En la superficie, Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich dieron señales en las últimas horas de bajar la intensidad de la pelea que mantienen luego de que el jefe de Gobierno anunciara el sistema de elecciones concurrentes, con dos urnas, para que voten los porteños.
Sin embargo, por debajo de esas señales se mantiene el clima bélico entre unos y otros. Una demostración se dará esta tarde cuando delibere la asamblea ordinaria del PRO de la ciudad de Buenos Aires para decidir el firmante de la documentación de la alianza electoral del partido (es decir, su integración a Juntos por el Cambio): el larretismo tiene mayoría entre los 90 representantes que votarán para ese rol a un candidato del oficialismo porteño como Eduardo Macchiavelli, secretario de Proyección Federal del gobierno de la ciudad, pero el macrismo-bullrichismo, unido detrás de Jorge Macri, reclaman sumar alguien propio como firmante para garantizar que “no nos hagan trampa”.
Los rivales internos de Rodríguez Larreta aseguran que si no les conceden lo que exigen, están en condiciones de complicarles el quórum a los adherentes al jefe de Gobierno y si la asamblea no puede reunirse, “tienen que posponerla 10 días y se al larretismo se le dificultan los plazos electorales”.
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De los 90 dirigentes del PRO que están en condiciones de votar en la asamblea, que se realizará a las 18 en el Club Español, Bernardo de Irigoyen 172, el “jorgemacrismo” advierte que si se exceptúan los fallecidos y otros representantes que no están habilitados para participar, son 85 los que deberían debatir este tema y de ese número, 45 responden al larretismo y 40, a sus adversarios internos.
Los estrategas de Rodríguez Larreta desmienten en forma enérgica ese escenario y afirman que “no peligra” la mayoría que tienen para elegir sólo a Macchiavelli como firmante de la alianza. “Es una operación del macrismo y del bullrichismo en los medios”, dicen para descalificar a sus rivales.
Sostienen, además, que es casi imposible que les compliquen el quórum de la asamblea porque la carta orgánica del partido establece que se puede deliberar legalmente con otras mayorías si en el plazo establecido para que comience no se llega al número fijado en forma original. Sus oponentes contraatacan con el envío de una copia de la carta orgánica, en la que se establece que el quórum se alcanza, por lo menos, con la mitad más uno de la totalidad de los asambleístas y que, ante la falta de representantes para sesionar en una segunda citación, “si transcurridas dos horas de lo establecido en la citación no hubiese logrado el número requerido, la Mesa Directiva o, en su ausencia, 3 de los asambleístas presentes, procederán a citar a una nueva reunión para 10 días después”.
Para el larretismo, la fracción macrista-bullrichista “se equivoca” al deslizar que la relación es fuerzas entre los dos sectores es pareja: “Depende de cómo se mire porque ellos hacen un cálculo con los secretarios generales que están apoyando la candidatura de Jorge, lo que significa que esos mismos dirigentes no quieran apoyar la postulación de Horacio. Es mezclar las peras con las manzanas”.
Aun así, los partidarios del jefe de Gobierno admiten que “hay negociaciones” para llegar a un acuerdo, mientras critican la postura de sus adversarios: “En Juntos por el Cambio siempre se eligió un solo firmante por cada partido, y si quieren uno por cada precandidato habría que designar por lo menos a 3 sólo por el PRO (Jorge Macri, Fernán Quirós y Soledad Acuña), algo que no tiene lógica”.
Desde la otra vereda, replican: “Horacio perdió gran parte del territorio de la ciudad. Hay secretarios generales que no están dispuestos a entregarle la ciudad a los radicales, incluso se sumaron los que responden a Cristian Ritondo. Queremos garantías de que no van a perjudicar a Jorge”.
Las fricciones no son menores porque se instalaron en el PRO porteño, presidido por Claudio Romero, espacio que es el corazón del poder larretista, y constituyen un desafío al jefe de Gobierno.
Todo parece una pelea por formalidades partidarias, pero el problema de fondo es la desconfianza y el encono cada vez más radicalizado entre los larretistas y los macristas-bullrichistas. Las dudas sobre quién logra imponer su moción sobre el firmante de las alianzas se despejarán en la asamblea del PRO porteño de esta tarde. Pero, con este clima interno, será difícil que se alcance la paz definitiva, más allá de los gestos y de las declaraciones contemporizadoras de los máximos líderes partidarios.
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