“Para el Partido Comunista, Videla era un general moderado, un hombre con el que se podía hablar. Y estoy seguro que ha habido contactos oficiales de la cúpula con él. Mucho más con (Roberto) Viola, considerado un tipo razonable, casi demócratico”. Quién lo revela no es ajeno a esta posición del comunismo argentino. El periodista y escritor Jorge Sigal era, cuando se produjo el golpe militar el 24 de marzo de 1976, miembro del comité ejecutivo de la Federación Juvenil Comunista. “Apoyé y fui parte de esa posición frente la dictadura, convencido que había un sector militar moderado, que había que diferenciar el sector ‘pinochetista’, cuyas caras más visibles eran Luciano Benjamín Menéndez y Suárez Mason, aunque el PC tenía algunos contactos con él”.
El tema, 44 años después, lo reflotó el acalorado debate que tuvo el exfiscal adjunto del Juicio a las Juntas, Luis Moreno Ocampo con periodistas de la Tevé Pública en el programa Desiguales, que se emitió en la noche del miércoles, cuando afirmó que “Yo lo que aprendí en el juicio de las juntas es que la ideología, y eso que vos querés ver, de que es todo un plan para la economía...¿Vos sabés que el partido comunista apoyaba a Videla?”
Pablo Caruso, el conductor del envío, le respondió: “Justificó el golpe de estado, digamos”
Moreno Ocampo subió la apuesta: “No, no. Apoyaba a Videla específicamente porque ellos creían que Videla era el moderado”.
El periodista volvió a cruzarlo: “Si, pero el partido comunista no torturó. Fue víctima de la tortura en todo caso”.
Y Moreno Ocampo no se calló: “No, al partido comunista no lo torturaban. Al partido comunista no lo secuestraban justamente… Vos mostrabas la credencial del partido comunista y solamente en Córdoba Menéndez torturaba gente del Partido Comunista, y por eso se pelea con Videla, pero el Partido Comunista no hacía eso”
Para terminar, Caruso señaló: “Tampoco puede quedar la idea de que el Partido Comunista fue cómplice de la dictadura para torturar personas”.
Y ex fiscal del juicio a las juntas fue más rotundo: “Fue cómplice, yo diría que sí”.
Jorge Sigal, parte de ese proceso que vivió el PC, se desencantó del partido apenas comenzada la Democracia. Tanto, que en 2006 escribió “El día que maté a mi padre. Confesiones de un ex comunista”, reeditado en 2020 con prólogo de Jorge Fernández Díaz. “Yo era rentado, a mi me pagaban como obrero calificado para hacer mi actividad. Yo estaba asfixiado por el clima de siete años de nada, y empecé a sentir que quería cambiar de vida. No me gusta hacerme el héroe, fue más una decisión personal y de hartazgo y no por discrepancias políticas, sería cínico decir eso”.
Por supuesto, conoce muy bien la historia entre el PC y el gobierno militar. Hoy por la tarde, cuando la polémica de Moreno Ocampo tomó vuelo, escribió en un tuit que “El PC era un partido muy prolijo: todo está documentado en el folleto “Declaraciones y Resoluciones 1976-1978″.
Allí, en una declaración del PC hecha el 25 de marzo de 1976, un día después del golpe de Estado, hay una serie de puntos que dejan en claro su apoyo al Proceso que recién se iniciaba:
- “Ayer, 24 de marzo, las fuerzas armadas depusieron a la presidente María Estela Martínez reemplazándola por una junta militar integrada por los comandantes de las tres armas. No fue un suceso inesperado. La situación había llegado a un límite extremo ‘que agravia a la nación y compromete su futuro”, como se dice en uno de los comunicados de las Fuerzas Armadas. Cargan, por esta situación, inmensa responsabilidad el lopezrreguismo reaccionario y su protectora María Estela Martínez, que habían pisoteado el programa por el cual había votado el pueblo en 1973″
- “La movilización de tropas del 24 de marzo había sido precedida de una intensa campaña que reclamaba ‘rectificar el rumbo’. Efectivamente, era necesario y urgente cambiar de rumbo…”
- “Los actores de los sucesos del 24 expusieron en sus primeros documentos sus objetivos, que podríamos resumir de la siguiente manera: Fidelidad a la democracia representativa con justicia social, revitalización de control del Estado sobre aquellas ramas de la economía que hacen al desarrollo y a la defensa nacional, defensa de la capacidad de decisión nacional. El Partido Comunista, aunque no comparte todos los puntos de vista expresados en los documentos oficiales, no podría estar en desacuerdo con tales enunciados, pues coinciden con puntos de su programa”.
- “También expuso su propósito de poner fin a la subversión. Es conocido el punto de vista del Partido Comunista sobre las actividades de la supuesta ultraizquierda, que siempre repudió. La guerrilla se combate, sobre todo, suprimiendo las causas sociales que la generan, como se reconoce en documentos militares”
- “El Partido Comunista considera auspicioso que la Junta Militar haya desechado una solución pinochetista”.
“Todo el tenor del documento es así. Menciona a la guerrilla como subversión… La posición era que había que hacer un llamado a una convergencia cívico militar y que había que colaborar con una dictadura que venía a sanear una situación irremediable. Ese era el criterio… Lo que le dicen los periodistas de la Teve Pública es solo el resultado de la ignorancia. El PC apostaba claramente a una convergencia con las Fuerzas Armadas”, explica Sigal.
-¿Quienes del Partido Comunista estaban en contacto con la cúpula militar?
-Ahí hay un error de Luis. El secretario general era Gerónimo Arnedo Álvarez, estaba la vieja guardia del PC, Rodolfo Ghioldi, Orestes Ghioldi, Athos Fava. Se equivoca Luis porque lo menciona a Patricio Echegaray, que en realidad era el secretario general de la Federación Juvenil Comunista. Por supuesto que avaló todo esto. Más adelante, él se quedó con el cuando empieza la Democracia si no me equivoco, y llevó al PC a hacer una revisión crítica, y de tener una posición pro dictadura lo lleva al guevarismo, otra de las curiosidades. Se hizo un acto en homenaje al Che Guevara, que siempre fue ajeno al PC argentino. Todo eso lleva a casi una extinción del partido.
-¿Qué decían puertas adentro cuando se tomó la decisión de apoyar al gobierno militar?
-La línea que se bajó fue que había un golpe de Estado, que no era la mejor de las situaciones y había un sector de las Fuerzas Armadas bien intencionado que quiera abrir la Democracia, y vamos a apoyar lo positivo y criticar lo que está mal. Para el PC también era una cuestión de preservación de sus fuerzas. La Dictadura, a los grupos guerrilleros, no se podían ni nombrar, cuando se hablaba de ERP o Montoneros se los llamaba organizaciones subversivas. El PC no entró en esa categoría, sino en la de Partidos Políticos suspendidos, como el peronismo o la UCR. Toda la posición era diferenciarse de la guerrilla, el trotskismo y los montoneros”.
-Pero sí hubo militantes del Partido Comunista secuestrados y desaparecidos..
-Si. Más de un centenar. Esto se dio por las propias pujas internas de las Fuerzas Armadas, particularmente en Córdoba, donde estaba Menéndez, el ala más dura del gobierno militar, quien dijo que “con el PC nada”.
-¿Personalmente sufriste alguna situación de riesgo?
-Nosotros, durante la dictadura, íbamos a los locales del PC. Una vez, en el de la calle Callao al 200, comité de la Capital, estando en una reunión en plena dictadura, cayó un grupo que se identificó como del Batallón de Inteligencia 601. Nos pusieron contra la pared, les dijimos que éramos un partido legal, que era la batalla principal del PC. Anotaron nuestros documentos y se fueron. Pero está bien lo que dice Moreno Ocampo, porque había distintos grupos entre los militares. Otra vez, para un 25 de mayo en plena dictadura, secuestraron ahí a siete personas. Quiso la vida que me fuera caminando con un compañero hacia la izquierda, y secuestraron a los que salieron hacia la derecha. Pero no había una represión dirigida específicamente hacia el PC.
En esa disputa entre “antipinochetistas y pinochetistas”, los sectores más próximos a Videla (también llamados “palomas”) y los que apoyaban a Menéndez (“halcones”) ahonda el periodista y escritor Ceferino Reato en su libro Disposición Final. Ahí escribe que el PC “se mostraba esperanzado en que las palomas encabezarían ‘una transición al tipo de gobierno que el país necesita”. Reato cita a Isidoro Gilbert, que en su libro La Fede, señala que el PC “contaba con un grupo de número indeterminado de oficiales, algunos de rango, afiliados o amigos, más vínculos con otros de postura nacionalista, con el que pensó, idealizó, la posibilidad de influir en las contradicciones objetivas entre los que tomaron el poder, ‘las palomas’ y lo ‘halcones’”.
Continúa Reato diciendo que “Videla sostiene que los jefes militares buscaron el respaldo del PC desde los preparativos del golpe: ‘El PC me apoyaba a mí como moderado. Lo habíamos hablado en el Ejército antes del golpe: el enemigo era el terrorismo, no el PC. Fue muy distinto al caso de Pinochet, que estaba en guerra contra el PC y contra la expresión armada del PC. Aquí no existía era expresión armada del PC”.
Luego narra un hecho sucedido en enero de 1976, cuando Videla envió a Córdoba al general Juan Pablo Saá para pedirle a Menéndez liberar a Juan Alberto Caffaratti, un sindicalista del Partido Comunista, secuestrado el 15 de ese mes. Cuando llegó, ya estaba muerto. Al contarle a Videla, éste mencionó que era un pedido expreso del PC para su liberación. Y agregó que “para el Ejército era de sustancial importancia el apoyo del PC y de la Unión Soviética para dar el golpe”.
Según Sigal, que era amigo de Caffaratti, “el PC cordobés fue diezmado por Menéndez. Lo que queda claro es que los militares no tenían una sola posición. La buena letra hacia el PC se debía a que la Unión Soviética era uno de los grandes compradores de granos”.
En este tema tan complejo, Sigal aclara algo: “Cuba siempre mantuvo una posición propia con América Latina que solía disgustar a los soviéticos, que no querían que se impulsara la lucha armada en América Latina, en cambio Fidel, que siempre mantuvo lazos muy directos con Montoneros y ERP, entrenados militarmente en Cuba, discrepaba con los soviéticos y un poco los engañaba. Por eso el PC argentino no se llevaba bien con el cubano”.
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