Alberto Fernández y Santiago Cafiero terminaban anoche una cena en Olivos cuando sus celulares sonaron a la par: un WhatsApp con idéntico texto decía que el canciller ecuatoriano, Juan Carlos Holguín, había afirmado en una comparecencia reservada en el Congreso que durante una conversación telefónica el presidente argentino había reconocido la participación de los embajadores Gabriel Fucks -Ecuador - y Oscar Laborde -Venezuela- en el plan de fuga que permitió a María de los Ángeles Duarte escapar de la sede diplomática en Quito rumbo a Caracas, adonde quedó bajo la protección del régimen de Nicolás Maduro.
El jefe de Estado y su canciller no podían creer las declaraciones de Holguín ante los diputados ecuatorianos. Alberto Fernández había conversado por casualidad con el ministro de Relaciones Exteriores de Ecuador y en ese diálogo de treinta minutos había enfatizado que el Gobierno no tenía ninguna responsabilidad en la fuga de la ex ministra de Rafael Correa.
La conversación ocurrió cuando Fuks se encontraba en la antesala del despacho de Holguín para conocer oficialmente que era declarado persona no grata y que por lo tanto debía abandonar Ecuador en las próximas 72 horas. En ese momento, Alberto Fernández lo llama por teléfono y Fucks le avisa a Holguín que el presidente estaba al habla.
A partir de ese momento, el jefe de Estado y el canciller de Ecuador discuten durante media hora y, en ese lapso, Alberto Fernández habría explicado que Argentina no tiene el deber de custodia de Duarte, que la custodia de la ex ministra es una responsabilidad del gobierno ecuatoriano y que Ecuador estaba tratando de usar a la Argentina para encubrir un error gravísimo cometido por la administración de Lasso.
“Es lamentable que continúe el compendio de anécdotas y ninguna prueba que sustente la posición del gobierno de Ecuador. La falta de profesionalismo o las urgencias de política interna no van a definir la relación entre dos pueblos hermanos”, comentaron en la Cancillería cuando Infobae preguntó sobre la declaración reservada de Holguín en el Congreso de Ecuador.
La conversación casual entre Alberto Fernández y Holguín ocurrió el martes 14 de abril a las 19.00 (hora de la Argentina). Y un día más tarde, el canciller asiste a una reunión de la Comisión de Fiscalización del Congreso para presentar su perspectiva sobre los hechos que enfrentan a la Argentina con Ecuador:
Acorde a la reconstrucción que hizo Infobae en Quito, Holguín habría descripto el diálogo con Alberto Fernández de la siguiente manera:
1. Que Argentina oficialmente no participó del plan de fuga de Duarte a Venezuela.
2. Que el plan se ejecutó bajo la responsabilidad del embajador argentino en Venezuela, Oscar Laborde.
3. Que el embajador argentino en Ecuador, Gabriel Fucks, le mintió a la Cancillería de Argentina sobre la fecha de su fuga.
La posición de Holguín ante los diputados y la fuerte réplica de la Cancillería hacen crujir -de nuevo- las relaciones bilaterales entre Argentina y Ecuador. Mientras tanto, Duarte decidió permanecer en Caracas bajo la protección del régimen de Maduro. La exministra está prófuga de la justicia ecuatoriana, como su jefe político Rafael Correa, que logró asilo en Bélgica.
Duarte y Correa fueron condenados por corrupción: el expresidente logró escapar a Bruselas, en tanto que su exministra no tuvo tiempo y se refugió en la embajada de Argentina en Quito. Tras dos años ocupando la sede diplomática, Duarte solicitó asilo humanitario alegando que tenía un hijo menor con un argentino.
Correa le pidió a Cristina Fernández de Kirchner que se le concediera asiló a su exministra, y la Vicepresidente aceptó sus argumentos. Alberto Fernández convalidó el pedido de Correa y CFK, y concedió el asilo que Ecuador nunca validó por sólidas razones jurídicas.
Se trata de un derecho concedido de manera irregular. La convención de la OEA excluye el asilo -no importa de que status- si el beneficiario tiene sentencia en contra por casos de corrupción. Y Duarte se encuentra en esa condición jurídica.
Por eso, la administración de Guillermo Lasso nunca otorgó un salvoconducto que permitiera a Duarte salir de la embajada rumbo a Buenos Aires. Sin salvoconducto, la exministra quedaba a merced de la justicia ecuatoriana. Y Duarte asumiendo que eso jamás llegaría, decidió huir a Venezuela en un vuelo clandestino.
Ahora ese asilo atípico es papel mojado. Duarte arribó sola a Caracas, y su hijo está en Guayaquil junto a su tía materna. Entonces, si Duarte aterriza en Ezeiza, la justicia podría exigir su captura y detención por su condena de ocho años. Ya no hay supuestas razones humanitarias, y la exministra debería pagar su participación activa -como Correa- en el cobro de sobornos a empresas extranjeras que hacían obra pública en Ecuador.
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