Mauricio Macri renunció a cualquier candidatura, pero no a incidir en forma protagónica en el armado electoral del PRO. Por eso este jueves se reunió con Patricia Bullrich en sus oficinas de Olivos, en medio de una agenda endemoniada, con más encuentros con dirigentes de todo tipo que antes del anuncio que hizo el domingo pasado y que cambió el mapa de la interna opositora (y oficialista).
El ex presidente demostró que quiere ser el gran elector de su partido cuando fue terminante en advertir que Jorge Macri tiene que ser el único candidato del PRO a jefe de Gobierno porteño. Y mostró la misma actitud al reunirse el martes pasado con la Mesa del PRO bonaerense y sugerir que estaba de acuerdo en el esquema electoral conocido como la “y griega”, que implica que los distintos candidatos presidenciales y a gobernador puedan llevar en la lista al mismo postulante a intendente.
Con Bullrich tenían una charla a solas pendiente. Desde que volvió de Europa, Macri se reunió primero con María Eugenia Vidal y luego con Horacio Rodríguez Larreta. El ex presidente le anticipó el sábado pasado a la jefa del PRO su renunciamiento electoral, un día antes de anunciarlo en las redes, aunque ya se lo había sugerido cuando conversaron en enero último en Cumelén, Villa La Angostura.
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Para Bullrich, como para Rodríguez Larreta, el paso al costado de Macri representó un alivio. En cada contacto con empresarios o personalidad influyente que mantenían, la pregunta a los presidenciables del PRO era recurrente: “¿Mauricio se presenta o no?”. Si se hubiera lanzado a disputar la presidencia de la Nación, la tensión que habría generado su figura podría haber causado una ruptura en el PRO y en Juntos por el Cambio. La jefa partidaria valora doblemente el gesto: está segura de que los votantes de Macri se inclinarán en forma masiva por ella y no por el jefe de Gobierno en las PASO.
El renunciamiento macrista permitió que la charla de este jueves entre ambos fuera más distendida, según admiten colaboradores de los dos. “Ahora, los temas con ella fluyen, no son conflictivos”, es la frase que le atribuyen a Macri. Con Rodríguez Larreta, aseguran, siente exactamente lo contrario.
En la reunión repasaron las internas del PRO más duras, que son la porteña y la bonaerense, pero también analizaron las chances electorales en distritos donde hubo conflictos, como Salta y Tierra del Fuego. Macri consideró ante la jefa partidaria que esas situaciones, con enfrentamientos entre dirigentes locales al calor de la disputa Larreta-Bullrich, constituyen “puntos límite”.
La puja del PRO con la UCR en algunas provincias y, sobre todo, en la ciudad de Buenos Aires con Martín Lousteau, el candidato radical a jefe de Gobierno, hizo que Macri insistiera ante Bullrich en sus resquemores por la actitud del partido que dirige Gerardo Morales. Para el ex jefe del Estado, el radicalismo se maneja con “reflejos antiguos y corporativos”. La titular del PRO le recordó que hay dirigentes del centenario partido que son “distintos” (mencionó, por ejemplo, a Alfredo Cornejo).
En otra muestra de la fuerte influencia que quiere ejercer, pese a su apartamiento de la competencia electoral, el ex presidente le hizo observaciones a la ex ministra de Seguridad acerca de algunas opiniones que había dado sobre temas económicos. “Tenés que ser más ordenada”, le aconsejó.
En su hiperactividad, Macri habló con Bullrich mientras monitoreaba cómo estaba la situación en el Senado, donde el jefe de la bancada del PRO, Humberto Schiavoni, lo mantenía informado sobre la intención del Frente de Todos de efectuar una maniobra para cambiar el temario acordado entre los legisladores de Juntos por el Cambio y Unidad Federal. “No aflojen”, le pidió al senador misionero. Finalmente, la sesión se cayó luego de que los senadores de la oposición abandonaron el recinto.
Con Bullrich, además, intercambiaron opiniones acerca de cómo impulsar la renovación y el fortalecimiento del PRO en todo el país a partir del 10 de diciembre, cuando, convencidos de un triunfo de JxC en las urnas, el desafío será que el partido mejore una organización interna que hoy es frágil. Coincidieron en que ese paso contribuirá a robustecer la coalición y la gestión gubernamental.
Después de tantos días en el exterior por sus compromisos académicos y vinculados con la Fundación FIFA, Macri no tiene previsto ningún viaje. Sabe que las semanas que viene serán clave para tomar las principales decisiones electorales en el PRO y no quiere perderse ni una sola de sus alternativas. No le alcanza con seguir los temas por teléfono, como hizo en su reciente estadía en Francia y Suiza.
El ex presidente está operando de manera activa para que las máximas candidaturas del PRO tengan el sello de su participación. Está obsesionado con la ciudad de Buenos Aires y sigue sin entender la postura de Rodríguez Larreta, que retacea el apoyo a su primo como único postulante del partido. Y aún no intervino de manera tan decidida en la interna bonaerense, aunque sabe que tendrá que hacerlo antes de que Axel Kicillof y Javier Milei le arruinen el festejo a Juntos por el Cambio.
Macri también tendió redes en la interna liberal, como lo demuestran sus reuniones por separado de la semana pasada con el diputado José Luis Espert, de Avanza Libertad, y el legislador porteño Roberto García Moritán, de Republicanos Unidos, a quienes el larretismo quiere unir en una fórmula presidencial para sacarle votos a Milei. Bullrich le dijo que es para perjudicarla a ella en las PASO. El ex presidente no descartó hablar con Milei, con quien tiene una relación cordial, para sondear alguna alternativa que le ponga un freno al kirchnerismo, aunque sospecha que le ganó de mano el Gobierno por las versiones de que operadores oficialistas ya están negociando con el líder libertario, aunque en este caso en sentido contrario: cómo restarle votos a Juntos por el Cambio que pueden ser decisivos.
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