La influencia del régimen chino en la Argentina pareciera no detenerse. La presión de la embajada de China en Buenos Aires aumentó en estas últimas semanas aprovechando la zozobra económica y social que vive el país gobernado por Alberto Fernández y Cristina Kirchner.
Los diplomáticos asiáticos, encabezados por el jefe de la delegación Zou Xiaoli, exigen acortar plazos de implementación en la toma del control de gran parte del sector energético y conminan a la administración nacional a otorgarles el manejo de los canales y ríos navegables.
Incluso, según pudo saber Infobae, en las próximas semanas estaría prevista una reunión entre Zou y la vicepresidenta de gobierno, Cristina Kirchner, quien aseguran posee la llave para destrabar el tramo final de las concesiones de Atucha III y el otorgamiento de la explotación de la Hidrovía, una joya con la que sueña Beijing y con lo que el régimen tendría bajo su poder gran parte del comercio de granos de la Argentina y Sudamérica, un área estratégica para toda la región.
Luego de semanas de una ola de calor que provocó racionamiento y apagones de las redes eléctricas en todo el país y que afectó a cientos de miles de familias, el poder de lobby de China se fortalece ahora para acelerar Atucha III. En los primeros días de febrero el gobierno había anunciado la firma de un contrato entre la estatal Nucleoeléctrica Argentina y la Corporación Nuclear Nacional de China (CNNC) para la construcción de la cuarta central nuclear argentina, un reactor de 1.200 megavatios eléctricos (Mwe) que se instalará en el Complejo Nuclear Atucha de la ciudad de Zárate, en la provincia de Buenos Aires. Sólo en Pakistán están en construcción plantas semejantes.
El entendimiento se cerró de forma virtual y contó con la participación del gobernador bonaerense, Axel Kicillof, el embajador chino Zou y su par argentino en China, Sabino Vaca Narvaja, un joven diplomático que se muestra siempre predispuesto a que los intereses chinos sean debidamente atendidos.
Quizás en los últimos años los estándares nucleares de China hayan mejorado. Hasta 2018 eran de dudosa calidad. Así lo puso de relieve un detallado análisis hecho por el Grupo de Investigación de Política Energética de la University of Cambridge aquel año: “China debería mejorar sus normas de seguridad nuclear, así como la gestión y el monitoreo de seguridad, reformar los arreglos institucionales para reducir la fragmentación, mejorar la transparencia de la información y la confianza pública y la participación, fortalecer la cultura de seguridad, introducir regulaciones de seguridad basadas en procesos y promover la colaboración internacional para garantizar que la respuesta de China a la seguridad nuclear pueda implementarse completamente en la vida real”.
Es de suponer que el gobierno argentino de Alberto Fernández se pondrá firme ante China para hacer cumplir cada proceso de calidad y realizará exhaustivas auditorías, en caso de que se concrete el proyecto nuclear chino en Zárate.
Por otro lado, el régimen de Xi también estaría a punto de quedarse con la Hidrovía. Se denomina así al transporte fluvial de más de 3.400 kilómetros de extensión, que se extiende a través de los ríos Paraná y Paraguay y permite la navegación entre los puertos de Argentina, Brasil, Bolivia Paraguay y Uruguay.
Se trata de un negocio increíble de granos y comercio exterior para China, sin experiencia de ningún tipo en el dragado de vías navegables. Este paso podría darse incluso cuando CCCC Shanghai Dredging (SDC) -la empresa estatal china- no reúne los requisitos técnicos necesarios para su adquisición.
Un peligro no sólo para el comercio, sino para las embarcaciones que deban navegar por los canales que deban señalizar y dragar. Hacia finales de febrero pasado, al Administración General de Puertos (AGP) la impugnó en los ítems “Disponibilidad de Equipos” y “Competencia Técnica”. No cuenta con maquinaria para hacer el dragado ni con la idoneidad para ejecutar los complicados trabajos sobre el lecho del río. Aún así, el embajador Zou confía en su poder de persuasión.
Preocupación creciente
En los Estados Unidos se preguntan hasta dónde llegará la apropiación china de sectores claves de la economía argentina. O más: hasta dónde llegará la colaboración y las conceciones argentinas con el régimen de Xi Jinping.
Una escena particular se vivió este jueves en la Cámara de Representantes norteamericana cuando el Comité de Relaciones Exteriores citó al secretario de Estado, Antony Blinken para que explicara diversos asuntos de importancia mundial. La congresista republicana por Florida, María Elvira Salazar, preguntó a Blinken por la base militar de observación que China posee en la patagonia argentina, más precisamente en la provincia de Neuquén.
El tenso diálogo fue el siguiente:
- Ahora vamos a Argentina, sabemos que hay una estación satelital militar china en Argentina… una estación satelital militar china, eso suena realmente aterrador, porque estoy segura de que los chinos no están mirando a las estrellas. El mes pasado, su asistente me dijo que nunca había oído de ella, pero estamos hablando de un tamaño de 500 campos de fútbol en la Patagonia. En 2019, hace algunos años, el Pentágono dijo que esa base era una amenaza. Sin bromear. Es una estación satelital militar china en nuestro hemisferio. ¿Usted sabe algo de esto?
- Estaría feliz de darle seguimiento a esto, no estaba aquí en 2019, así que no…
- Entiendo, pero ahora es el jefe del Departamento de Estado y estamos hablando de una estación satelital al lado nuestro, en el mismo hemisferio.
- Estamos trabajando en todo el mundo, incluido nuestro hemisferio, en cualquier preocupación que tengamos sobre la ubicación…
- Señor, le estoy preguntando si habló con los argentinos, que no pueden ni siquiera entrar... se imagina tener una estación satelital militar china en Argentina y el Gobierno argentino no puede ni siquiera visitarla… ¿qué cree que los chinos están haciendo? ¿tortas? ¿Qué podemos hacer con esto?
- Estoy dispuesto a darle seguimiento al tema.
- Gracias Señor. Creo que mi tiempo se terminó, para su beneficio.
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