El Frente de Todos está encerrado en un laberinto político del que parece no poder escaparse hace ya una cuantas semanas. Lo único positivo de ese entuerto es que, tarde o temprano, aparecerá la salida. Hay un punto final. No hay forma de esquivar las definiciones electorales - que generan un ordenamiento en los liderazgos de la coalición - cuando el calendario electoral impone fechas a las que se debe llegar con decisiones tomadas.
Desde que empezó el año la coalición oficialista pasa sus días dando vueltas sobre apenas dos temas: la crisis inflacionaria y el futuro de Cristina Kirchner, que pasó de candidata a electora y viceversa en una ruta en zigzag en la que la dirigencia K choca entre sus pretensiones dividas. Alimentan el operativo clamor al mismo tiempo que la Vicepresidenta da señales claras de que no será candidata.
CFK fue clara en su discurso de La Plata. “Yo ya di todo”. En la política las frases que se dicen entrelíneas son, algunas veces, definiciones contundentes. Sobre todo porque existe una tendencia de la dirigencia a leer los gestos y los símbolos en el contexto en el que se realizan.
Solo algunos pocos dirigentes kirchneristas están decididos a seguir exigiendo una candidatura presidencial de Cristina Kirchner, aún cuando eso implique desgastar, todos los días un poco más, la estrategia de nicho del kirchnerismo. La líder del espacio ya dio a entender, en reiteradas oportunidades, que el esquema electoral que se genere no puede depender de una candidatura suya.
“Terminó diciendo: ´Tenemos que desarrollar un plan de gobierno’. No dijo: ‘Tienen que desarrollar un plan de gobierno’. Hasta ahora está en carrera. Falta un montón”, fue la lectura, extremadamente fina, que hizo un importante intendente del conurbano que estuvo presente en La Plata.
A pocos metros de ese encumbrado dirigente bonaerense estaba otro intendente que interpretó exactamente lo contrario sobre lo que expresó la Vicepresidenta. “No hay margen para que sea candidata. No va a jugar. Ya está”, se sinceró. A ambos jefes comunales no lo separaban más de 20 metros de distancia.
Esas dos voces bien pueden ser el retrato de lo que hoy vive el kirchnerismo, donde un sector piensa que todavía hay tiempo para que CFK dé una sorpresa y termine siendo candidata; y otros que dejaron ir sus últimas dudas por las puertas del Teatro Argentino y ya empezaron a pensar en cómo construir un relato que abrace a Sergio Massa, el segundo candidato favorito del kirchnerismo.
“No va a haber PASO. Con el deterioro que hay, no hay margen”, fue la proyección de un importante funcionario de La Cámpora, agrupación que, por momentos, respalda más la candidatura del ministro de Economía que la de Eduardo “Wado” de Pedro, uno de los integrantes de la mesa chica de la agrupación desde que se fundó.
La incertidumbre que existe en el espacio da lugar a permanentes especulaciones. El margen de acción del peronismo es tan chico que nadie se anima a sentenciar quiénes serán los protagonistas de la batalla final. Además, la fragmentación del frente generó una negociación de poder en las que todos luchan por conservar influencia y territorio dentro de la coalición.
El vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos, es el puente más firme que existe entre la Casa Rosada y el kirchnerismo. Cercano al Presidente, lleva adelante las negociaciones con Máximo Kirchner sobre cómo generar un acuerdo entre las partes. En el mapa peronista del futuro inmediato Olmos aparece cada vez más cercano a Massa. Al menos así lo aseguran puertas adentro de Balcarce 50.
El ex jefe de asesores es uno de los albertistas “perdonados” por el kirchnerismo duro, lugar al que no acceden Santiago Cafiero, Gabriela Cerrutti y Julio Vitobello, tres incondicionales del Presidente. Los resquemores están demasiado latentes y en el mundo K aseguran que ninguno de ellos tendrá lugar en el armado de las listas legislativas. Les desean el olvido.
Lo cierto es que aún restan casi dos meses para el cierre de listas y el pragmatismo peronista puede terminar cerrando heridas. Lo que hoy parece una sentencia mañana puede convertirse en un momento olvidable del pasado. Aunque les cueste aceptarlo en el kirchnerismo son conscientes que nadie sobra en este tiempo de inflación descontrolada y encuestas magras.
Entre lunes y martes los movimientos sociales y la CGT se expresarán sobre el camino que debe seguir el Frente de Todos en lo que resta del proceso electoral. Esta tarde será el turno de las organizaciones sociales ligadas al oficialismo, como es el caso de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP) Movimiento Evita, Somos Barrios de Pie, la Corriente Clasista y Combativa (CCC), el Movimiento de Trabajadores Excluidos y Frente Popular Darío Santillán.
El lema de la marcha por el Día del Trabajador es “No al Ajuste del FMI”. El título anticipó parte del mensaje que darán los dirigentes sociales en el centro porteño. El año pasado, en esta misma fecha, habían pedido que se terminaran las peleas palaciegas del Gobierno. Por eso en el oficialismo miran con atención el resultado de la manifestación.
El martes será el turno de la CGT. La cúpula de la central obrera, que forman Pablo Moyano, Héctor Daer y Carlos Acuña, encabezará el acto que tendrá lugar en el estadio Defensores de Belgrano. En los últimos días el sindicalismo dio una señal clara de respaldo a la gestión económica de Sergio Massa, luego de apoyar la convocatoria a un acuerdo de precios y salarios. Pero en esta instancia se prevé que haya definiciones políticas contundentes.
La central obrera, uno de los principales sostenes de Alberto Fernández en los primeros tres años de gestión, empezó a caminar al encuentro de Massa. Las definiciones que salgan de ese acto tendrán un rebote importante dentro del oficialismo. En definitiva, son actores trascendentes de un frente electoral que está en un proceso de rearmado, asfixiado por los números del INDEC, la interna interminable y la falta de candidatos.
Otro de los temas que aún genera un clima de indefinición en el Frente de Todos es el proceso electoral de las provincias que desdoblaron los comicios locales de los nacionales. En los próximos 15 días habrá elecciones en ocho provincias. El domingo 7 de mayo en Misiones, Jujuy, y La Rioja; y el domingo 14 en La Pampa, San Juan, Salta, Tucumán y Tierra del Fuego.
En el peronismo la espera se posiciona sobre dos ejes. El primero es ver los resultados que logre el oficialismo y, en contrapartida, los que obtengan Juntos por el Cambio y los representantes de Javier Milei en las provincias. En definitiva, lo que más les preocupa en este tiempo es el crecimiento de la intención de voto del economista libertario.
En segundo orden, miran con atención lo que pase en dos provincias de las que podría salir un candidato nacional: Tucumán y San Juan. Es decir, lo que suceda con las candidaturas de Juan Manzur, que compite como vicegobernador, y Sergio Uñac, que busca un nuevo mandato en tierras sanjuaninas. Ambos aparecen como una opción para levantar un nombre propio del interior en el caso de que Massa no compita o de que se termine generando una PASO amplia. Hasta altura del proceso electoral todo es posible. Todo.
Seguir leyendo: