El discurso de Cristina Kirchner no satisfizo las demandas de la dirigencia más fiel, que esperaba, con fervor, que dijera que será candidata. Al contrario, la vicepresidenta deslizó que se mantiene firme en su postura expresada en diciembre, cuando adelantó que no se presentaría a ningún cargo tras la condena en la causa Vialidad. Sin embargo, se plantó como armadora política al plantear varias exigencias a los referentes del Frente de Todos (FDT) en el terreno electoral y avalar unas PASO; no obstamte evitó bendecir a alguna de las figuras presidenciables.
A la vez, se puso nuevamente en el lugar de guía de la gestión económica. Lejos de dar un respaldo claro a la conducción de Sergio Massa tras la corrida cambiaria y en medio de la negociación con el FMI, dedicó la mayor parte de su discurso en el Teatro Argentino de La Plata a marcar el rumbo que -según su mirada- debería tomar la política del Palacio de Hacienda, y, en especial, la monetaria, con críticas al titular del Banco Central, Miguel Pesce.
En el plano político, frente a la dirigencia y con miles de seguidores puertas afuera, Cristina Kirchner envió varias señales orientadas a cerrar filas en el FDT y, sorpresivamente, pareció avalar que haya PASO, un reclamo histórico de Alberto Fernández y dirigentes afines. “Tenemos la obligación de dar la discusión y el debate”, dijo desde el centro de la mesa sobre el escenario, sentada junto a dirigentes y diputados de segunda línea como el ex ministro de Educación, Nicolás Trotta y la directora impositiva de AFIP, Virginia García. Incluso dio instrucciones sobre los modosos: pidió que los diálogos se enfrenten con mayor calma, a pesar de que algunos de sus soldados más fieles eligen las frases más picantes para atacar a los moderados.
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“Cuando les dije a los compañeros y compañeras que tomen el bastón de mariscal, me pareció bien. Pero (el bastón) no es para dárselo por la cabeza a otro compañero, ténganlo en claro”, lanzó. Desde el palco, junto al pleno de la dirigencia K, la escuchaban Andrés “el Cuervo” Larroque, ministro de Desarrollo Comunitario y una de las voces más belicosas del espacio; y el dirigente social del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), Juan Grabois, alineado con La Cámpora, que hace unos días fustigó contra Massa por la política de ajuste.
Frente a la Casa Rosada, Cristina Kirchner sostuvo la línea de los últimos meses: ignorar a Alberto Fernández en lugar de atacarlo como durante los primeros años de mandato. “El problema de querer conformar a unos y conformar a otros es que finalmente, terminás enojando a todos”, fue la única frase que le dedicó al Presidente. No hizo una sola mención a su renunciamiento a la reelección, la novedad más importante de la escena política conocida una semana antes.
La invitación a la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz y al empresario Enrique “Pepe” Albistur, ex secretario de Medios de Néstor Kirchner, amigos del Presidente, también fue interpretada en las filas de la coalición como un principio de tregua. El mensaje de un acercamiento al PJ no kirchnerista a través del convite a la pareja se rumoreaba desde el día previo, cuando se confirmó que asistirían; y se profundizó anoche, cuando la vicepresidenta nombró directamente a la funcionaria. Fue la única dirigente presente que recibió ese trato, sutil, pero indudablemente amable. La ministra sonrió y asintió mientras la enfocaban las cámaras de la transmisión en vivo, coordinadas por La Cámpora.
Ayer fue la primera vez que Tolosa Paz participó en un acto encabezado por Cristina Kirchner desde la derrota en las elecciones de 2021 luego un período de enfrentamiento descarnado entre los dos sectores principales del Gobierno. En los últimos dos años, la referente platense protagonizó varios cruces con los alfiles del kirchnerismo, entre ellos, el ministro del Interior y presidenciable, Eduardo “Wado” de Pedro. Ayer por la tarde, ambos estuvieron sentados a pocas butacas de distancia, en la fila principal, junto al gobernador, Axel Kicillof, su virtual competidor en una interna bonaerense (si la hubiera); el jefe del PJ local, Máximo Kirchner, y Larroque.
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La funcionaria que encabezó la lista de diputados en las últimas -y catastróficas- elecciones legislativas del FDT se transformó, en los últimos meses en una de las defensoras más férreas de las internas en el Frente de Todos y viene proponiéndose como “protagonista” en la provincia de Buenos Aires, según dicen en su entorno. El sábado pasado organizó un acto en Ensenada, cerca de La Plata, donde evitó cuestionar al sector duro, pero pidió que haya debate. En distintos sectores del oficialismo creen que ese mensaje “caló” en la vicepresidenta y la convenció de invitarla.
En la sala teatral, entre la mayoría kirchnerista, también estaba Gabriel Katopodis, el ministro de Obra Pública y ex intendente de San Martín que supo estar muy cerca de Alberto Fernández en el primer tramo del Gobierno, pero se reivindica como hombre de la unidad en el FDT y tiene diálogo con Máximo Kirchner y con Massa. Esta semana se ubicó en el centro de la agenda cuando pidió a los cuatro vientos, en el pico la corrida cambiaria, que hubiera una reunión entre los tres líderes de la alianza de gobierno. Esa instancia, dicen en Balcarce 50 y en el Instituto Patria, aún está lejos de concretarse, pero no la descartan antes del cierre de listas de junio.
En el plano electoral, Cristina Kirchner también se concentró en pedir un “programa de gobierno” para presentar en la campaña, aunque aún no estén definidos los candidatos. Máximo Kirchner había dicho exactamente lo mismo en Ferro, seis días antes. De hecho, los discursos de madre e hijo fueron similare en los cuestionamientos a la gestión económica, al Fondo, y a Javier Milei.
Ayer, la vicepresidenta apenas se refirió a Juntos por el Cambio (como es habitual, cuestionó a Mauricio Macri por la deuda externa), y posicionó al líder de Avanza Libertad como principal adversario, con largas y llamativas referencias a sus propuestas en general y, en particular, al peligro de implementar una “dolarización” como propone el opositor “outsider”. Más temprano, el gobernador Axel Kicillof había planteado una perspectiva similar, cuando auguró que podría haber “una tragedia” a partir del avance de la extrema derecha en los registros de intención de voto bonaerense.
A partir de hoy, sin la candidatura de Cristina Kirchner sobre la mesa -”no se hagan los rulos” y ”yo ya viví” fueron las sugestivas frases que usó para ratificar su renuncia- en el FDT las posibilidades quedaron planteadas como estaban. El discurso no marcó un antes y un después, excepto por el hecho de que las PASO aparecen, como nunca, como la opción más probable.
Es que la vicepresidenta no dio apoyo particular ninguno de los candidatos a pesar de que había quienes auguraban que en La Plata que podía llegar a entregarle el bastón de mando a alguno de los funcionarios que se perfilan como presidenciables y esperan su aval explícito.
“Wado” de Pedro, hombre de su confianza -que llegó muy tarde, cuando ella ya había empezado a hablar-, no fue mencionado, como en los últimos discursos, y aún no tiene decidido calzarse el traje de candidato. Mientras que Massa, que directamente no asistió -alegó que tenía una actividad en Montevideo con la CAF-, fue señalado desde el escenario exclusivamente por su gestión, y no por sus dotes como postulante.
Las referencias al ministro fueron ambiguas. Por un lado, Cristina Kirchner marcó una clara desaprobación, a grandes rasgos, con el rumbo económico en un contexto de altísima inflación combinada con bajos ingresos (volvió a decir que hay asalariados que son pobres; y mencionó, entre otros puntos, la política impositiva frente a los grandes capitales, que consideró excesivamente favorable; y el uso de las reservas para intervenir en el mercado). Por otra parte, exigió poner límites al acuerdo con el FMI, en especial sobre los condicionamientos que exige el organismo a cambio del adelanto de los desembolsos, y que se empezaron a negociar con el staff técnico en los últimos días.
Sobre el final de la velada, sin embargo, le dedicó un reconocimiento, aunque menor, a Massa, por el acuerdo anunciado ayer con China que, recordó, tuvo origen en su propia gestión. “Ayer el ministro firmaba un buen acuerdo con China para que paguemos con yuanes en el swap que fue conseguido cuando yo era presidenta, con Xi Xiping”, dijo.
Fue menos benévola con Pesce, a quien asoció con el anterior titular de Economía, Martín Guzmán, vapuleado por el kirchnerismo hasta lograr su eyección del cargo, hace diez meses. Esta vez, CFK volvió a comparar con su mandato, pero por contraste. “Parte de las discusiones con anteriores ministros fueron por la situación del Banco Central, que no intervenía. Porque el Banco Central tiene reservas. A mí (también) me golpearon, y corrieron (los mercados), pero sentada sobre las reservas, con la administración del tipo de cambio y la regulación, pudimos sofocar la corrida cambiaria”, lanzó. Más allá de la figura Pesce, el cuestionamiento a la política sobre las reservas puede interpretarse, también, como un tiro por elevación a la cabeza de la gestión económica.
La vicepresidenta omitió cualquier referencia a Daniel Scioli, el candidato a presidente de su espacio derrotado en 2015 contra Macri. El actual embajador en Brasil intenta posicionarse en el tablero del oficialismo, pero no cuenta con el aval claro de Alberto Fernández ni de Cristina Kirchner y enfrenta una animosidad, por lo bajo, desde el Frente Renovador de Massa.
La principal conclusión, en términos de armado político, es que la opción de unas PASO es la más viable, como se venía perfilando en el panorama k desde que Máximo Kirchner las admitió. Cristina Kirchner parece estar de acuerdo con que no haya un único candidato, sino una competencia interna.
En la Casa Rosada escucharon atentamente la vicepresidenta: consideraron que el discurso fue de apaciguamiento, y que no tendrá relevancia en la política económica, ni en las próximas elecciones. “Fue un acto más”, dijeron cerca de Alberto Fernández, que horas antes había posteado un video pidiendo que se termine la dinámica de la selección a dedo en el armado de listas electorales.
Resta que pasen algunos días para evaluar si las recomendaciones de Cristina Kirchner al equipo económico surten efecto y se transforman en medidas efectivas. Y, en términos electorales, el FDT empezará a jugar dando por sentado que Cristina Kirchner no será candidata. Por lo pronto, se espera que las próximas definiciones se develen en mayo, mes clave en la previa del cierre de nóminas. El 5 está previsto el Congreso del Frente Renovador; el 16 es el Congreso del PJ; y para el 25 el kirchnerismo planea un acto por la asunción de Néstor Kirchner. Sin la ex presidenta en la cancha, todos piensan que tienen chances de ganar la interna, aunque seguirán esperando su bendición. Por ahora, Cristina Kirchner mantiene su preferencia bajo un velo de misterio.
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