El Frente de Todos tiene un solo precandidato presidencial que se mueve en clave de campaña electoral. El embajador argentino en Brasil, Daniel Scioli, reparte sus días entre Brasilia y Buenos Aires. Suma kilómetros con un doble objetivo: mantener fuerte su gestión en el país vecino y construir un camino dentro del peronismo que le permita ser candidato a presidente.
Lo hace en un contexto complejo por la falta de diálogo que existe dentro del Gobierno, las demoras en las definiciones y la tensión permanente en la convivencia. La disfuncionalidad de la coalición gobernante complica su proyección electoral y el ordenamiento del oficialismo a pocos más de dos meses del cierre de listas. Nadie gana y casi todos pierden.
Este miércoles, Scioli marcó la agenda política con una foto en el conurbano bonaerense. Visitó la localidad de Quilmes y estuvo reunido con la intendenta Mayra Mendoza, una de las dirigentes más cercanas a Cristina Kirchner y parte de la mesa chica de La Cámpora.
Como prueba del encuentro hubo una foto con detalles simbólicos fuertes: el ex gobernador acompañado por una referente del proyecto kirchnerista, y de fondo los cuadros de Néstor y Cristina Kirchner; sobre la mesa, la portada de un libro que dice: “Tenemos Patria. Tenemos proyecto. Somos futuro”.
De estrecho vínculo con Máximo Kirchner, Mendoza es una de las pocas jefas comunales que tiene la organización ultra K que este año tratará de retener la gobernación de su municipio frente a un candidato del PRO.
Mendoza se reunió con Scioli con el aval de Máximo Kirchner, quien ya sabía que el embajador iba a visitar Quilmes durante la mañana. La Intendenta cree en la construcción del Frente de Todos y en la necesidad de representar el modelo de país planteado por Néstor y Cristina Kirchner.
En el kirchnerismo el ex motonauta es considerado un “albertista” porque está parado cerca del Presidente. Además, porque saben que Alberto Fernández ha respaldado su intención de mostrarse como precandidato presidencial y porque por su perfil podría expresar al peronismo no kirchnerista. Lo miran con desconfianza.
Scioli no tiene relación con Máximo Kirchner, habló por última vez con la Vicepresidenta en diciembre del año pasado y no mantiene un vínculo estrecho con el núcleo duro del mundo K. En sus reuniones políticas suele decir que nunca traicionó y que siempre estuvo parado en la misma vereda. Incluso después de que el kirchnerismo le diera un tibio apoyo a su candidatura presidencial en el 2015.
En el mundo K no es considerado uno de los propios. Por eso la imagen de esta mañana tiene impacto en la agenda política. En un clima de tanta tensión interna, la imagen de Scioli con Mendoza hasta podría ser considera un gesto de distención. Una rareza entre tantos reproches internos.
En la línea de pensamiento del ex motonauta, mostrarse con actores políticos de diferentes sectores le da sustento a su idea de que es momento de ampliar el espacio político y no cerrarse en los conflictos internos. Correr los límites para construir un proyecto electoral competitivo. Para él esa es la tarea clave en este tiempo del proceso electoral.
En lo que respecta a la actividad formal, el ex gobernador estuvo en la empresa Secin, que es líder en la fabricación de bienes de capital (equipos de procesos productivos) elaborados en aceros inoxidables y metalurgias especiales. Fiel a su estilo, se inclinó por una visita al sector productivo para darle un marco a su nueva recorrida por el conurbano.
Scioli ya visitó Esteban Echeverría, Ezeiza, Florencio Varela, Cañuelas y Almirante Brown. Mañana cruzará el límite de la provincia de Buenos Aires. En un día visitará dos provincias gobernadas por mandatarios que están alejados del kirchnerismo. Estará en Entre Ríos y Santa Fe, junto a Gustavo Bordet y Omar Perotti.
En las últimas semanas los dos gobernadores se mostraron cerca de Juan Schiaretti y su proyecto presidencial. Sumaron señales políticas que los ponen en la vereda de enfrente al mundo K. Recibir a Scioli en sus provincias va de la mano de esta postura pública.
Cerca de Scioli tienen en claro que ningún gobernador ni intendente dará una muestra de apoyo clara a su candidatura, pero aseguran que su celular suena con frecuencia. Recibe invitaciones de las provincias y los municipios. Así suele moverse la política en campaña cuando aún restan demasiadas definiciones. Nadie quiere quedar pegado a un candidato que no saben si terminará compitiendo o no.
El camino es largo y en el sciolismo saben que el que preste su apoyo ahora, puede quedar colgado después. Para eso existen los mensajes políticos a través de las fotos y las reuniones privadas durante las visitas a los distritos. Los lugares donde se dice lo que no se puede decir en público.
“Es el estilo de él”, indicaron en el entorno de Scioli en referencia a la muestra de amplitud que intenta dar en sus recorridas. No quiere quedar parado en ninguna tribu, ni que le pongan motes. Se mueve para mostrar su voluntad de competir en un frente electoral aturdido por la falta de definiciones. Insiste con la idea de conformar un proyecto político amplio que rompa la contención del peronismo.
Si bien hay puentes entre la Casa Rosada y el kirchnerismo, aún no hay una mesa donde sentarse a discutir el rumbo del espacio político. Mientras en Juntos por el Cambio avanzan en sus cada vez mas tensas negociaciones electorales, en el oficialismo cada sector es un satélite girando sin un sentido claro. No hay movimientos coordinados. En ese escenario, Scioli es el único que aparece con una idea clara. Trabaja para ser presidente.
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