(Desde New York) El cónclave del 29 de marzo entre Alberto Fernández y Joseph Biden aún no tiene formato definido y tampoco horario establecido, pero los temas en agenda aparecen nítidos en el comunicado de prensa que confirmó el encuentro bilateral en la Casa Blanca. Son asuntos vinculados a los intereses geopolíticos de Estados Unidos y a la preocupación del gobierno respecto al plan de estabilidad económica.
En el párrafo clave del comunicado se lee lo siguiente: Alberto Fernández y Biden “discutirán cómo los Estados Unidos y Argentina pueden seguir asociándose para abordar los desafíos globales y continuar avanzando en áreas de interés nacional mutuo, incluidos los minerales críticos, el cambio climático, el espacio y la tecnología. También discutirán la cooperación económica, así como sus valores compartidos de inclusión, democracia y protección de los derechos humanos”.
La administración demócrata considera a China un enemigo a escala planetaria y a Rusia un factor de desestabilización continuo. Está definición de Estados Unidos respecto a los regímenes que lideran Xi Jinping y Vladimir Putin refiere el concepto “desafíos globales” que aparece en el comunicado firmado por Karine Jean-Pierre, secretaria de Prensa de la Casa Blanca.
Alberto Fernández tiene una relación fluída con Xi y debe ejecutar una sucesión de medidas políticas que servirían para profundizar la influencia de China en la Argentina y América Latina. Beijing pretende construir centrales nucleares, ampliar sus volúmenes de importación de litio y manejar la tecnología de Quinta Generación (5G) en áreas claves del país, entre otros emprendimientos geopolíticos. Todo esto se encuentra a la firma del Presidente, que fue invitado por Xi a participar de una nueva cumbre de la Ruta de la Seda.
Santiago Cafiero se encontró con Antony Blinken en el G20 de la India. El secretario de Estado le transmitió al canciller la preocupación de Estados Unidos respecto a la posible injerencia de China en la construcción de centrales nucleares en Argentina. Fue en la misma reunión que aprovechó Cafiero para insistir con la bilateral entre Alberto Fernández y Biden.
Sergio Massa se reunió con Jake Sullivan en Washington. El consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos le comentó al ministro de Economía la resistencia de la Casa Blanca sobre una eventual participación de empresas chinas (Huawei) en las próximas licitaciones de espectros para tecnología de Quinta Generación (Q5).
Cafiero y Massa -cada uno en su propia agenda- escucharon las prevenciones de la administración demócrata sobre el avance de China sobre las reservas de litio que Argentina tiene en el norte. Es un recurso estratégico que será clave en el futuro de la globalización y sus nexos con el Cambio Climático.
En este contexto, junto al concepto “desafíos globales”, el comunicado de la Casa Blanca ratificó que Biden planteará su resistencia a que China avance sobre las centrales nucleares, el litio y el 5G. El comunicado dice: “continuar avanzando en áreas de interés nacional mutuo, incluidos los minerales críticos, el cambio climático, el espacio y la tecnología”.
Alberto Fernández conoce los planteos de Biden y ya hecho ciertos movimientos para acercar posiciones con la agenda global de Estados Unidos. Frenó la licitación del 5G, demora la puesta en marcha de las centrales nucleares, y aprovechará el cónclave en el Salón Oval para plantear que China importa litio porque las compañías americanas no invierten lo suficiente en ese recurso energético.
El jefe de Estado tiene un argumento a favor para contener las eventuales críticas diplomáticas de Biden a la avanzada de Xi sobre Balcarce 50: cuando necesitó recursos para enfrentar la pandemia de COVID-19 y sostener las reservas del Banco Central, desde Beijing llegaron vacunas Sinopharm y se autorizó aumentar el swap entre ambos países hasta 18.500 millones de dólares.
En la Casa Blanca reconocen ese argumento político, pero añaden que la preocupación de Washington es hacia adelante. En DC no quieren que Xi consolide e incremente sus posiciones estratégicas, y ese es el mensaje que el presidente de los Estados Unidos transmitirá a su colega argentino.
Cuando Biden agote sus preocupaciones sobre la ofensiva de China en Argentina y América Latina, se hará un tiempo para explicar la posición de Washington respecto a Putin y su sueño personal de reconstruir el Imperio Ruso. La Casa Blanca no olvida la promesa que hizo Alberto Fernández de convertir a la Argentina en la puerta de entrada de Rusia en América Latina, durante su cita con Putin en el Kremlin.
En la Cumbre Iberoamericana, Alberto Fernández hizo un gesto diplomático hacia la Casa Blanca. Por primera vez mencionó a Putin cuando se refirió a la guerra que libra contra Ucrania. Ese tramo del discurso será tratado con benevolencia en el Salón Oval, pero las intenciones de Biden van más allá del wording usado por el presidente durante la Cumbre realizada en Santo Domingo.
Biden es cartesiano al momento de explicar su agenda internacional. El líder demócrata considera a Putin un factor desequilibrante en el tablero global y busca alternativas para evitar que las acciones del Kremlin complique -aun más- la situación económica mundial. Putin no juega sólo, y allí Biden agrega a China, que es su aliado al momento de defender sus posiciones en la arena pública.
Alberto Fernández exhibe una mirada diferente que Biden. El Presidente considera que Estados Unidos tiene responsabilidad en la guerra de Ucrania, que la OTAN se beneficia con el conflicto en Europa y que es necesario encontrar una método de negociación para dictar un cese del fuego inmediato.
El jefe de Estado ya cuestiona en público la invasión de Rusia a Ucrania, y ese es un gesto que reconocido en Washington. Sin embargo, la Casa Blanca critica que Alberto Fernández se oponga a la entrega de fondos, inteligencia y armamento a Volodimir Zelensky y condena la posibilidad de una negociación que implique reconocer los territorios de Ucrania que Putin anexo por la fuerza al inicio del conflicto bélico.
Alberto Fernández tiene diseñada una iniciativa para abrir una mesa de negociación por la guerra en Ucrania que comparte con Emmanuel Macron y Pedro Sánchez -entre otros líderes europeos-, y su intención es tratar este asunto con Biden en el Salón Oval. El Presiden de los Estados Unidos escucha todas las posibilidades para terminar con la invasión rusa, pero siempre antepone una condición geopolítica innegociable: Putin debe abandonar todos los territorios conquistados y pagar por todos los crímenes cometidos en Ucrania.
En el último párrafo del comunicado de la Casa Blanca ratificando la reunión entre Alberto Fernández y Biden se puede leer: “También discutirán la cooperación económica, así como sus valores compartidos de inclusión, democracia y protección de los derechos humanos”.
Cooperación económica es el paraguas semántico que usará el presidente para explicar que la sequía complicó a la economía y al plan de estabilidad que ejecuta Massa. Y desde esta perspectiva, Alberto Fernández describirá como esencial el apoyo de los Estados Unidos en el board del Fondo Monetario Internacional (FMI), que exige el cumplimiento de ciertas metas para continuar desembolsando los únicos dólares sistemáticos que recibe el Banco Central.
El acuerdo con el FMI establece tres metas básicas:
1. Nivel de reservas.
2. Déficit fiscal.
3. Emisión Monetaria.
La grave sequía que afecta a la Argentina, las complicaciones del sistema financiero internacional y las recurrentes batallas internas en el Frente de Todos conspiran contra la estabilidad del plan económico. Es poco probable que se puedan cumplir las metas reservas y de déficit fiscal para los próximos trimestres, y en este escenario es clave que Biden valide los argumentos que presentará Alberto Fernández y ordene al board del FMI que no empuje a la Argentina hacia el borde del abismo.
Sin el apoyó de Estados Unidos, Alberto Fernández deberá pedir un waiver al Fondo. Y desde ese momento la crisis económica ingresará en un escenario distópico con final abierto.
El jefe de Estado y su comitiva volarán a New York para permanecer allí durante dos días y después se dirigirán hacia Washington. Aún no hay agenda confirmada en Manhattan, y tampoco se sabe cómo será el formato definitivo del encuentro con Biden. Hasta ahora, será un cónclave a solas y un saludo protocolar a la delegación cuando los dos mandatarios abandonen el Salón Oval.
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