El fundador y presidente de la Fundación Libertad, Gerardo Bongiovanni, habló sobre la organización del acto central por los 35 años de la fundación del think tank con sede en Rosario. Además, se refirió a la actualidad y trazó un duro panorama sobre la situación económica y la coyuntura política, aunque se mostró optimista sobre el futuro de la Argentina.
El dirigente destacó que a la cena anual ya confirmaron asistencia entre invitados, disertantes y público más de mil personas que se convocarán el próximo lunes 27, en el complejo Goldencenter de Buenos Aires. Entre los que participarán en el aniversario se destacan los ex presidentes Mauricio Macri, Felipe Calderón (México), Sebastián Piñera (Chile), Iván Duque (Colombia) y Jorge Quiroga (Bolivia). También el ex juez y actual senador brasileño Sergio Moro, la diputada española Cayetana Álvarez de Toledo, entre otros referentes de Iberoamérica.
En diálogo con Infobae, Bongiovanni detalló los pormenores del evento, pero también se refirió a la historia de la Fundación Libertad y los avatares de 35 años de historia argentina, cruzada por dos tendencias poderosas y contradictorias: una positiva consolidación de la democracia, en simultáneo con un retroceso en los indicadores económicos y sociales del país.
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Aunque alertó sobre un presente complicado -”el gobierno está bailando en la cubierta del Titanic”, dijo- se mostró confiado y optimista sobre el futuro próximo. “Si a fin de año viene otro gobierno, quizá de Juntos por el Cambio, y después lo sucede otro, que a lo mejor sea del peronismo, eso los va a obligar a mejorar. La alternancia va a hacer competitivo al sistema político”, afirmó.
La Fundación Libertad también organizó para el próximo lunes la presentación del libro “Para Qué” de Macri, en la que será la primera actividad pública en el país en casi dos meses. Estará en la ciudad que quedó en el centro de la atención nacional por el drama de la violencia narco y la actuación de bandas mafiosas.
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La entrevista con Gerardo Bongiovanni
¿Cómo se están preparando y qué expectativas tienen para los actos por los 35 años de la Fundación Libertad?
Estamos muy motivados y entusiasmados, aun con el contexto argentino. Estamos celebrando 35 años y siempre cuento el mismo chiste: un amigo inglés me dice que cumplir 35 años en Argentina para un think tank o una fundación como la nuestra es como cumplir 100 años en Gran Bretaña.
Todo lo que hemos sobrevivido en 35 años. Nacimos en el 88 y ya en el 89 vino la híper inflación, al final del gobierno de Raúl Alfonsín. Vivimos en un país que va y viene, a los tumbos, y la línea de llegada siempre se va corriendo.
Más allá de eso, estamos preparando el evento central que va a ser un foro y la “Cena de la Libertad” en Buenos Aires, que va a estar robustecida por el 35° aniversario. Las respuestas que estamos teniendo de los invitados, las empresas y la gente que nos va a acompañar con algunas palabras o disertando es muy buena.
Vamos a tener invitados de Argentina y del exterior muy destacados. Varios ex presidentes, como Mauricio Macri, Felipe Calderón (México), Sebastián Piñera (Chile), Iván Duque (Colombia), Jorge Quiroga (Bolivia). También estarán la vicepresidenta de Uruguay, el ex juez y actual senador de Brasil, Sergio Moro, y la diputada española Cayetana Álvarez de Toledo. Todo esto confirma una gran convocatoria, con fuerte representación de Iberoamérica. Son cerca de 100 representantes y personalidades del exterior.
Tenemos un elenco muy bueno que, de alguna manera, corrobora que este trabajo que viene haciendo la Fundación Libertad ha sido positivo. Que tanta gente relevante responda, nos enorgullece y nos distingue.
Coincide el evento de la Fundación Libertad con el encuentro anual de CIPPEC.
El CIPPEC es una entidad amiga nuestra, aunque somos bien distintos. Ellos siempre hacen su encuentro a fin de marzo mientras que nosotros, habitualmente, lo hacemos en otra fecha. Pero varios de los disertantes que nos interesaba mucho que vinieran podían a fin de marzo porque hay otros encuentros en la región.
Hay mucha participación en nuestro encuentro, con récord de mil personas que van a participar y una presencia importante de invitados internacionales. El encuentro de CIPPEC seguramente irá muy bien, porque también tienen una instalación muy buena. Competir amigable, cordial y lealmente no está mal.
De ayer y el futuro del país
Hablemos de estos 35 años. Un largo período en el que la Fundación ha sido testigo y protagonista.
Nosotros nacimos en el 88 y en el 89, con toda la efervescencia democrática que se mantenía y mucha gente pensaba que con la democracia de solucionaban todos los problemas.
Decía Raúl Alfonsín que con la democracia se come, se cura y se educa.
Por eso. Me parece que tristemente lo que muestra el caso argentino es que la democracia es una condición necesaria pero no suficiente. Es indispensable que haya democracia -es un verdadero acto de civilización- pero además se requieren buenas políticas y buenos marcos institucionales.
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En Argentina se consolidó la democracia -esto es extraordinario y hay que defenderlo y fortalecerlo cada día- pero en materia socioeconómica no nos fue nada bien. De hecho, somos de los pocos países a los que no les fue bien. Si uno mira a otros países, como Uruguay, Chile, Brasil, Paraguay, Colombia, Perú, Ecuador, la mayoría -salvo dictaduras como Venezuela, Nicaragua y el paradigmático y terrible caso de Cuba- todos mejoraron. Con gobiernos más de izquierda, otros más de centroderecha y a todos les fue bien en materia socioeconómica. En Argentina es como que hay un chip que no funciona, no logramos consolidar esas bases para un desarrollo económico y social sostenido y es bastante triste.
En un encuentro en Rosario con 300 personas, entre socios y amigos, yo decía que a la Fundación se la ve como una institución que creció mucho y se instaló, pero me permití hacer una observación. Somos una organización del interior, con 50 personas trabajando, un edificio propio de 10 pisos y 400 empresas que están comprometidas, pero el resultado -como proyecto de think tank que aspira, aunque sea modestamente, a cambiar la realidad- no me deja muy contento. Como no debería estar nadie contento en Argentina.
Ninguno de los que tenemos alguna responsabilidad en políticas públicas podemos decir “mira qué bien que lo hicimos”. Me causa gracia cuando hay reuniones con think tank o entidades de nuestro ámbito y cada uno habla del espectacular trabajo que está haciendo. Para mí, algo está fallando, hay una polea de transmisión que no llega correctamente a la política y esto también es responsabilidad nuestra y hay que revisarlo.
Por supuesto la gran responsabilidad la tiene la política, pero la política no sale de un repollo, sino de la media de la sociedad. Todos los que tenemos algún rol dirigencial, entre comillas, con las políticas públicas y con el funcionamiento del sistema político, económico y social, debemos revisar permanentemente lo que hacemos y tratar de ser más eficientes.
- Este déficit de la democracia para resolver los problemas de la gente y darle una mejor calidad de vida, ¿qué alcance tiene? ¿esta crisis debilita o pone en entredicho el sistema democrático?
No, no creo. No creo que esté para nada en juego la democracia en Argentina. La democracia es un acto de progreso y sólo países que retroceden a niveles casi atávicos pueden descreer de la democracia.
Tristemente en América Latina hay dos o tres países que han caído en sistemas autoritarios o totalitarios, pero no Argentina. Sí me parece que hay que hacer un gran esfuerzo para ver cómo cambiar la política y cómo cambiar para bien las reglas de juego.
Reaparecen por momentos movimientos que son una continuación de aquel “que se vayan todos” del 2001. Pero siendo muy crítico de la clase política, lo que hay que hacer es mejorar la clase política. ¿Saben dónde se fue la clase política? ¿Dónde la liquidaron? En Venezuela.
Venezuela tenía dos partidos políticos que gobernaron el país durante 60 años. Eran dos partidos que se volvieron mediocres, que se hicieron un poquito corruptos, un poquito prebendarios y por eso se planteó una crítica muy fuerte de la sociedad a ese sistema político. Era justificada, ¿pero qué vino después? Vino la dictadura.
Por eso hay que tener mucho cuidado con reemplazar a la clase política por mesianismos que al final terminan siendo un desastre. Esto no invalida que es urgente mejorar la política.
Siempre trato de ser optimista y en Argentina -sin hacer banderías políticas ni pronósticos electorales- parece que todo está encaminado a que, hacia fin de año, haya un cambio de gobierno. Es Argentina y todo puede pasar, pero probablemente gane Juntos por el Cambio y, si esto ocurre, sería histórico porque el país prácticamente nunca tuvo alternancia política.
Incluso en la época de la Generación del 80, creo que la alternancia política necesariamente mejora la calidad de la democracia, y Argentina no la tuvo. Si no eran peronistas, no terminaban el gobierno, y esto parece estar cambiando. Esto solo por supuesto que no alcanza, pero es un puntito a favor.
¿Es una señal que abriga un poco de optimismo para el futuro?
Lo veo con optimismo. Nadie piensa que hay que desterrar al peronismo y eso difícilmente ocurra, pero si el peronismo tiene enfrente fuerzas competitivas que le pueden ganar las elecciones, el sistema ya empieza a cambiar.
El problema antes era que ganaba el peronismo y si ganaba otro, no podía terminar el mandato. Macri termina siendo el primer presidente de origen legítimo que termina su mandato, desde Marcelo T. de Alvear. Tuvieron que pasar 90 años.
Si viene otro gobierno, quizá de Juntos por el Cambio, y después otro gobierno, que a lo mejor sea del peronismo de nuevo, eso los va a obligar a mejorar. Espero, con ese optimismo que uno trata de ponerle a las cosas.
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Habló recién de “mesianismo”. ¿A qué se refiere?
Vivimos procesos -tanto desde la derecha como desde la izquierda- dominados por líderes que irrumpieron con fuertes críticas al sistema. Están los casos de Donald Trump, en Estados Unidos; o de Jair Bolsonaro, en Brasil. Son críticas justificadas, pero que en el fondo no son sostenibles.
Es cierto que a Trump y Bolsonaro les tocó gobernar en momentos terribles, con la pandemia, y la mayoría de los que gobernaron en tiempos del COVID están perdiendo las elecciones. Pero hay cierto mesianismo en la política. En las izquierdas, personajes como Evo Morales, en Bolivia; Daniel Ortega, en Nicaragua; o Nicolás Maduro, en Venezuela. Estos últimos aparecieron en América Latina.
Lo importante es que funcionen las instituciones para resistir los embates autoritarios. En Estados Unidos y en Brasil funcionaron frente a algunos desvíos de Trump y Bolsonaro. En Estados Unidos es muy difícil que haya desvíos irreparables, porque las instituciones son muy fuertes, incluso ante un episodio muy grave como el que ocurrió en el Congreso.
Donde hay instituciones más débiles -como en Bolivia, Ecuador, y ni hablar de Venezuela o Nicaragua- es más fácil caer en un sistema autoritario. En Chile y Colombia, que eran dos países que generaban algunas dudas, también están funcionado las instituciones. Chile tiene ahora un presidente de izquierda y después vendrá otro que, a lo mejor, sea de centroderecha y estarán en cierta normalidad.
¿Cómo analiza a los libertarios de Javier Milei? ¿Tiene que ver este fenómeno con la aparición de una deriva autoritaria?
No creo que sean lo mismo. Milei es una persona que económicamente piensa muy bien, y en algunas cosas hasta puedo decir que estoy bastante de acuerdo con él. Sí puede ser parecido el fenómeno aluvional detrás de una persona, que no cuenta con mucha organización, ni estructura.
Más allá de algunas ideas que él tiene, que alguna gente dice que son extremas, pero eso de disolver el Banco Central es una discusión que tienen incluso premios Nobel de economía, no son disparatadas.
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Son ideas que están dentro del sistema.
Por supuesto que sí. Lo que hace parecer a Milei a esos fenómenos autoritarios es este fenómeno aluvional, personalista, sin una gran estructura detrás. Pero si Milei saca los votos que dicen las encuestas que va a sacar, va a tener que ir consolidando una estructura. Hasta ahora el fenómeno Milei no ha sido malo para la Argentina, creo que ha venido a sacudir un poco las estructuras políticas que mal no le viene.
La economía y las elecciones
¿Cuál es su mirada y su opinión sobre la situación actual, tanto económica como política? Ya empezamos un año electoral muy intenso.
Veo muy complejo todo. Sergio Massa, con un plan completamente atado con alfileres, con una herencia al próximo gobierno que puede ser explosiva y sin poder contener la inflación.
Venimos de dos años de una emisión completamente descontrolada. La inflación es una cosa terrible, al igual que la economía tenga su billete de más alta denominación equivalente a menos de tres dólares. Uno tiene que andar con una cantidad de billetes insólita, esa es la expresión gráfica de que algo anda mal. La inflación golpea como siempre a los sectores más humildes, de ingresos fijos, y todo complica la situación social y, por supuesto, la política.
Juntos por el Cambio, que hace seis meses parecía que estaba todo bien, ahora está un poco más complicado. Y en el caso del peronismo, ya desistí de intentar entender esa interna y quién va a ser candidato: tienen un lío bárbaro Alberto Fernández, Cristina Kirchner, La Cámpora, Sergio Massa, y eso baja a las provincias, como pasa en Santa Fe. Está todo muy enredado, pero falta todavía para las elecciones.
Todo esto le agrega incertidumbre a una economía que lo único que no necesita es incertidumbre.
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¿Prevén que esto va a seguir mal, a los tumbos, pero bajo control?
No lo sé. Es una pregunta más para Carlos Melconian o Juan Carlos De Pablo o Miguel Ángel Broda.
Pregunto en función de lo que usted escucha en sus charlas con empresarios y políticos.
No hay un consenso. Hay gente que cree que vamos a llegar así, atados con alfileres, y otros temen que cualquier episodio, que siempre tiene origen político, pueda complicar mucho más las cosas. Con la peor sequía de las últimas décadas. En Rosario, que es epicentro de la producción agraria, se habla de pérdidas multimillonarias. Y sin hablar de los ingredientes internacionales, con una guerra en Europa estancada y que pega mucho en la gente y estos episodios de los bancos norteamericanos que generan más incertidumbre financiera.
Cualquier chispazo a una economía como la argentina, que tiene más del 100% de inflación y una situación social compleja, no se puede descartar nada o se apresure.
¿La clase política tiene conciencia de este contexto tan dramático?
En la oposición sí lo veo. Genera cierta tranquilidad que, más allá de que el candidato sea Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich, Macri o Facundo Manes, los economistas de Juntos por el Cambio están trabajando con un diagnóstico común sobre el problema económico argentino. Hay matices sobre cómo afrontarlo, pero hay una cercanía mucho más grande que entre los candidatos.
Ahora, en el Gobierno veo que están bailando en el Titanic. Veía el acto de La Cámpora y pensaba ¿en qué mundo están viviendo? Hablando de la supuesta proscripción de Cristina Kirchner y con el “Luche y Vuelve”, mientras la economía está en llamas. Massa es el único que está concentrado porque está jugando su futuro político. Mientras Alberto Fernández está pensando en su reelección.
Veo muy confundido al oficialismo y es dramático, porque son los que tienen que llevar el timonel del barco hasta diciembre.
No hablamos del drama del narcotráfico y de la violencia criminal. Siendo de Rosario, es un tema que los toca quizá más de cerca.
Sigue siendo absolutamente dramática la situación y el resultado de la presencia de más fuerzas federales no se va a ver en el corto plazo. Lo que pasó en Rosario es terrible, porque hace 20 años era Disneylandia, con índices de homicidio más bajos que la media nacional.
Tenemos un acuerdo con el Manhattan Institute, que generó las políticas del alcalde Rudolph Giuliani, y los trajimos muchas veces. Ver el deterioro de Rosario, en un primer momento por impericia política de algunos gobiernos provinciales, y ahora, que todo se terminó desmadrando. Hay una fuerza policial que en general gestiona el crimen, más que combatirlo, y que está muy involucrada en este fenómeno narco.
Pasó lo que nos anticipó el Manhattan Institute. Las primeras reacciones de los dirigentes políticos fue decir que era un problema entre narcos, que se mataban entre ellos. Era dramático pero se pensaba que no iba a llegar al resto de la sociedad. Pero llegó y hay zonas de Rosario que están controladas o intervenidas por los narcos. Es un problema generalizado, que nos golpea sobre todo a los que vivimos acá y es una fuente de preocupación constante.
Tiene que haber una fuertísima voluntad política de enfrentar este tema, con políticos que digan “esta va a ser la prioridad de mi gobierno”. Pasó en Colombia, en los Estados Unidos, con Giuliani en Nueva York, o en New Orleans, ciudades muy emblemáticas. Pero acá no estuvo.
Sí rescato la actitud del intendente Rosario, Pablo Javkin, que sin ser un problema de su jurisdicción, le puso el cuerpo, se ocupó y trató de aportar. Otra cosa sería tener una policía local, como se pudo lograr en Buenos Aires, y que sería deseable que se logre acá.
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¿El narcotráfico está en las prioridades de las políticas de Estado de la dirigencia política?
Todos dicen que sí, pero me parece que no hemos tenido un compromiso efectivo. El próximo gobernador de Santa Fe, sea quien fuere, va a tener que decir “voy a combatir el narcotráfico”.
Cuando vino Raymond Kelly -que era el primer jefe de Policía que venía de la fuerza, porque siempre fue un cargo político- se acercó el gobernador a un encuentro en la Fundación, y el gobernador, cuando se fue vio que tenía chofer, que estaba sin custodia.
Kelly nos preguntó “¿el gobernador anda sin custodia? acá no se está combatiendo el narcotráfico en serio, porque si lo estuvieran combatiendo en serio, el gobierno debería estar con una custodia contundente”.
Me parece que tiene que venir un liderazgo político que afronte el tema como algo central. Con una gran reestructuración presupuestaria, eliminar los despilfarros de dinero para ponerlos en seguridad, con tecnología, recursos. Pero sobre todo se necesita un gran liderazgo para enfrentar este drama. Y todavía no se ha visto.
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