El 6,6% de inflación que ayer dio a conocer el INDEC impactó con fuerza en el Frente de Todos y, en especial, en la estructura del gobierno nacional, donde reconocen que se “está haciendo lo mejor posible” para controlar el aumento de precios, pero no logran tener certezas sobre cuándo se conseguiréá un quiebre brusco en la curva inflacionaria.
Hasta el martes a la mañana, en la Casa Rosada esperaban tener un número más cercano al 6%, por eso la realidad fue chocante cuando conocieron los datos en la tarde del martes. La inflación es un problema que asumen con naturalidad en el corazón del oficialismo donde aseguran que, en materia económica, “todos los datos son positivos menos los números de la inflación”. Sin embargo, no deja de ser el “gran problema” que condiciona al Gobierno.
El nuevo registro del INDEC no solo generó un impacto en el día a día de la gestión, sino que también desató un sinfín de especulaciones sobre los condicionamientos que genera en esta etapa de armado electoral. La falta de un candidato firme, la espinosa interna palaciega y el aumento descontrolado de precios son las principales trabas que el Gobierno encuentra por delante.
El 6,6% pegó con fuerza en la dirigencia del peronismo que apunta a Sergio Massa como el mejor posicionado para ser candidato a presidente. Pese a que el ministro de Economía repite en todas las reuniones que no será candidato este año, gran parte del peronismo apuesta a que, en la antesala del cierre de listas, defina competir.
Para ese sector, el 102,5% interanual y el 12,6% de enero y febrero fueron una pésima noticia. ¿El motivo? Saben que Massa tiene atada su candidatura a la posibilidad de bajar la inflación. Si el plan de acción no logra los efectos esperados, el contexto económico no será el más propicio para que pueda saltar a la cancha.
Pese a la mirada negativa que existe en la mayoría del peronismo respecto a la influencia del aumento de precios en el escenario electoral, Massa sigue siendo el precandidato virtual que más adhesiones tiene. Es quien podría transformarse en un candidato de unidad ya que existe el consenso para que lo logre.
“Sergio todavía puede ser. No va a tener un camino entre rosas, pero sus posibilidades no pasan por eso, sino por un gran acuerdo político con Alberto y Cristina y que la economía no se desbande”, analizó un importante ministro del Gabinete, quien confía en que el Frente de Todos puede ser competitivo cuando llegue el momento clave.
Quienes frecuentan al ministro de Economía deducen que su voluntad de ser candidato sigue viva, pese a que en todas las reuniones políticas o de gestión asegure que es incompatible su rol con una candidatura. Esos interlocutores creen que esperará hasta último momento para ver si están las condiciones necesarias para encabezar la batalla electoral. Las listas se cierran el 24 de junio. Aún hay tiempo.
“El problema que tenemos nosotros es que no tenemos candidato. Si tuviéramos un candidato que mide 25 puntos estaríamos todos detrás, cada uno acumulando por su lado. Pero eso no pasa. Es un problema enorme”, reconoció otro influyente ministro. La ausencia de ese nombre propio sube las acciones de Massa pese al complejo contexto económico actual.
Más allá de los nombres, en el Frente de Todos ven con preocupación la presión que genera la inflación sobre el salario de los trabajadores y, en consecuencia, la fuerte perdida del poder adquisitivo que se está registrando todos los meses. En definitiva, consideran que puede transformarse en el certificado de derrota, aduciendo la teoría de que “la gente vota con el bolsillo”.
Dentro del oficialismo hay una división marcada entre quienes creen que si la fuerza política se reorganiza, las posibilidades de ser competitivos están intactas, más allá del desgaste que genera la inflación y la interna permanente entre la Casa Rosada y el kirchnerismo; y quienes ven muy difícil la posibilidad de ganar la elección y, por momentos, temen quedar terceros.
Frente a ese cuadro de situación, las posibilidades de un acuerdo entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner son nulas. “La relación está muy mal”, reconoció un colaborador del Presidente. No hay diálogo, ni empatía, ni negociación. No hay vínculo. La interacción que hubo en la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso fue forzada. Fue un falso retrato de la realidad.
Cada uno está jugando por su lado. Fernández mantiene firme su intención de buscar la reelección y no está dispuesto a claudicar frente a las críticas incesantes del kirchnerismo. Está enfocado en mostrar la gestión, en fortalecer al frente electoral y en esquivar los conflictos permanentes, aunque ha decidido responder algunos cuestionamientos de La Cámpora.
La Vicepresidenta mantiene su indefinición electoral después de la activación del “operativo clamor” para que sea candidata a presidenta, cuestiona la gestión del Gobierno que ella misma integra y le da margen de acción a Eduardo “Wado” de Pedro para que moldee su precandidatura presidencial. Mientras tanto deja crecer la idea que puede ser candidata, aunque ya haya dicho en público que no lo sería.
Fernández y Kirchner tienen dos agendas separadas pero integran la cúpula de un mismo gobierno. En el peronismo hay cierta claridad sobre que el mejor camino para pacificar la interna y fortalecerse de cara a las elecciones es que se genere un encuentro entre ambos. Una cumbre para encontrar consenso, presionados por la necesidad de ordenar el espacio político para enfrentar los comicios. Esa reunión no es posible en este tiempo. Y, tal vez, no llegue nunca.
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