Fue la gran noche de Mauricio Macri, pero también de Patricia Bullrich. En la cena anual de la Fundación Libertad, el mayor evento del liberalismo argentino, unos 1.000 invitados y los propios disertantes le rindieron tributo al ex presidente y le hicieron múltiples guiños a la titular del PRO. Era la platea más apropiada para los “halcones”. Por eso, aunque cumplió con su promesa de concurrir, a Horacio Rodríguez Larreta se lo notaba algo incómodo. Se fue temprano, pero alcanzó a sentarse en la misma mesa principal que Macri y Bullrich. No posaron especialmente para los fotógrafos.
En el Golden Center, el encuentro fue la perfecta escenificación de la interna del PRO, con los macristas y bullrichistas sintiéndose como en su casa, entre los liberales. Y la presencia casi simbólica, como para cumplir un trámite, de un puñado de larretistas y moderados de Juntos por el Cambio.
Lo más comentado de la noche, además del renunciamiento de Macri, fueron los esfuerzos de muchos de los políticos asistentes para pasar un rato antes por el Hotel Hilton de Puerto Madero, donde se hizo la comida anual del Cippec. La insólita coincidencia, de todas formas, se convirtió en una competencia desleal en favor de la Fundación Libertad: sólo en el complejo de Costanera Norte estuvo Macri, a pocas horas de haber generado la principal noticia política del momento en el país.
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La simultaneidad de los eventos políticos hizo que Rodríguez Larreta y Bullrich cambiaran sus agendas. El jefe de Gobierno estuvo un rato en la cena del Cippec, llegó para el cóctel de la Fundación Libertad y, en lugar de irse antes de que los presentes se sentaran, se quedó en la mesa principal con Macri, de quien lo separaba la vicepresidenta del Uruguay, Beatriz Argimón, y a la que se sumó Bullrich con demora porque se había quedado un piso más abajo hablando con periodistas e invitados.
Larreta vio con el resto de los presentes el mensaje grabado por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, quien no pudo viajar a Buenos Aires, y luego se levantó y se fue: lo esperaba el periodista Carlos Pagni para una entrevista en vivo en su programa de LN+. “Estaba pautado desde hace mucho, no podía cancelarlo”, fue la excusa del larretismo. El año pasado, el jefe de Gobierno fue uno de los oradores de la cena de la Fundación Libertad y también se fue antes.
Bullrich tenía previsto pasar por el Hilton y luego quedarse en el Golden Center, pero cambió de planes: acompañada por su esposo, Guillermo Yanco, directamente no fue al evento del Cippec. Se cruzó dos veces con Rodríguez Larreta: primero en una suerte de VIP en la planta baja del complejo, donde se hizo el cóctel, y luego en la mesa principal en la que estaba Macri. Los saludos fueron cordiales, pero fríos. La misma temperatura se registró cuando Bullrich se vio allí con Waldo Wolff, un “halcón” que terminó en el equipo de Larreta con un rol destacado en la comunicación.
En el “falso” VIP (no estaba cerrado al resto de los asistentes), Rodríguez Larreta habló mucho con Felipe Calderón, el ex presidente mexicano, casi sin que nadie los interrumpiera. La escena tuvo un fuerte contraste cuando llegó Macri a pocos metros del jefe de Gobierno y acaparó la atención de todos, que se acercaron para saludarlo y sacarse fotos con él. Bullrich se había ido de esa zona.
Más allá de estos matices, el cóctel mostró esas escenas típicas que llamarían la atención de cualquiera fuera del contexto de un evento de esas características. Hubo desde una “cumbre” mendocina, en la que el radical Ernesto Sanz dialogaba en voz baja con Omar De Marchi, el diputado del PRO cuya decisión de competir por afuera de JxC hace tambalear a la oposición en la provincia, hasta un muy solicitado Ricardo López Murphy, en el centro de las miradas por su acuerdo con Bullrich, mientras otro liberal como José Luis Espert también acaparó los corrillos por su posible candidatura presidencial. Había empresarios que pedían pronósticos electorales a los políticos y otros, como los miembros del Movimiento Empresarial Anti Bloqueos (MEAB), junto con la abogada Florencia Arietto, a quienes algunos buscaban para enterarse de su lucha contra las protestas extorsivas.
No se vio a radicales como Gerardo Morales ni Martín Lousteau, cercanos al larretismo, pero sí a diputados de Evolución como Rodrigo de Loredo y Martín Tetaz, además de Mario Negri, Facundo Suárez Lastra y Jesús Rodríguez. Sí, en cambio, estaban los dirigentes de la UCR que sintonizan con los “halcones” como Alfredo Cornejo, Carolina Losada y Luis Naidenoff. Tampoco faltaron muchos ex ministros del gobierno de Cambiemos y el elenco completo del bullrichismo, encabezado por Hernán Lombardi y Federico Angelini, también macristas. A diferencia del año pasado, no estuvieron Elisa Carrió ni ningún referente de la Coalición Cívica, pero sí Emilio Monzó, el operador “antigrieta”.
Cuando comenzó el evento, todo el escenario se inclinó decididamente en favor de Macri. Cada uno de los oradores, desde la diputada española Cayetana Alvarez de Toledo hasta ex presidentes latinoamericanos como Sebastián Piñera, Jorge Quiroga y Rafael Calderón, pasando por el ex juez brasileño Sergio Moro, destacaron el renunciamiento del fundador del PRO y elogiaron la gestión de su gobierno. La platea ovacionaba cada mención favorable hacia Macri, aunque también cuando Moro destacó que Bullrich fue “una ministra luchadora contra los criminales y el crimen organizado”.
Rodríguez Larreta ya se había ido el salón y los que resistieron estoicamente semejante clima macrista-bullrichista fueron los pocos miembros del larretismo que asistieron a la cena: además de Wolff, Fernando Straface, Felipe Miguel y el flamante ministro de Seguridad porteño, Eugenio Burzaco.
Mucho más que en otras oportunidades, los periodistas presentes recibieron los ruegos de algunos dirigentes para que se publicaran sus fotos con Macri o Bullrich, algo revelador de la intensidad (o desesperación) que adquirió la interna opositora. “Basta de los sobre análisis de las fotos, del lugar en la mesa, del punto y la coma en un discurso, de a quién se saludó primero o segundo”, pidió María Eugenia Vidal a sus colegas en una carta en la que propuso reglas de juego para la competencia. La diputada del PRO no estuvo en la cena de la Fundación Libertad porque se tomó unos días de descanso tras su casamiento. Seguramente muchos dirigentes aún no pudieron leer su mensaje.
Pese a fue el protagonista excluyente, Macri cerró el evento con un discurso breve, en el que insistió en los mismos conceptos que utilizó en su mensaje de renunciamiento electoral. “Como nunca he sido un intelectual, soy un optimista”, fueron algunas de sus primeras palabras al referirse al futuro del país luego de la gestión del “ejército de demolición”, como calificó al gobierno de Alberto Fernández.
Destacó que la salida de la crisis “no será producto de un salvador sino de un equipo”, habló de “la humildad” de Lionel Messi como “ejemplo que tiene que iluminar” a los argentinos y vaticinó: “Viene un cambio de era”. En medio del estallido de aplausos, Macri prometió acompañar a la gente (”siempre estaré con ustedes”) y “ayudar al próximo presidente a dar vuelta la historia”. A la hora de los saludos finales, Bullrich fue tan requerida como el ex mandatario. Y ambos posaron juntos en las fotos, en una postal sugestiva de una interna del PRO que comenzó a acelerarse.
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