el kirchnerismo saben que perder la provincia sería un golpe muy difícil de digerir porque afectaría el núcleo de poder K. Por eso la mayoría no quiere arriesgar y considera que la mejor opción es que Kicillof se presente como candidato a gobernador.
Córdoba
Después de Buenos Aires, la provincia de Córdoba es el segundo distrito electoral más importante del país. Tiene el 8,70% de los electores. Allí existe una particularidad respecto al peronismo. Está dividido en dos. El peronismo cordobés, fundado por José Manuel de la Sota y Juan Schiaretti, controla la provincia desde 1999. Es oficialismo en Córdoba y oposición a nivel nacional. Un mundo propio dentro del universo peronista.
Desde el 2008, cuando Cristina Kirchner avanzó con Ley 125 de retenciones móviles para la soja, el peronismo cordobés se alejó del kirchnerismo y se hizo fuerte en la provincia. A partir de ahí el espacio K se fue achicando y diluyendo. Menos respaldo popular y menos influencia en el resultado de las elecciones.
En esta elección el actual gobernador, Juan Schiaretti, es precandidato a presidente y el actual intendente de la ciudad de Córdoba, Martín Llaryola, el candidato a gobernador. En Córdoba capital el candidato es Daniel Passerini, exponente del delasotismo y dirigente de confianza de Schiaretti y Llaryola.
En el armado de Hacemos por Córdoba se produce una particularidad. La candidata a vicegobernadora es la intendenta de Estación Juárez Celman - en uso de licencia - Myrian Prunotto, que es de la UCR. Mientras que Javier Pretto, presidente del PRO de la provincia de Córdoba, aceptó ser la dupla de Passerini, y competirá como viceintendente.
La elección se definirá entre Llaryola y Luis Juez, el candidato de Juntos por el Cambio, que ha crecido en las encuestas en los últimos meses y que tendrá el empuje del radical Rodrigo De Loredo que se presenta como candidato a intendente de la ciudad capital. En los dos frentes advierten que la elección será muy pareja. Uno de los objetivos de Schiaretti con su candidatura presidencial es colaborar en la tracción de votos para la boleta de su candidato a gobernador.
Sin posibilidades concretas de llegar a la gobernación aparece la lista del kirchnerismo, que será la extensión del oficialismo nacional en tierras cordobesas. El candidato es el intendente de Embalse, Federico Alessandri, dirigente de familia delasotista pero que en esta oportunidad juega con la boleta K que, según estiman en la provincia en base a las encuestas, no pasará los 5 puntos.
El armado cuenta con el respaldo del vicepresidente del Banco Nación, Carlos Caserio, un dirigente que formó parte del círculo chico de Schiaretti pero que en el 2019 se distanció para acompañar el proyecto de Alberto Fernández y Cristina Kirchner. El kirchnerismo volverá a sufrir un revés muy duro en Córdoba, donde las otras dos fuerzas proyectan una elección bien polarizada.
Santa Fe
El próximo viernes se cierran las listas en Santa Fe y el Frente de Todos no tiene un candidato firme para la gobernación. Por estas horas el gobernador Omar Perotti trabaja en el armado de la lista de diputados provinciales que él mismo encabezará. Al igual que como hizo Miguel Liftchitz cuando dejó la gobernación, se puso como objetivo conducir la legislatura santafesina y hacerse fuerte en el territorio.
Para la gobernación Perotti apadrina al senador nacional Roberto Mirabella, hombre de su extrema confianza. Su candidatura no despega y en la gobernación esperan por la resolución del senador Marcelo Lewandowski, que es el que mejor mide en las encuestas. El legislador quiere ser candidato y ha pedido una serie de condiciones para jugar. Reclama un acuerdo de la mayor parte del peronismo para que su candidatura tenga sustento político. No quiere quedarse solo a mitad de camino.
El periodista deportivo está dispuesto a afrontar una elección que aparece muy difícil para el peronismo. La conformación del Frente de Frentes, que aglutinó al socialismo, el PRO, la UCR y la Coalición Cívica, pondrá en cancha una interna potente. La dupla Carolina Losada-Federico Angelini, que cuenta con el apoyo de gran parte del radicalismo y la cúpula del PRO, enfrentará al ex ministro de Seguridad Maximiliano Pullaro que estará acompañado por Gisela Scaglia.
En Rosario el peronismo aspira a dar el golpe con el ganador de la PASO que protagonizarán Roberto Sukerman, dirigente cercano al Jefe de Gabinete, Agustín Rossi, y Juan Monteverde, el principal referente de la agrupación de izquierda Ciudad Futura. En la última elección, en la que Pablo Javkin logró el triunfo, Sukerman, que hoy es Jefe de Gabinete del ministerio de Trabajo de la Nación, salió segundo por solo un punto y medio de distancia.
Aunque Javkin aún no blanqueó su decisión, en Rosario dan por descontado que buscará un nuevo mandato. Lo anunciaría en los próximos días. La intención es que su boleta vaya enganchada de la de Carolina Losada para que ambos traccionen votos en favor del otro. Con ese cuadro de situación en la oposición, en el peronismo esperan una respuesta de Lewandowski en el corto plazo. El senador definiría su situación en los próximos tres días.
Ciudad de Buenos Aires
En el territorio porteño, que tiene el 7,43% de los electores a nivel nacional, el peronismo siempre corre de atrás. La Ciudad de Buenos Aires es el núcleo de poder del PRO, que aún no tiene un candidato definido para enfrentar a Martín Lousteau en las PASO. Las dos figuras que jugarán en la elección serán el diputado Leandro Santoro y el ministro de Turismo y Deportes, Matías Lammens.
El legislador y el ministro trabajan junto a Graciana Peñafort, la abogada cercana a Cristina Kirchner, y la legisladora Claudia Neira, del Nuevo Espacio de Participación (NEP), que conduce el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos. Afuera de ese esquema, por el momento, están Mariano Recalde y Víctor Santa María, dos de los dirigentes con más peso dentro del PJ Porteño.
Una opción para el armado de listas es que Santoro compita como candidato a Jefe de Gobierno porteño y Lammens sea la cabeza de lista de los diputados nacionales por la Ciudad de Buenos Aires, acompañado, en el segundo lugar, por Lucía Cámpora, la nueva secretaria general de La Cámpora
La sociedad Santoro-Lammens, conformada por los dos dirigentes que más miden en el territorio, mantiene una tensa relación con la agrupación que conduce Máximo Kirchner, donde no cayó bien la foto que se sacaron el 16 de marzo para presentar la alianza en sociedad. En ese retrato no estaba Recalde, el nombre propio del camporismo en el distrito, ni Santa María.
Santoro y Lammens se mueven con independencia de la Cámpora. Ambos decidieron avanzar en la construcción del armado sin pedir permiso y ni esperar señales de Cristina Kirchner. En el Frente de Todos tienen en claro que la competencia más directa es con Ramiro Marra, el prencandidato a Jefe de Gobierno de Javier Milei.
Lo que aún deben definir es si habrá lista de unidad o si ellos irán con una lista y La Cámpora pondrá en la cancha otra para ir a una PASO. Aún no hay nada cerrado porque las negociaciones están estancadas, al igual que sucede a nivel nacional.
En la elección legislativa del 2021 Juntos por el Cambio, con María Eugenia Vidal a la cabeza, sacó el 48% de los votos y el Frente de Todos, con Santoro, obtuvo el 24%. En la oposición local tienen en claro que ganar la elección es una utopía, pero saben también que tienen la responsabilidad política de hacer fuerte el bloque opositor, traccionar la mayor cantidad de votos posibles para la elección nacional y asegurar el segundo lugar para evitar que la Libertad Avanza se consolide.
Mendoza
En la provincia de Mendoza el peronismo no logra levantar cabeza desde hace casi una década. El último mandato peronista fue el de Francisco “Paco” Pérez, entre el 2011 y el 2015. A partir de ese momento la UCR empezó a conducir la provincia con absoluta supremacía. En esta oportunidad se presenta como candidato a gobernador el senador Alfredo Cornejo, que ya fue gobernador en la etapa 2015-2019.
Enojado porque no lo dejaron competir en una interna dentro de Juntos por el Cambio, el diputado nacional Omar de Marchi se abrió del espacio a nivel local y competirá con su lista propia. Pasó de ser armador nacional de la candidatura presidencial de Horacio Rodríguez Larreta a juntar el apoyo de intendentes peronistas en Mendoza.
Obtuvo el respaldo del precandidato a intendente de Las Heras, Diego Martínez Palau; el intendente de General San Martín, Jorge Omar Giménez, y gran parte de la estructura del peronismo de Godoy Cruz. Todos distritos importantes dentro de la elección. De Marchi es el opositor más competitivo de Mendoza.
El peronismo que representa al Frente de Todos se ubica en un tercer lugar. Habrá una PASO con cuatro listas. La principal, que es respaldada por la senadora nacional Anabel Fernández Sagasti, referente local de estrecha relación con Cristina Kirchner, es la que lleva la dupla Omar Parisi- Lucas Ilardo, el hombre fuerte de La Cámpora en la provincia.
Una segunda lista la encabeza el secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur en la Cancillería Argentina, Guillermo Carmona; una tercera opción es la de Alfredo Guevara Escayola, del kirchnerismo duro; y una cuarta de Nicolás Guillen, representante de los movimientos sociales. Las opciones de ganar son nulas.
Fernández Sagasti, que tuvo su pico de adhesión en el 2019, ya había asegurado, dos años atrás, que no iba a competir en estos comicios. Que tenían que aparecer otros dirigentes que pongan el cuerpo para caminar una provincia donde la sociedad castiga al peronismo en las urnas. El panorama del peronismo en Mendoza no es bueno. Es, más bien, desolador.
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