Aunque se mantienen distantes de Sergio Berni, en el Ministerio de Seguridad Nacional, que conduce Aníbal Fernández, investigan la hipótesis de que haya habido un móvil político detrás del asesinato del chofer de colectivo Daniel Barrientos en La Matanza, ayer por la madrugada, que derivó en la protesta donde el ministro bonaerense fue atacado físicamente. En la Casa Rosada siguen de cerca la pesquisa, a cargo de la secretaría de Inteligencia Criminal, y avalan la teoría del funcionario que responde a Axel Kicillof.
Esta mañana, Berni puso en duda que el crimen del chofer haya sido un hecho habitual de inseguridad por las características del episodio, el armamento y la estructura utilizadas; y mostró desconfianza sobre la manifestación de los compañeros del colectivero asesinado, donde fue golpeado. Apuntó directamente contra el espacio de Mauricio Macri. “Hubo infiltrados (...) agitadores del PRO que los tenemos recontra conocidos. Y Patricia Bullrich es parte de ese sector. Que se hagan responsables”, lanzó en una entrevista por Radio 10.
Las cúpulas de los ministerios de Seguridad de la Nación y de la provincia de Buenos Aires mantienen la distancia, aún después del cimbronazo que provocó el asesinato del chofer y la posterior agresión al ministro en Virrey del Pino. Vienen de tres años de disputas internas, que primero protagonizó Sabina Frederic; que continuaron con el desembarco de Aníbal Fernández; y que se reeditaron hace dos semanas con la discusión por el envío supuestamente inconsulto de gendarmes al territorio.
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En el Ejecutivo confirmaron que no existe ningún contacto entre el ministro y Berni, a pesar de la crisis. Tampoco con el Presidente. “Está todo roto y no hace falta”, justifican. Señalan que la comunicación entre los dos niveles del Estado está en manos de las segundas líneas y que esa dinámica funciona. Además, destacaron que el jefe de Gabinete, Agustín Rossi, llamó a Kicillof “apenas ocurrió el hecho” para saber cómo estaba Berni y solidarizarse.
En resumen, la relación es fría y tensa. Pero la crisis por el tema que lidera las encuestas llevó a cierto grado de coincidencia entre las alas nacional y local a la hora de elegir un enemigo en común para justificar la crisis. En el Gobierno no descartan que haya habido una confabulación de la oposición para provocar, deliberadamente, la muerte de Barrientos y generar malestar en la población, como había deslizado Berni. Sin embargo, se cuidan de no apuntar directamente contra una fuerza política en particular y, aunque no lo dicen en público, desde la Casa Rosada evitan polemizar con las conjeturas del ministro, que tiene el apoyo cerrado de Kicillof y de Cristina Kirchner.
Sólo discrepan sobre la espontaneidad de la protesta. “Los choferes se sintieron boludeados, usados, y eso generó una reacción, también de los gremialistas”, dijo un funcionario de la órbita del Presidente.
Al igual que cada año, la delincuencia en el territorio más poblado y empobrecido se perfila como un tema central para los votantes. Y aunque en Balcarce 50 admiten que hay “un problema con la seguridad” en Buenos Aires, lo desligan del caso puntual de Barrientos. En cambio, abonan la suposición de que el asesinato del colectivero haya sido premeditado con fines políticos de cara a la campaña. “Fue raro, parecía armado para desestabilizar, llaman atención los medios que tuvieron. Hubo demasiado despliegue, ¿por qué matar al colectivero, cuánta plata podía llevar?”, elucubran en la Nación.
“Obviamente esto tiene que ver con las elecciones. Buscan generar descontento, esperan un estallido desde hace tres años, la oposición y determinados sectores”, sostuvo un funcionario del entorno del jefe de Estado. Por ahora no tienen planes de hacer una presentación en la Justicia, pero adelantan que avanzarán formalmente con una denuncia si hay suficientes indicios. “Veremos el estado de la investigación”, dijeron.
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Mientras tanto, el kirchnerismo evita dar un apoyo explícito a Berni, pero lo respalda en los hechos. Kicillof lo mantendrá en el cargo y desde el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, que conduce el cristinista Julio Alak, realizaron una presentación ante la justicia nacional “para que se esclarezcan los hechos que lo tuvieron como víctima”.
“Configuran los delitos de atentado contra la autoridad, lesiones graves e intimidación pública. Y si bien tomó la decisión personal de no denunciar el ataque, la gravedad institucional de lo sucedido justifica la intervención de la Justicia con miras a su esclarecimiento”, dijeron.
Las principales espadas mediáticas de Cristina Kirchner, sin embargo, se mantuvieron en silencio. Berni es una figura incómoda dentro del espacio por sus posturas “duras”, pero aceptan que la Vicepresidenta se empeñe en sostenerlo -dicen en el espacio político- por la valoración de su gestión en la opinión pública. Esto a pesar de que desde la Nación, como desde las intendencias, cuestionen la administración del ministro desde el primer año de mandato.
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