Tuvo unos pocos días de luna de miel y ya volvió al ruedo. Es una María Eugenia Vidal recargada. Ya no se la nota incómoda, como lucía hace dos años durante la última campaña porteña, que constituyó su regreso a la arena política luego de su derrota electoral de 2019, el cambio de distrito y un prolongado silencio. Ahora volvió a sintonizar la misma frecuencia de esa dirigente aguerrida que como gobernadora bonaerense dio batallas complejísimas en un territorio decisivo e indomable.
Aún no decidió si será candidata presidencial, pero hace muchos meses que está recorriendo el país y hablando con la gente. ¿Adónde la llevará ese camino? Si hay algo que deja en claro Vidal es que asumió una capacidad de autocrítica casi inédita para la clase política argentina. Mientras muchos de sus colegas están asustados por el ascenso de Javier Milei y buscan estrategias para frenarlo en las urnas, la ex mandataria aseguró que hay que escuchar y atender a los ciudadanos de a pie. “Si Milei crece será porque está representando algo que nosotros no logramos representar -admitió-. No tenemos que pensar qué hacemos con Milei sino qué hacemos nosotros en nuestro vínculo con los argentinos. Qué pasa con esos argentinos que eligen a Milei y no a nosotros. En qué estamos fallando”.
Durante la entrevista con Infobae, Vidal insistió con una frase que tiene más filo que un bisturí: “La política es un circo sin público, actuando para sí misma con los argentinos afuera de la carpa”. Pero resaltó: “Creo que me quedé corta. No es un circo, es un estadio. Los argentinos nos ven lejos”.
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Además, habló sobre el renunciamiento de Mauricio Macri, las internas del PRO porteña y bonaerense y la agresión contra Sergio Berni, mientras reconoció que la dirigencia de Juntos por el Cambio tiene una gran preocupación por el agravamiento de la crisis económica: “El objetivo del Gobierno es llegar a diciembre como sea, no resolver los problemas de la Argentina”, consideró.
— ¿Por qué todavía no decidió si será candidata presidencial?
— Me pareció que había que ponerse un plazo suficientemente separado de la elección como para ayudar a ordenar la dinámica del PRO y de Juntos por el Cambio, pero también no ahora porque siento que a la sociedad no le importa, no le interesa y está bien que así sea, no sólo si yo soy candidata o no, quién es el candidato de Juntos por el Cambio o del PRO. Toda esta discusión de candidaturas genera un hartazgo justificado frente a problemas mucho más urgentes. Los cierres de listas son el 24 de junio y la política está discutiendo esto desde hace meses y lo hace hablándose a sí misma. Después de recorrer más de 60.000 kilómetros, siento que los argentinos necesitan otra cosa de nosotros.
— Usted anticipó que lo anunciará a fines de mes. ¿Qué cambiaría en esa fecha?
— Estamos un poco más cerca de la fecha de elección. Me quise poner plazo también para no contestar vagamente, pero insisto en que hasta el día de cierres de listas para la gente no es una prioridad cómo se definen las candidaturas ni quién es el candidato cuando vemos morir de una manera tan injusta a argentinos en distintos lugares del país por la inseguridad de todos los días, cuando no llegan a fin de mes. Y lo peor no es sólo no llegar a fin de mes sino no saber cuándo se sale, cuándo y cómo termina. Esa angustia está muy fuerte hoy en los argentinos. Ver una política casi de manera obscena discutiéndose a sí misma le suma angustia a lo que ya genera angustia en el día a día.
— Usted está recorriendo el país desde hace bastante. ¿Qué nota en la gente? ¿Hay alguna diferencia respecto de lo que usted sentía como preocupación de los argentinos?
— Siento que hay una enorme grieta no entre el kirchnerismo y el macrismo sino entre la política y la gente. Hace pocos días dije que la política es un circo sin público, actuando para sí misma con los argentinos afuera de la carpa. Creo que me quedé corta. No es un circo, es un estadio. Los argentinos nos ven lejos. Este año vamos a cumplir 40 años de democracia en los que nunca pudimos sostener bienestar económico en el tiempo. Muchos de los chicos sin imaginarse un futuro en la Argentina, decidiendo irse, con familias yendo a despedirlos a Ezeiza, que es la postal que vimos los últimos tres años. Un gobierno emparchador donde todos los días anuncia algo para ganar un mes más que nos va hacer vivir peor en el futuro. Y políticos discutiendo candidaturas. Nada puede ser más lejano.
— ¿Su diagnóstico es muy pesimista o demasiado realista?
— No, también está la contracara de eso, de esa tristeza, de esa angustia, de esa lejanía con los políticos de ya no esperar nada: a pesar de todo eso, los argentinos siguen creyendo en sí mismos, en su familia, siguen levantándose cada mañana y produciendo hechos extraordinarios aunque no salgan en los diarios. Llegué anoche de Entre Ríos y ahí conocí a Alejandro y a Facundo en un pueblito cerca de Paraná que se llama Oro Verde. Son un bioingeniero y un ingeniero mecánico que están trabajando en unas prótesis. La profesora de unos ellos tenía un hijo con parálisis cerebral, no se podía parar y no había prótesis ayudarlo. Y él se puso con un herrero a diseñar las piezas para una prótesis que permitiera que el chiquito se pudiera parar. De ahí surge un emprendimiento que hoy está patentado en la Argentina. Los vinieron a buscar de Chile para que se instale allá, los convocan del MIT, de universidades de Europa. Desde un pueblito como Oro Verde, sin inversión ni capitales y con un Estado que desde la AFIP todavía les está exigiendo que le expliquen el premio que se ganaron en Chile y les cobra impuestos. Eso también es Argentina. Hay gente que sigue apostando, que quiere avanzar, que quiere crecer a pesar de todo. Y eso lo veo no sólo en las minas de litio de Jujuy donde estuve o en Vaca Muerta, eso lo veo en ciudades pequeñas como esta.
— Usted propuso a sus colegas fijar reglas de juego para no despedazarse en la competencia electoral, pero no escuché a ninguno que la apoyara y adhiriera a la propuesta. ¿Por qué su iniciativa no se tradujo en algo concreto? ¿Alguien la llamó?
— No todavía, pero no me rindo. Estoy convencida de que tenemos que estar a la altura de lo que pasa y que es importante que las PASO nos fortalezcan, no que nos dañen como alternativa de futuro en la Argentina. Es parte de lo que los argentinos están demandando de nosotros. No puedo hacer una PASO o ir de candidata y decir que Horacio o Patricia no tienen aptitud para ser presidentes y al día siguiente, si pierdo, pedirles a quienes me votaron que los acompañen. O les mentí antes o les mentí después. Entonces el camino por donde tenemos que ir es definir reglas de no descalificación, de tener un programa económico común para darles certeza a los argentinos. Después cada uno tiene características personales, historias y trayectorias distintas, equipos distintos. Y la gente va a elegir y no puede ser dramático. La competencia te hace mejor. Pero con altura.
— ¿Cómo calificaría el renunciamiento de Macri a cualquier candidatura?
— Fue un gesto de generosidad, de grandeza, de apostar a la ampliación del espacio. También de sumar una voz de apoyo que no esté integrando el gobierno. Siento que sumamos. Y lo decidió él solo.
— Algunos dicen que dio un paso al costado porque le daban mal las encuestas.
— Eso es una mirada muy mezquina. El panorama electoral está hoy incierto, los que deciden son los argentinos. Y de los ex presidentes es tal vez el que ha ocupado mejor su rol después de 2019. Estoy segura de que hay muchos argentinos que se sienten desilusionados y que les hubiera gustado verlo en la boleta, pero va a hacer una gran contribución en este nuevo lugar que eligió.
— En el entorno de Macri, explicaban que él estaba seguro de ganar las PASO y las elecciones generales, pero que tenía una clara conciencia de que no iba a poder aplicar desde el gobierno las reformas estructurales que cree que hay que hacer en el país.
— No creo eso. Nunca me lo transmitió. Mauricio dice siempre, en on y en off, lo que piensa. No es que tiene un discurso para lo público y otro para lo privado. Y en lo privado él ya venía hablando hace rato de esta necesidad. Por eso yo decía que daba señales de no querer competir. Es muy sabio este mensaje de no hay caudillo que salve a la Argentina. Ni Macri, ni Kirchner, ni Larreta, ni Bullrich, ni Vidal. No hay una persona que vaya a salvar el país. Hay un equipo de dirigentes que se tienen que comprometer. Esto no lo va a hacer un presidente y tampoco lo va a hacer un solo equipo de gobierno. Acá hay millones de argentinos que tienen que empujar para que de verdad haya un cambio. La buena noticia es que están, que somos mayoría los madrugadores, los que nos levantamos temprano y nos acostamos tarde. Somos mayoría los que queremos que la educación sea un lugar donde nuestros hijos puedan progresar y aprender. Somos mayoría los que no creemos que cumplir la ley y que haya orden sea dictadura o represión. Eso se está viendo cada vez más claro. El fin de ciclo al que estamos asistiendo no es solo el fin de ciclo del kirchnerismo sino el de ciertos paradigmas que la realidad derrumbó. Vivir de lo nuestro cuando el 80% de lo que consumimos tiene algún componente hecho en otro país. La emisión no genera inflación. O lo que da el Estado es gratis, cuando ya aprendimos que lo pagamos con más impuestos, más deuda o más emisión y también en el supermercado. Todas esas cosas la realidad ya las dejó muy claras. La escuela pública y privada no sirven si no es un espacio de aprendizaje de nuestros hijos. No importa si hay paro o no hay paro, si los chicos están adentro del aula, si no aprenden. Y no están aprendiendo. A veces es necesario que se desnuden muchas de estas verdades para que podamos cambiar de verdad. Creo que la Argentina está llegando a ese lugar.
— ¿Qué papel imagina que asumirá Macri en un eventual gobierno de Juntos por el Cambio? ¿Si mantiene un rol tan activo va a interferir o condicionar la próxima gestión?
— También se puede pensar al revés: qué valor es tener un ex presidente que te apoya, que te acompaña, que te puede transmitir su experiencia. Que es respetado en el mundo y que, sea o no presidente, lo siguen recibiendo los presidentes del mundo y haciéndolo parte. Que lo respetan inversores del mundo. Qué capital para la Argentina, ¿no? De todas maneras, el rol que él ocupe será el resultado de un diálogo construido entre quien le toque la responsabilidad de ser presidente y él. Nadie lo va a sacar o poner en un lugar donde él no quiera estar.
— Es cierto también que en su mensaje de renunciamiento Macri dijo: “Nunca más tendremos una marioneta como presidente”. ¿Se le puede creer?
— Fue muy positivo.
— ¿No lo ve condicionando con sus opiniones las acciones de gobierno?
— No, no tengo dudas de que Mauricio va a tratar de ayudar a quien sea presidente. Y va a tratar de sostenerlo en las dificultades que le va a tocar atravesar, que van a ser muchas.
— ¿No siente un aroma a 2001 por el hecho de que hay mucha gente que parece pedir “que se vayan todos”? ¿La apuesta de muchos argentinos a Javier Milei no tiene ese sentido de bronca, de protesta? Tampoco hay que obviar la reacción que hubo contra Sergio Berni no por parte de militantes sino de colectiveros cansados de que no haya respuesta contra la inseguridad.
— El enojo es entendible. La bronca es entendible. En el caso de Berni fue una violencia que surgió de la promesa incumplida del anterior chofer que había muerto y que se habían comprometido a hacer cosas que no hicieron. Y del show y la espectacularidad que se sintieron como una provocación cuando se estaba en el medio del dolor por alguien que había fallecido. Es cierto que ese enojo y esa bronca existen, pero la pregunta es qué vamos a hacer con ese enojo y esa bronca. Pueden servir para poner un límite, para decir basta. Ahora, también tiene que servir para construir, no para destruir. Terminar con todo no garantiza que vamos a estar mejor. A veces, países que terminaron con todo se volvieron a lugares aún más oscuros. Yo también estoy enojada y muchas veces me siento avergonzada de ser parte de un sistema político que no representa a los argentinos.
— ¿Hablan de este tema con sus colegas de Juntos por el Cambio? ¿Coinciden con usted?
— Sí, hay muchos que lo sienten, que lo ven, que están preocupados por esto y que hacen cosas para que esto no suceda. No somos todos iguales. A muchos nos duele lo que pasa. Sabemos y entendemos lo que pasa. No nos aislamos en una burbuja de poder. No creemos que tenemos la razón siempre. Pero el enojo y los gritos, la destrucción, no nos van a llevar a un lugar mejor. A partir de este enojo y de esta bronca tenemos que poder construir algo distinto. Yo quiero hacer algo distinto. Si no, ya me hubiera ido de la política. Cuando perdí la gobernación me fui un año y medio, casi dos, a trabajar para el sector privado. Decidí que no quería recibir un peso del Estado de ningún tipo, ni en contratos del Estado ni en cargos. Quería demostrarme a mí misma y a mis hijas que podía no tener un cargo público y pagar las cuentas a fin de mes. Lo hice, lo conseguí. Y en ese momento podría haber decidido no volver. Ya había encaminado mi vida laboral, había empezado a dar clases. Ya tenía un camino posible. Volví por vocación y porque quiero cambiar esto. No vengo a ser cómplice del sistema. No lo voy a ser. No quiero serlo. Sobre todo cuando tenemos una responsabilidad de representación que los argentinos nos están exigiendo. Y voy a hacer todo lo posible para que esto cambie. Si en algún momento siento que no puedo, que está lucha ya no tiene sentido, no me voy a quedar por comodidad. Ya me tocó saber lo que es estar afuera, lo hice y sobreviví. Y casi me fue mejor por lo menos en el sueldo de fin de mes. Pero no tengo otra ambición: quiero que esto de verdad cambie.
— El gesto de Macri no fue acompañado por otros similares entre dirigentes de JxC, ni siquiera en candidatos casi testimoniales que en las encuestas miden 2 o 3 puntos. ¿Por qué?
— El peso que Mauricio tiene no es el mismo que el de otros dirigentes. Su decisión era muy esperada. Su definición condicionaba la decisión de otros, entre ellos la mía que había dicho que si él competía yo no iba a competir. Me parece que su peso es distinto al de otros dirigentes.
— Justamente por eso es raro que no haya gestos de buena voluntad de otros candidatos. Sólo en la provincia de Buenos Aires el PRO tiene 5 cinco candidatos a gobernador.
— Bueno, todavía falta. Así como no descarto que haya otros renunciamientos, como no descarto que haya reglas de juego acordadas entre todos…
— Usted es una optimista.
— Siempre, sí.
— Ya que hablamos de gestos, ¿cómo califica la actitud de Omar De Marchi en Mendoza de romper las reglas de JxC y competir por afuera aun cuando en la provincia hay PASO?
— Ese es un caso distinto. Porque una cosa es competir o no dentro del espacio y esa es una decisión legítima de cualquier dirigente, y otra cosa es competir fuera del espacio. Y cuando hablo del espacio no solamente hablo del espacio Juntos por el Cambio sino dentro del PRO, que es mi partido. Hay una decisión del PRO de integrar Cambia Mendoza que no es más que la expresión de Juntos por el Cambio en la provincia de Mendoza, que Juntos por el Cambio gobierna con Alfredo Cornejo. No siento que esto contribuya para nada a estas señales de responsabilidad y unidad que nos están pidiendo los argentinos. Sobre todo en una provincia donde hay PASO y boleta única, donde no hay excusas para no competir adentro de la coalición.
— ¿Por qué sigue tan trabada la interna del PRO en la ciudad de Buenos Aires?
— Ahí también hay PASO y hay una fecha de elección definida. No veo cuál es la complejidad, más allá de que haya varios candidatos. Los porteños decidirán y si hay algo que los porteños tienen es autonomía. Los porteños toda la vida defendieron su autonomía, su independencia, su capacidad de decisión. Con lo cual confío plenamente que ellos van a elegir a quien quieran elegir, más allá de la oferta de candidatos. Y van a saber elegir bien, seguramente.
— Rodríguez Larreta sostiene dos candidatos a jefe de Gobierno, como Fernán Quirós y Soledad Acuña, frente a un postulante como Jorge Macri que está apoyado por el ex presidente. ¿Este escenario se explica sólo por las diferencias de Larreta con Macri y Patricia Bullrich?
— Horacio ya dijo públicamente que tiene que haber un candidato único del PRO, y yo lo comparto. Apuesto a que va a haber una discusión madura que nos va a permitir tener un candidato único. A quien decidamos que va a ser el candidato del PRO yo lo voy a apoyar, más allá de que con Fernán tengo un vínculo personal, afecto y admiración. Con el paso del tiempo muchos vamos a valorar todavía más su actuación en la pandemia. Pero voy a apoyar al candidato que todos acordemos y el PRO, más allá de los candidatos, es un equipo que viene gobernando hace 16 años, lo viene haciendo muy bien y se merece seguir mejorando la Ciudad de Buenos Aires.
— ¿El problema cuál es, que no saben cómo conformar al radicalismo, a Martín Lousteau?
— El radicalismo es parte hoy de Juntos por el Cambio y tiene todas las reglas de juego para competir. Me parece “superválido” que Martín quiera ser jefe de Gobierno y presentarse a elecciones y que los porteños definan. No veo ninguna situación por la cual el radicalismo podría estar fuera de Juntos por el Cambio en la ciudad de Buenos Aires. De hecho, son parte de la coalición de gobierno, ocupan ministerios, ocupan espacios muy relevantes en el Ejecutivo. Hoy son parte de Juntos por el Cambio y no veo ninguna razón para que no lo sean.
— ¿Cree que puede solucionar todo el esquema de desdoblamiento concurrentes, con dos urnas en las que se votarían por separado las candidaturas nacionales y las porteñas?
— Otra discusión lejos de la gente.
— ¿Está en contra?
— Estoy en contra, primero, porque es más gasto, es algo que nunca se hizo y falta poco tiempo. La gente tiene que entrar en un cuarto oscuro con un sobre, poner primero la boleta presidencial de papel en el sobre y después ir a otra mesa y decidir a través de una boleta única papel que tiene más de tres cuerpos. O sea, todo lo que tenemos que hacer hoy es no complicarle la vida a la gente. Todo lo contrario. Además, creo que las reglas electorales no se cambian en año electoral. Lo dije cuando el kirchnerismo quiso suspender las PASO y lo digo ahora en esta discusión.
— ¿Qué pasará en la interna bonaerense del PRO? ¿Habrá dos candidatos en las PASO?
— Veremos, todavía falta. Lo importante es hace tres años si me hubieras hecho esta pregunta la única discusión era si yo iba o no iba a ser candidata a gobernadora. Que hoy estemos hablando de que hay cinco candidatos, y dos con más chances, habla de cómo el PRO creció en estos años. Cómo ganamos una elección intermedia, la cuarta que le ganamos al peronismo, la tercera que le ganamos al peronismo de las últimas cuatro elecciones. Cuando se habla de la inviabilidad de poder ganar la provincia, les recuerdo a los argentinos que Juntos por el Cambio ganó tres de las últimas cuatro elecciones en la provincia de Buenos Aires. Así que no hay bastión inexpugnable. Y, además, la realidad de los bonaerenses todos los días los pone frente a la necesidad de una alternativa a este gobierno que claramente no les está dando respuestas. Juntos por el Cambio tiene una enorme oportunidad y por supuesto para mí el mejor candidato es Cristian Ritondo porque creo que la seguridad, más en una semana como esta, es el principal problema que tiene que resolver el próximo gobernador. Es donde ha habido un retroceso enorme y él es quien tiene más experiencia para hacerlo.
— ¿Tener igual 5 candidatos a gobernador, dispersar los esfuerzos de JxC en la provincia, no es darle también una ventaja a un Axel Kicillof que está bien en las encuestas?
— No, todo se va a ir ordenando. Los conozco a todos, son personas capaces. Yo he hecho pública una preferencia por Cristian, pero realmente son los cinco muy capaces y no tengo dudas de que dialogando se va ordenar de alguna manera esta situación. Si salimos a la calle todos los días, como salgo yo, si escuchamos a la gente como yo la escucho, si de verdad nos importa lo que está pasando, no podemos detenernos mucho tiempo en estas discusiones. Sobre todo entendiendo que un presidente, un gobernador, un intendente, no cambian solos esta realidad tan compleja. Acá no sobra nadie, se necesita a todos. Nadie es Gardel, se necesita un equipo y muy preparado para enfrentar dificultades. No hay margen ni en la provincia ni a nivel nacional para improvisar, para emparchar. Todo eso ya lo hizo este gobierno durante estos últimos casi cuatro años. No tenemos margen para eso.
— Llama la atención que en un escenario de elección reñida y sin ballotage no apoyen todos a Diego Santilli, que le ganó las elecciones legislativas de 2021 a todo el peronismo unido, algo que no sucedía desde 1983. Pese a eso no le alcanzó para convertirse en el candidato indiscutible del PRO. ¿Por qué sucede eso? ¿Sólo explica por el nivel de disputa con Rodríguez Larreta?
— No sé, es que es una pregunta que no sé cómo responder. Creo que probablemente sea que la elección intermedia es no es el resultado de una persona sino de un equipo. Los políticos a veces cometemos el error de creer que nos votan a nosotros. La gente vota lo que representamos en el momento en que se da la elección. No hay cheque en blanco. Y cuando perdemos, en general fue porque nos equivocamos nosotros. Tampoco hay error del que vota. Entonces hay que entender que las elecciones las ganan proyectos, equipos, no una persona. Si no, primero, la carga de esa persona es muy grande y muy difícil de resolver por sí mismo. Y segundo es un peligro para el ego creerse que millones de personas sólo te eligen a vos. Y no lo digo por Diego, que es una persona bastante centrada, sino que lo digo en general en la política. Uno siempre corre el riesgo de creerse eso.
— ¿Comparte la opinión de quienes dicen que no importa quién sea el candidato a gobernador porque la elección bonaerense se define por el efecto arrastre que tiene la fórmula presidencial?
— No, por supuesto que importa. Importa que sea alguien competente. Alguien que conozca la provincia, que tenga experiencia, que comparta los valores de Juntos por el Cambio. No es que cualquiera va. Y, además, que se sienta parte de un equipo. Son muchas condiciones, no tan fáciles de encontrar. Por suerte todos los candidatos son muy buenos, más allá de que crea que Cristian es mejor.
— ¿Qué se hace con Milei? Muchos de sus colegas están preocupados por su ascenso en las encuestas e incluso se analiza una fórmula presidencial con José Luis Espert para que el voto liberal se quede dentro de Juntos por el Cambio y no siga fortaleciendo al diputado libertario.
— Nunca definí mis acciones políticas, mis propuestas, mis proyectos, en función de mis adversarios. Creo que eso es una debilidad, es un error en política. Si Milei crece será porque está representando algo que nosotros no logramos representar. No tenemos que pensar qué hacemos con Milei sino qué hacemos nosotros en nuestro vínculo con los argentinos. Qué pasa con esos argentinos que deciden elegir a Milei y no a nosotros. En qué estamos fallando. No qué hacemos con Milei. Milei es un ciudadano libre, puede presentarse en elecciones y perfectamente armar un partido. Para eso estamos en democracia. No me preocupa tanto Milei como me preocupan los argentinos y qué está pasando en Juntos por el Cambio en esa representación y cómo mejoramos eso. Parte de eso es lo que hablamos de la grieta entre la política y la gente. Milei cataliza de alguna manera ese enojo, esa bronca, esa lejanía, esa distancia que el resto de los políticos hoy no está logrando.
— Macri, Larreta, Bullrich y usted tuvieron hace una semana un encuentro reservado con economistas en el que coincidieron en la preocupación por la crisis económica. ¿Cuál es el escenario que prevén en los próximos meses e incluso cuando asuma el nuevo gobierno?
— Es el escenario que estamos viendo, donde se va alimentando silenciosamente una bomba económica aun peor que la que ya explotó. Con una deuda que ya no solamente no para de crecer sino que, además, ahora cada vez es más cara porque hay que pagarla en dólares o hay que pagarla ajustada por inflación, o sea que va a ser una deuda carísima para los argentinos. Mucho, mucho peor que la deuda que nosotros dejamos. Un espacio político que hizo campaña durante todos estos años hablando de la deuda que nosotros dejamos y está dejando una deuda muchísimo peor. ¿Si estaba mal endeudarse con tasas al 7% ahora está bien endeudarse con tasas al 30? Realmente es gravísimo lo que está pasando como bomba de presente y de futuro. Un país empobrecido. Este gobierno que llegaba para empezar por los últimos se va con más pobreza. Con una pobreza que hoy está superando el 40% porque el dato del 39% de diciembre es viejo y no cuenta la inflación que ya venimos sufriendo. Un gobierno que se va a ir con más de 100% de inflación. Y todo lo que pasa pasa en el sentido de agravar la situación porque el objetivo del ministro de Economía y del presidente es llegar a diciembre como sea, no es resolver los problemas de la Argentina. Una muestra de eso es hoy con el dólar agro, es el tercer dólar agro desde que asumió el ministro Massa. El tercero. Parche, otro parche más. ¿Cuántos tipos de cambio tenemos? Más de quince. Si viene un extranjero y yo le tengo que explicar el sistema cambiario argentino creo que no se lo puedo explicar, y yo que me considero una persona informada. Más la diaria, más esto de no llegar a fin de mes.
— ¿Ese panorama es el peor que están viendo en materia económica para la gente?
— Sí, y, sobre todo, haber anulado el futuro. Este gobierno terminó con el futuro. No hay expectativa de progreso ni de salida. No hay mañana. No hay final de la pesadilla. No sabemos nunca cuándo ni cómo termina. Y eso lo trajo este gobierno. Lo trajo Alberto, lo trajo Cristina, lo trajo Massa. Lo trajo este Frente de Todos. No hay mañana. Cuando uno le pregunta a cualquier argentino, tenga 15 años o 70, cuál es el futuro, es un muro negro. Eso genera mucha angustia y dolor. No sólo por el dolor presente sino porque el esfuerzo presente no tiene sentido porque no sabemos ni cuándo termina ni para qué lo hacemos. El otro día escuché una frase muy interesante de (la diputada española) Cayetana Álvarez de Tolero. Decía: ¿Qué es preferible? ¿Uno o dos años de esfuerzo, de sacrificio útiles, o diez años de sacrificios inútiles? ¿Cuántos años hace que los argentinos sentimos que hacemos sacrificios inútiles para volver como la rueda del hámster siempre al mismo lugar? La buena noticia es que si tenemos un programa serio, consistente, un programa de estabilización desde el primer día, con un buen equipo económico, con una coalición política convencida, si eso sucede, la Argentina tiene todo para ganar. Porque los argentinos también sabemos que tenemos recursos, que tenemos talento, que tenemos un mundo que pide lo que nosotros producimos. Tenemos oportunidad de salir adelante.
— ¿Habrá tolerancia de tanta gente que la está pasando mal a las medidas de shock y ajuste que aplicará Juntos por el Cambio si gana las elecciones? ¿Creerán los argentinos que sufren a alguien que les diga que sufran un poco más porque ahora habrá un horizonte distinto?
— Lo voy a poner en otros términos: no hay más tolerancia para la mentira, el cinismo, el parche. No hay más tolerancia para la improvisación. No hay más tolerancia para los privilegios. Para eso estoy segura de que no hay más tolerancia. La sociedad necesita verdad, una clase dirigente que dé el ejemplo. Necesita ejemplaridad. Necesita otro camino. Si le mostramos ese camino, va a acompañar.
— ¿El ejemplo de la clase dirigente sería hacer un ajuste en la política?
— Hacer el ajuste en la política no es bajar veinte a diez ministerios. Eso no es un ajuste en la política, es un ajuste en diez cargos. Un ajuste en la política de verdad es eliminar todas las jubilaciones de privilegio, como lo hicimos en la provincia de Buenos Aires. Yo voy a ser, lo digo siempre orgullosa, la primera ex gobernadora que no cobre su jubilación de privilegio porque la derogamos en mi gobierno. Un ajuste en la política de verdad es bajar los cargos políticos a la mitad. Yo dejé 760 cargos políticos y los había bajado en un 40% y Axel Kicillof pasó de 700 a 1.800. Es de verdad eliminar las plantas transitorias que llegan con el nuevo que llega. No necesitamos más personal en el Estado. Es terminar con el festival de directorios, de cajas públicas. Pero terminar en serio. Es ponerle un tope al gasto del Congreso como total del presupuesto como lo hicimos en la provincia de Buenos Aires para que haya un límite a lo que el Congreso puede gastar. Y es la decisión de quien conduzca, el presidente, y de todo su equipo de ser ejemplares y austeros de verdad. Es no ir a un viaje que no trajo nada a Estados Unidos con cincuenta y pico de funcionarios. Es no hacer un recital en Olivos después de que se murió una bebé en la puerta de la Casa Rosada con una banda de rock celebrando no sé qué. Desde lo más obvio, que son estas últimas cosas, hacia lo más estructural.
— Si tuviera que sintetizar la actitud de Cristina Kirchner, integrante y comprometida desde el origen con un gobierno del que busca mostrarse opositora, ¿qué respondería?
— Mezquindad sería la palabra. Con tanto sufrimiento, lo único que el gobierno muestra es quién sube al bote primero para salvarse y no qué van a hacer para salvar a los argentinos. El kirchnerismo está demostrando que sólo le interesa un proyecto de poder, no de país. Siempre fue así, pero hoy lo está desnudando de manera violenta. Por ejemplo, el silencio primero de Kicillof y luego las teorías conspirativas sobre el colectivero asesinado. Pregunto a los argentinos: ¿Quién fue la víctima esta semana? ¿Daniel (Barrientos) o Kicillof? Te aseguro que la respuesta será unánime. Ese kirchnerismo que se está desnudando frente a la sociedad tiene una sola palabra para ser definido: mezquindad.
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