Con miles de manifestantes en una larga procesión desde la ex Esma a la Plaza de Mayo, La Cámpora cumplió hoy con la catarsis política que venía preparando desde hace meses, con el doble objetivo de militar la candidatura de Cristina Kirchner y plantarse, una vez más, en la interna contra Alberto Fernández. El Presidente, como había avisado, se ausentó, no sólo de la manifestación, sino del país. Viajó esta mañana rumbo a República Dominicana, con mayor antelación que en sus otras giras internacionales, para participar de la Cumbre Iberoamericana de jefes de Estado. La extensa y pesada jornada política de hoy fue la cristalización, en todo su esplendor, de la división del Frente de Todos, y con las cartas echadas, la siguiente instancia será la definición de candidatos al interior de cada espacio.
El kirchnerismo arrancó su lenta marcha a media mañana, desde Av. del Libertador a la altura de Núñez. El formato fue muy similar al que habían adoptado para el Día de la Memoria del año pasado. Las principales figuras La Cámpora -el diputado nacional Máximo Kirchner, el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, el ministro de Desarrollo Comunitario bonaerense, Andrés “Cuervo” Larroque, la intendenta Mayra Mendoza, la nueva secretaria general de la organización, Lucía Cámpora- caminaron rodeados de militantes, protegidos por custodios propios. Los seguidores, que habían sido trasladados en micros, marcharon agrupados bajo banderas de cada seccional: Quilmes, Escobar, Ensenada, etc. Todos buscaban mostrar coherencia después de los deshilachamientos del último año.
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Una hora después de que los camporistas empezaran a dar sus primeros pasos desde el límite norte de la Ciudad hacia el centro, Alberto Fernández se subía al avión que lo llevaría durante las siguientes siete horas a Santo Domingo junto a una comitiva de funcionarios afines: el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello; el ministro de Relaciones Exteriores, Santiago Cafiero; la portavoz, Gabriela Cerruti y la primera dama, Fabiola Yáñez. Antes de viajar se había cuidado de preparar una serie de actividades oficiales que no requirieran su presencia física el día de conmemoración del golpe de Estado. En la víspera, anunció la construcción un espacio para la memoria en Campo de Mayo. Y por la noche cenó con la titular de Abuelas de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Estela de Carlotto. Se encargó de que se difundiera ese encuentro el mismo 24, y, casi en simultáneo, su equipo de comunicación publicó un video con su discurso del día previo, en San Miguel, sobre la defensa de los derechos humanos.
Alberto Fernández no hizo ninguna alusión a la interna política. La Cámpora, en cambio, básicamente centró la marcha en la pelea contra el ala moderada. Máximo Kirchner se ocupó de disparar contra las ambiciones de reelección del primer mandatario, en declaraciones a militantes que lo “entrevistaron” en la cima del pintoresco micro que acompañaba, desde el epicentro, la marcha, y que fueron transmitidas en directo vía streaming. También reivindicó a la recientemente fallecida titular de Madres, Hebe de Bonafini, histórica aliada de su fuerza y de Cristina Kirchner y una de las principales detractoras del jefe de Estado. Y volvió a disparar contra el acuerdo con el FMI. Sus mensajes no variaron demasiado de aquellos que planteó hace dos semanas, en el último plenario de su agrupación, en Avellaneda. Y en la misma línea se expresaron De Pedro y Larroque, que transitan caminos paralelos y -por lo bajo- confrontan, pero que hoy se mostraron juntos detrás de la consigna grupal: CFK 2023.
La Cámpora arribó a la Plaza de Mayo por Diagonal Norte pasadas las 18, precedida por columnas del Frente Patria Grande, la alianza de movimientos sociales que conduce su principal aliado del ámbito de la “economía popular”, Juan Grabois (MTE), también posible precandidato a presidente, como De Pedro y, eventualmente -según el camporismo- Cristina Kirchner. Para entonces, las organizaciones de Derechos Humanos estaban cerrando el acto central para recordar a los desaparecidos y llamaban a desconcentrar en paz. Los camporistas frenaron por varios minutos, entre pogos y cánticos en homenaje a Néstor y Cristina Kirchner y alusiones a la candidatura de la vicepresidenta, pero evitaron irrumpir de lleno. Fue una señal de respeto después de los ruidos que se generaron con algunas organizaciones de DD.HH. que habían protestado con que les coparan la marcha con consignas electorales.
Así, el conglomerado de Máximo avanzó con lentitud por avenida Rivadavia, recorrió una cuadra, y dobló por la estrecha calle Reconquista, hacia Bartolomé Mitre, donde tres varios autos negros, con vidrios polarizados, aguardaban para extraer a los dirigentes de la multitud que habían llevado para la maratónica puesta en escena, aunque a esa altura se había diluído bastante. Cerca de las 19, los popes K se repartieron entre los vehículos entre forcejeos de sus custodios con algunos militantes que empujaban para tomarse fotos o tocarlos. Los vehículos arrancaron y desaparecieron raudamente en el horizonte de avenida Corrientes. Los agentes de seguridad, aliviados, se aplaudieron entre sí. “Bien, muchachos”, arengaba uno de ellos.
A bordo de los autos, los camporistas también sentían que la labor estaba cumplida. Demostración de fuerza en la disputa del FDT y de cohesión entre los propios kirchneristas; y envió un nuevo mensaje conjunto de apoyo a Cristina Kirchner. El principal dato político fue la aceptación de las PASO, una idea que ya venían deslizando sus adoláteres, pero que el ex presidente del bloque del FDT terminó de admitir hoy con una frase: “Si alguien se enoja, vamos a las elecciones y la sociedad define”. Ahora les queda esperar que Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa, que no participó de ninguna marcha pero tuiteó y mandó militantes del Frente Rrnovador, decidan qué harán.
A esa hora, los comunicadores de la Presidencia difundían imágenes de la llegada de Alberto Fernández al país caribeño, donde se codeará en los próximos días con sus pares regionales y terminará de repasar los detalles del mensaje que llevará al postergado y ansiado encuentro con el presidente de Estados Unidos, Joseph Biden. Al menos durante esta semana, el jefe de Estado estará enfocado en su agenda internacional. No tiene apuro para definir si finalmente se presentará en las PASO, a pesar del incremento de la presión de sus rivales del oficialismo.
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