El “operativo clamor” no está dando sus frutos. Cristina Kirchner no ha dado señales claras sobre una posible candidatura y la gran mayoría del peronismo no avala el plan para que la Vicepresidenta compita en las próximas elecciones por la presidencia.
En la Casa Rosada le quitan entidad al plan de acción que llevaron adelante Máximo Kirchner y los principales dirigentes de La Cámpora. “Todo lo que hacen es para tener la lapicera. Es lo único que les interesa”, indicaron. Creen que el objetivo final que tienen es concentrar el mayor poder posible para influir, en forma determinante, en el momento que se definan las candidaturas.
La relación entre Alberto Fernández y el kirchnerismo tuvo un nuevo pico de tensión durante el fin de semana, donde hubo un cruce de definiciones rimbombantes que tenía como objetivo movilizar al rival interno. “Nadie es imprescindible, de imprescindibles están llenos los cementerios”, sentenció el Presidente.
Una frase para la que no hizo falta aclarar el destinatario. En el kirchnerismo creen que Cristina Kirchner es imprescindible para llevar adelante el proyecto político que se someterá a votación este año. Los más radicalizados consideran que debe ser candidata a presidenta, mientras que los que evalúan números con cierta objetividad, advierten que para ganar, al menos, es necesario que esté en algún lugar de las listas.
“Ayer nada sin Perón, hoy nada sin Cristina”, fue el mensaje con sello K que se bajó en el acto del sábado en Avellaneda. Máximo Kirchner fue el encargado de devolverle gentilezas al Presidente. “Algunos están más interesados en ganarle a Cristina que en sacar el país adelante”, señaló. Idas y vueltas que lastiman al Gobierno.
El último eslabón de la interna tuvo como protagonista al ministro de Seguridad, Aníbal Fernández. “Son más oposición que oficialismo”, dijo ayer en referencia a La Cámpora.
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Dentro del peronismo y, en especial en las oficinas de Balcarce 50, nadie cree que CFK sea candidata a presidenta. Un funcionario cercano a Alberto Fernández lo resumió con el análisis de un puñado de encuestas que llegan a las manos del Presidente: “Es la más votada en el Frente de Todos, pero no te puede asegurar ganar la elección general o un balotaje. No va a rifar su carrera política para ir a perder”.
En las filas más albertistas del gobierno nacional están convencidos de que el “operativo clamor es la zanahoria que tiene el kirchnerismo para mostrarle a la militancia y para mantener la esperanza en base a la figura de CFK”. En definitiva, se trata de sostener a flote la idea de que la ex mandataria es la principal líder del espacio político y que no habrá decisión en la que ella no talle con absoluta influencia.
En la Casa Rosada aseguran que el objetivo K, después del acto del último sábado, es “ordenar y conducir”, por lo que sienten que “si ordenan al Presidente, son ellos los que mandan”. Según expresan, no podrán lograr ese cometido por más presión que ejerzan sobre la figura del primer mandatario, al que ya parece no movilizarlo los ataques de los dirigentes camporistas.
Alberto Fernández está acostumbrado al destrato sistemático de su compañera de fórmula y de la fuerza política que ella lidera, motivo por el que ningún discurso le hará de cambiar de parecer. La Cámpora quiere que el Presidente confirme cuanto antes que no competirá por la reelección e intenta encerrarlo con duros mensajes que desgastan su autoridad.
Fernández no va a exponer en público esa decisión hasta fines de mayo o principios de junio. Antes, nada. “¿Por qué diría ahora qué va a hacer? No funciona así. ¿Se acuerdan del ‘es pingüino o pingüina’ de Néstor? Alberto aprendió en el kirchnerismo que las candidaturas no se revelan hasta el final”, afirmó un funcionario de confianza del Jefe de Estado.
La referencia al ex presidente Kirchner refiere al momento en que mantenía la incógnita sobre quién sería el candidato del kirchnerismo en el 2007. Finalmente, la candidatura quedó en manos de Cristina Kirchner. Fue pingüina. Esa misma incertidumbre generó la actual vicepresidenta cuando tuvo que elegir su compañero de fórmula para lo que fue el tercer gobierno K. El ungido fue el entonces ministro de Economía Amado Boudou.
En los últimos días, en Balcarce 50 tomó fuerza la idea de que CFK, finalmente, terminará siendo candidata a senadora nacional con el fin de “alambrar” la provincia de Buenos Aires e intentar asegurarse una victoria. Un triunfo en suelo bonaerense es necesario para que el kirchnerismo conserve su poder territorial y su influencia en la mesa de negociones del peronismo. La Vicepresidenta tampoco dio señales sobre una posible candidatura legislativa, aunque la amplificación del “operativo clamor” tiene un guiño de su parte.
“Hay muchos que necesitan que ella juegue porque sino no tienen de dónde colgarse. Sin Cristina no son nada, no existen”, retrató un funcionario nacional con acceso al despacho presidencial. Las diferencias entre la Casa Rosada y el kirchnerismo son cada vez mayores. En ninguna de las dos partes entienden el juego político del otro.
La vida interna del peronismo está cada vez más agitada y en la Casa de Gobierno se mantienen incrédulos frente a la avanzada K. Se preguntan cómo puede ser que La Cámpora no advierta que si dañan a Alberto Fernández, también dañan el gobierno del que son parte y que será la base para competir en las elecciones nacionales, sea quien sea el candidato a presidente.
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