Cuando Ludwig Gisch llegó a Buenos Aires en 2012 inició inmediatamente los trámites para conseguir el pasaporte argentino. Según revelaron fuentes a cargo de la investigación de los espías rusos que fueron detenidos en Eslovenia, lo logró gracias a su madre, quien todavía vive en el país, pero no se conocen detalles de su identidad. En cambio, para María Rosa Mayer Munos fue determinante el nacimiento de su primer hijo para obtener los papeles legales.
El caso de los espías rusos que vivieron diez años en Argentina y fueron detenidos en diciembre último en Eslovenia mantiene el foco de los investigadores en las maniobras que debieron hacer para vivir en el país de forma legal y sin inconvenientes.
Hubo un dato vinculado al caso que encendió alarmas en distintas oficinas de la Argentina: en el momento de ser detenidos, los espías portaban pasaportes argentinos. De acuerdo a investigaciones preliminares, a cuyos detalles accedió Infobae, hay dos ciudadanos registrados con las mismas identidades de los agentes rusos detenidos que efectivamente vivieron en la Argentina, tuvieron hijos y tramitaron documentos.
Como adelantó este medio, Ludwig se inscribió como monotributista en la AFIP en 2012, dedicado a “Servicios de Informática”, “servicios de programación”, “consultoría informática y actividades conexas”, con domicilio fiscal en un inmueble del barrio de Belgrano. Luego cambió de régimen y pasó a ser Responsable Inscripto. Mayer Muños se dio de alta en el organismo fiscal en mayo de 2014.
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En las últimas horas, se conoció que la madre de Gisch es argentina, lo que le permitió iniciar el trámite para acceder al pasaporte argentino sin inconvenientes y de forma legal. En cambio, su esposa esperó al nacimiento de su primer hijo, en 2014, para concretar el papeleo.
Los dos hijos de Mayer Muños y Gisch nacieron en la Argentina en junio de 2013 y agosto de 2015 y tienen documentos argentinos. Además, la familia logró avanzar en los pasos de renovación correspondientes a las normas del país, con un trámite válido y sin inconvenientes.
Los agentes “ilegales” son aquellos que no son informados por las embajadas. Son entrenados durante años para hacerse pasar por extranjeros y luego son enviados a otros países para penetrar en diferentes estructuras. Ni sus propios hijos, usualmente, saben que sus padres son rusos.
El diario inglés The Guardian entrevistó a una docena de vecinos. Todos tenían el mismo concepto sobre estos argentinos: hablaban castellano en su hogar y algo de inglés para el resto. “Eran amables”, “agradables”. Nada que sospechar. Hasta que una tarde de los primeros días de diciembre pasado, un operativo irrumpió en la vivienda, realizó una profunda inspección y los detuvo. También secuestraron una suma importante de dinero. Los niños, ignorantes de lo que en verdad ocurría, fueron trasladados a una unidad de cuidados sociales.
Una información inquietante comenzó a filtrarse: ambos formaban parte de una red de espionaje del Kremlin. Rusos con pasaportes argentinos. “Fuentes de Liubliana declararon esta semana a The Guardian que ‘María y Ludwig’ eran en realidad espías rusos de élite conocidos como ‘ilegales’. Las detenciones se produjeron después de que Eslovenia recibiera un soplo de un servicio de inteligencia extranjero”, señala el diario británico. La sospecha de las autoridades eslovenas van más allá. Fuentes reservadas indicaron que se trataría de dos miembros del SVR, el servicio de inteligencia exterior de Rusia.
Habrían elegido Eslovenia por una simple razón: poca contrainteligencia y con fácil acceso -sin fronteras molestas- al resto de los países europeos. De hecho, su actividad se desarrollaba más fuera del país que en su interior. Mayer, incluso, era una constante viajera de acuerdo a sus redes sociales. Lo hacía bajo la fachada de promocionar su galería de arte y sus ventas online. La sospecha sobre sus contactos con otros espías en Europa crece. Como su esposa, Gisch usaba su trabajo también para viajar. Su pasaporte argentino, empero, tenía una particularidad: decía que había nacido en Namibia en 1984.
En febrero pasado, cuando se conoció la noticia en primer lugar, la ministra eslovena de Asuntos Exteriores, Tanja Fajon, confirmó que los dos extranjeros acusados de espionaje y detenidos “son miembros de los servicios secretos rusos” y sospechosos de haber actuado “contra los intereses nacionales de Eslovenia”.
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