(Desde New York) Alberto Fernández tiene posición tomada: Mauricio Macri renunció a su candidatura presidencial porque carece de los votos suficientes para derrotar al Frente de Todos. Esa conclusión del jefe de Estado fue compartida por su comitiva, que calificó de gorila la descripción que hizo Macri sobre el peronismo y su peso político en el vídeo que posteó para comunicar que no participaría en la próxima contienda electoral.
Macri también tildó de “marioneta” a Alberto Fernández, una caracterización que fue soslayada en la delegación oficial y que mereció un simple comentario: “Cada vez que Macri descalifica a Alberto, nos hace un favor. Le sube el precio adentro y afuera”, explicó un integrante de la comitiva.
El presidente considera que Cristina Fernández de Kirchner cumplió su ciclo, y con idéntica lógica histórica encuadra la situación personal de Macri. CFK ya ha adelantado que renuncia a las candidaturas –como el líder del PRO-, y ahora pasa sus horas hostigando a Alberto Fernández y diseñando una estrategia electoral que le permita recuperar su propio poder.
Desde esta perspectiva, Macri y Cristina hacen similares movimientos políticos.
En los debates hacia adentro de la comitiva que acompaña al presidente rumbo a su cónclave con Biden, se presupone que Macri renunció a la candidatura sin declinar su influencia personal en la interna de la coalición opositora y en la estrategia electoral que cumplirá juntos por el Cambio.
A su vez, en las cercanías de Alberto Fernández se explica que es poco probable que CFK –como sucedería con Macri- ceda protagonismo en el Frente de Todos, y que su objetivo final es designar al candidato del peronismo y monopolizar la toma de decisiones en el comando de campaña.
Este análisis de la interna partidaria, que se inició durante el desayuno en el hotel Embajador en Santo Domingo y continuó en el vuelo hacia Manhattan, parte de un hecho objetivo: Cristina ya declinó sus candidatura y de todas maneras influye en cada movimiento del Frente de Todos.
Alberto Fernández conoce las intenciones de la vicepresidente y apuesta a las PASO para derrotar al kirchnerismo. Pero esa apuesta política tiene una dificultad material: el kirchnerismo no tiene interés en competir con el presidente y su pretensión clave es que se corra de la contienda electoral y acepte que CFK mueva todos los hilos de la coalición oficialista.
El jefe de Estado rechaza esa metodología para definir los candidatos y el programa electoral, y considera que debe haber una competencia abierta. Si eso sucede, y CFK triunfa, aceptará su liderazgo. Caso contrario, Alberto Fernández pretende conducir todo el proceso electoral, pese a la resistencia de La Cámpora y sus aliados partidarios.
La renuncia de Macri profundizó la puja palaciega en el Frente de Todos. El presidente quiere derrotar a CFK para que pase a cuarteles de invierno, mientras que La Cámpora y Máximo Kirchner reclaman que Alberto Fernández copie a Macri y abandone el escenario electoral.
Eso no ocurrirá en las próximas semanas. El jefe de Estado cree que tiene una oportunidad interna con la renuncia de Macri, aunque también reconoce que ese gesto político mejora la capacidad electoral de Juntos por el Cambio. Desde esta lógica, Alberto Fernández prefiere a Patricia Bullrich en lugar de Horacio Rodríguez Larreta.
La renuncia de Macri modificó la agenda política del presidente, que desde el viernes estaba ceñida a la Cumbre Iberoamericana y a la reunión con Joseph Biden en la Casa Blanca. Alberto Fernández se dedicaba a la crisis económica, a la geopolítica y al cambio climático cuando Macri reveló que abandonaba la carrera electoral.
A partir de ese momento, hoy a la mañana en Santo Domingo, el jefe de Estado compartió impresiones con su delegación, habló con periodistas, leyó artículos en los portales y repasó los tuits que hacían referencia a la decisión del líder del PRO.
Alberto Fernández arribó a New York cerca de las 18.00 (una hora más en la Argentina), y desde el aeropuerto JFK partió rumbo al hotel Hyatt, que está a pocas cuadras de Central Park. Aquí tendrá una agenda liviana y el martes volará rumbo a Washington.
Un día más tarde, Biden lo recibirá en la Casa Blanca.