¿Cómo hacer campaña con una inflación que supera el 7% mensual, un dólar que pasó la barrera de los 400 pesos y el ajuste que impone el FMI? Es la enorme duda que desvela al Frente de Todos, aun después de que Alberto Fernández desistió de una reelección que se perfilaba como una misión imposible. También es el interrogante que recorre el espinel de la CGT en estas horas en que el oficialismo se empieza a reacomodar para definirse en la interna: una mayoría cegetista decidió apoyar la candidatura presidencial de Sergio Massa, aun con señales muy complicadas de la economía.
Para gran parte del sindicalismo, el ministro de Economía es el único postulante del Frente de Todos que despierta confianza en que le dará un lugar de privilegio en su armado político, las listas electorales y un eventual gobierno. El primer paso en el operativo “Sergio Presidente” se dio este jueves durante la reunión del Consejo Directivo de la CGT, que volvió a la vida luego de un paréntesis de 8 meses para aprobar un duro documento -cuyo contenido conocía Massa- y el acto del 2 de mayo en la cancha de Defensores de Belgrano, al que fue invitado el líder del Frente Renovador.
Cerca de Massa afirmaron a Infobae que aún no recibió la invitación, pero ante la consulta de si concurrirá en caso de que se concrete, la respuesta fue contundente: “Obvio”. Hasta ahora, el titular de Economía hizo esfuerzos para ganarse el favoritismo sindical: en la reunión de la CGT circularon de mano en mano las copias de la resolución de la Secretaría de Ingresos Públicos que instrumentará la exención del Impuesto a las Ganancias para una serie de adicionales, acordada entre Massa y la central obrera, pero que aún no fue publicada en el Boletín Oficial. Esa demora estaba poniendo los nervios de punta al sindicalismo. En el massismo aseguraron que se publicará el lunes próximo.
Te puede interesar: Fuerte advertencia de la CGT: “Ya no hay más margen de deterioro económico sin riesgo de descomposición social”
Ese alivio en los sueldos de 600 mil trabajadores es una de las cartas del ministro de Economía para exhibirse como el “rostro sensible” del Gobierno. Para ir al acto de la CGT, Massa no prepara ningún anuncio adicional para alegrar al sindicalismo, aunque ya le garantizaron que será recibido entre algodones por parte de las 20.000 personas que planean movilizar a Defensores de Belgrano.
Nada es fácil en medio del vendaval económico que está arrasando con todas las certezas en materia económica y dejando un tsunami de dudas acerca del futuro electoral del Gobierno. El “caso Aracre” abrió heridas más profundas en el oficialismo, con Cristina Kirchner atrincherada, Alberto Fernández en su momento de mayor debilidad política y Massa decidido a avanzar pese a las señales adversas.
A la CGT no le quedan muchas cartas en la baraja. Si el ministro de Economía no se postula, el “plan B” de los dirigentes gremiales es Daniel Scioli. Lo conocen de memoria y ya habían apostado por su candidatura presidencial en 2015, pero Massa es quien hoy logró la adhesión de la mayoría de los sindicalistas (y puede hacerle frente a Cristina Kirchner): el sector que domina la CGT, que integran “los Gordos”, los independientes y los barrionuevistas, más el moyanismo, con Hugo Moyano y su hijo Pablo por primera vez en mucho tiempo alineados detrás de un mismo proyecto político.
Afuera de ese armado sindical que empezó a rodear a Massa quedaron, por ahora, las expresiones kirchneristas como las del Frente Sindical para el Modelo Nacional (Fresimona), con el mecánico Mario Manrique a la cabeza (su aliado Pablo Moyano parece haber tomado otro camino); la Corriente Federal de Trabajadores, que integran Sergio Palazzo (bancarios), Vanesa Siley (judiciales) y Walter Correa (curtidores y ministro de Trabajo bonaerense); la CTA kirchnerista, dirigida por Hugo Yasky, y el jefe de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), Abel Furlán. Este conglomerado K aún espera que la Vicepresidenta se defina. O por su propia candidatura presidencial, a la que ya renunció, o por algún elegido que represente fielmente el pensamiento del kirchnerismo más duro.
Para los gremialistas alineados con Cristina Kirchner, la mala noticia es que Pablo Moyano ya no sigue coqueteando con La Cámpora y volvió al redil de la CGT, al lado de los mismos colegas a los que fustigaba públicamente. El “milagro” se produjo luego de una reunión que tuvo la semana pasada con dirigentes cegetistas del sector independiente (Gerardo Martínez, de la UOCRA; Andrés Rodríguez, de UPCN, y José Luis Lingeri, de Obras Sanitarias), que tienen una fluida relación con Hugo, su papá.
El encuentro comenzó con mucha tensión, reproches cruzados y frases cortantes. “Nosotros ya estamos de vuelta, no podés seguir chicaneándonos en los medios”, le dijeron a Pablo Moyano. El dirigente camionero, a su vez, los criticó por su pasividad y por no invitarlo a las reuniones de “mesa chica”. Parecía que todo iba a descarrillarse, aunque finalmente hubo acuerdo y firmaron la paz.
Por eso el hijo mayor de Hugo Moyano se muestra distanciado de sus socios del Fresimona, sobre todo de Manrique, dirigente de SMATA y secretario Gremial de la CGT, quien esta semana sostuvo que “hay que prenderles fuego” a los empresarios del Foro Llao Llao, que deliberaron en San Carlos de Bariloche y escucharon a los candidatos presidenciales de la oposición. Pablo Moyano estuvo de viaje cuando se realizó la marcha kirchnerista contra la Corte Suprema y en reclamo de que Cristina Kirchner “no sea proscripta” para competir en las elecciones: ¿fue una ausencia puramente casual?
Hugo y Pablo Moyano, quienes siguen peleados por la crisis financiera de la obra social camionera, ya no están distanciados en cuestiones políticas. Hasta hace poco, el líder del Sindicato de Camioneros era un aliado incondicional de Alberto Fernández y su hijo se mostraba abrazado con Máximo Kirchner. Hoy, ambos apuestan por Massa, lo que no quiere decir que se hayan reconciliado: este viernes se celebraron los 30 años de la Mutual de Trabajadores Camioneros, pero al acto concurrió Hugo Moyano, pero no su hijo Pablo, algo curioso porque es el presidente de esa entidad.
Facundo Moyano, el secretario adjunto del Sindicato de los Peajes, no apoya al Gobierno ni al Frente de Todos y no se va a definir en materia electoral hasta que se hayan lanzado las candidaturas. En su entorno explicaron que, más allá de su buena relación con Massa, “no puede respaldar a un gobierno con una inflación proyectada de 120% y 54% de niños y adolescentes en la pobreza”.
Ese es un punto que complicará la suerte de cualquier postulante del oficialismo. Será raro verlo a Massa al lado de una CGT que acaba de difundir un comunicado muy crítico del momento económico del país: “Ya no hay más margen de deterioro económico sin riesgo de descomposición social”, advirtió la central obrera, que también señaló que “la sociedad argentina atraviesa una compleja crisis económica y social, heredada y agravada por un escenario de inestabilidad macroeconómica que se manifiesta a través de una escalada inflacionaria creciente que pulveriza el poder adquisitivo de los salarios; escasez de divisas, informalidad laboral y un proceso de aumento en su pobreza estructural, inaceptable para la Argentina, que alcanza a un 40% de nuestro pueblo”.
Pese a ese cuadro complejo, el Frente de Todos no quiere dar por perdidas las elecciones, sobre todo luego de que Alberto Fernández anunció que no irá por la reelección. Los sindicalistas deslizan que ese era el movimiento que esperaba Massa para darle un envión a su proyecto presidencial, aunque él sigue jurando a todo el mundo que sólo es el ministro de Economía. El otro movimiento será el apoyo de la CGT y de los gobernadores del PJ. Todavía falta que los índices económicos lo ayuden.
Massa irá al acto de la CGT. ¿Invitarán también a Alberto Fernández y Cristina Kirchner? Parece muy difícil, pero, por las dudas, en la central obrera aclaran: “A nadie se le cerrarán las puertas”
Seguir leyendo: