La relación del cardenal Jorge Bergoglio con las organizaciones sociales comenzó mucho antes de ser consagrado jefe de la Iglesia Católica y tomar el nombre de Francisco.
Los memoriosos mencionan la fecha del 1 de julio de 2008 como el día bisagra. Aseguran que el día de los Derechos de los Trabajadores Migrantes, antes de la celebración de la misa, y por intermedio del sacerdote misionero Mario Videla, de la congregación San Carlos Borromeo, conocidos en la Argentina como scalabrinianos, el purpurado afianzó la incipiente relación que había entablado con los movimientos sociales y de la economía popular en las recorridas que realizaba por los asentamientos de la Ciudad de Buenos Aires acompañado por José María Di Paola, más conocido como “Padre Pepe” y otros curas villeros. Ese día, por primera vez, el arzobispado de la Ciudad de Buenos Aires, y dos organizaciones, la Cooperativa La Alameda, a cargo de Gustavo Vera; y el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), liderada por Juan Grabois, organizaron una misa para inmigrantes indocumentados, mujeres explotadas sexualmente, víctimas de trabajo en condiciones de servidumbre y cartoneros.
Antes de la homilía, el Cardenal Primado de la Argentina, mantuvo un encuentro con los referentes sociales que se habían congregado para escuchar las palabras de cristo en voz de Bergoglio.
Videla, un sacerdote que luchaba por los derechos de los migrantes en el país, y que en 2015 dejó las hábitos e ingresó en la Defensoría del Pueblo para continuar con temas relacionados a esa problemática y la trata de personas, rememoró, quince años después, con lucidez ante este medio ese momento.
“La misa del 2008 fue muy particular. Bergoglio llegó bastante antes de la celebración y observó la gran cantidad de gente que había; se sintió shockeado por algunas realidades. En un determinado momento, estando en la sacristía, me pidió que llame a algunos de los dirigentes que estaban presentes para conocer de primera mano la situación que estaban viviendo”, recordó el entonces sacerdote. Y precisó: “Fue así como le presenté a Gustavo Vera, de la Fundación La Alameda; y a Juan Grabois del MTE, que no estaba tan organizada como ahora. Ellos le relataron los padecimientos al Cardenal Primado de Argentina. Ese fue un momento, no digo de conversión, pero sí de sensibilidad muy fuerte porque su homilía no solo cautivó, sino que trasformó su lucha cotidiana en un apoyo directo a los movimientos, a los más vulnerables que el Estado no los miraba y no los abandonó más. Un lucha que profundiza aún hoy desde el Vaticano. La Iglesia ya los abrazaba, pero desde ese momento comenzó a trabajar más de cerca con ellos. Fue la reivindicación de derechos que les eran negados. Desde ese día Su Santidad lucha para poder afirmar esos derechos”. Videla relata cada momento con voz pausada. Sabe que brinda detalles de un momento histórico en la relación de Francisco con los movimientos sociales, no solo de la Argentina, sino del mundo.
Todos los años el Papa preside el “Encuentro Mundial de Movimientos Populares”, el último de ellos, por ejemplo, fue para “reflexionar y compartir las luchas sociales y proponer nuevas formas de lucha, en defensa de los derechos que los convocan, principalmente Tierra, Techo y Trabajo”, una consigna que en el país impulsan Grabois desde el MTE, pero también otros líderes populares como el diputado Juan Carlos Alderete de la Corriente Clasista y Combativa; Gildo Onorato, del Movimiento Evita y Esteban “Gringo” Castro, el secretario general de la Unión Trabajadores de la Economía Popular.
“El entonces Cardenal Primado de la Argentina, le supo poner el pecho a las palabras y acompañó como sigue acompañando desde su papado a los movimientos sociales de todo el mundo y sobre todo la lucha contra la trata, creando un Dicasterio para estas problemáticas”, continúa Videla y destaca que “la actitud de Bergoglio entusiasmó a los dirigentes de esas organizaciones”.
Desde el púlpito, Jorge Bergoglio denunció las “nuevas formas de esclavitud” que existían en la Argentina y en el mundo, una bandera que enarbola desde el 13 de marzo de 2013, fecha en la que fue elegido Papa en la quinta votación efectuada durante el segundo día de cónclave.
En la emotiva homilía, el Cardenal incorporó lo que había escuchado un rato antes en la sacristía. “Hoy estamos aquí porque muchos de ustedes, encabezados por Gustavo (Vera), por Juan (Grabois), han levantado el techo y nos han metido acá en la presencia de Dios, en la presencia de la comunidad, a tantos hermanos… que no están, que están en los prostíbulos, que están tirando el carro con cartones. Hoy también se nos pide que abramos el techo de nuestra sociedad, el techo de nuestra conciencia y nos animemos a bajar y a poner delante de Jesús a todos nuestros hermanos y a curarlos con trabajo digno”, expresó el Cardenal Bergoglio desde el púlpito.
La mención a los dirigentes sociales fue un gesto que se trasformaría en amistad. Esos reclamos, esas luchas, son parte de su papado. “Son cuentos chinos que la Asamblea del Año XIII abolió la esclavitud, porque hoy hay más esclavos que entonces”, sostuvo el prelado que años después, durante la pandemia del COVID-19, en una carta enviada a las organizaciones populares, los llamó “verdaderos poetas sociales”. Y más aún, en el video del Papa Francisco al IV Encuentro Mundial con los Movimientos Populares el Vicario de Cristo utiliza el novedoso concepto del samaritano colectivo. Bergoglio supera allí su propia definición de “poetas sociales”, como los venía llamando.
La relación del Papa Francisco con Vera y Grabois fue tan estrecha que el primero es considerado un amigo por Bergoglio y el segundo fue nombrado por el Papa en junio de 2015 consultor del Pontificio Consejo de Justicia y Paz, y desde abril de 2021, en el nuevo Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, algo así como el “ministerio social del Vaticano” en el que se fusionó el anterior ente. El organismo, creado en 2016 a partir de la reforma en curia romana impulsada por Francisco -y resistida por algunos purpurados a los que el Papa no identifica- tiene como objetivo ocuparse de todo lo relativo con “las migraciones, los necesitados, los enfermos y los excluidos, los marginados y las víctimas de los conflictos armados y de las catástrofes naturales, los encarcelados, los desempleados y las víctimas de cualquier forma de esclavitud y de tortura”, una prioridad de su pontificado.
Las homilías en el santuario de Nuestra Señora de los Emigrantes, ubicado en barrio porteño de La Boca se prolongaron a lo largo de los años para después realizarse en Plaza Constitución el día internacional de la lucha contra la trata de personas.
“En la Buenos Aires actual hay muchos hermanos migrantes sometidos por señores poderosos que saben bien qué manos untar”, denunció durante una de las celebraciones y las miradas apuntaron a la administración de Mauricio Macri en la Alcaldía porteña. También utilizó términos que repite aún hoy al referirse a los sectores más vulnerables de la sociedad como a los “descartados por el sistema tras décadas de neoliberalismo”.
El líder del MTE y el cardenal coincidían en que la economía popular -cartoneros, vendedores ambulantes, agricultores, changarines- “necesita insertarse en el sistema” y que debían pasar “de esa economía informal de subsistencia a una economía popular comunitaria organizada; una economía donde haya tierra, techo y trabajo”.
No fue con los únicos dirigentes sociales argentinos que Bergoglio entabló una relación que perdura en el tiempo. Uno de ellos es Emilio Pérsico, actual secretario de Economía Social y uno de los líderes del Movimiento Evita.
En agosto de 2013, hace casi diez años, el Papa Francisco recibió en el Vaticano a Pérsico y a su pareja, la actual diputada provincial Patricia “Colo” Cubría para bautizar a su hijo Néstor -nombre en homenaje al ex mandatario Néstor Kirchner-. De ese encuentro, y charlas anteriores, surgió la idea de fundar una organización social cristiana y laica “Movimiento Misioneros de Francisco”. En la actualidad uno de sus referentes es el “Gringo” Castro, el líder de la UTEP.
Pérsico, ante una consulta de Infobae, detalla de esta manera la relación de los movimientos sociales con Francisco y del impacto que en ellos tuvo el nombramiento de Bergoglio como Su Santidad.
“Yo creí que Francisco, como Papa Argentino, iba a tener un proceso de evangelización muy grande en el país. Que se iban a llenar las iglesias nuevamente y que íbamos a tener una iglesia transformada, diferente, y eso pasó a medias. Lo que sí pasó es que en los movimientos populares hay un proceso de evangelización muy importante”, reconoce el dirigente social y presidente del partido La Patria de los Comunes.
“La mayoría de los compañeros ha sufrido un proceso de evangelización notable. Un ejemplo de esto fue la marcha de ayer a la misa de Luján con una delegación del Movimiento Evita. Pero eso no es porque lo impulsemos nosotros, sino porque los compañeros te lo piden. En la mayoría de los lugares de trabajo, en las cooperativas y en muchos otros lugares, como en La Matanza, en el Polo Productivo, construyeron una capilla hermosa y así, en cada lugar, está la presencia de un pequeño altar de la virgencita. Eso es lo que produjo la pontificación de Bergoglio”, explicó Pérsico.
Pérsico, ex integrante de la organización guerrillera Montoneros y de militancia peronista, también asegura: “El otro punto es la ayuda que nos ha dado la Iglesia a los movimientos populares. Yo tengo que agradecerle que siempre que necesitamos a la Iglesia, estuvo; y nos acompañó, por ejemplo, en momentos difíciles contra el macrimo; en momentos de negociaciones difíciles que hemos tenido siempre la iglesia y Bergoglio, ahora el Papa Francisco, se puso de lado de los movimientos populares y nos bancó”.
El líder del Evita reconoce que en el tema de las adicciones, un flagelo en los barrios más postergados, hacen “un trabajo en conjunto muy grande”. “En general siempre hemos tenido una coordinación y un apoyo. Siento que hemos estado y estamos muy apoyados por la iglesia y por Francisco”, agregó.
Dos años antes de la celebración de la homilía en la iglesia de Nuestra Señora de los Emigrantes, Bergoglio, que apoyaba las denuncias contra los burdeles, el trabajo esclavo y la persecución de los cartoneros por parte de la alcandía porteña, a cargo de Mauricio Macri, se mostró conmocionado, y expresó su pesar por la muerte de seis ciudadanos bolivianos, y uno por nacer, a consecuencia del incendio en el taller clandestino ubicado en la calle Luis Viale al 1269, en barrio de Flores. Las víctimas se llamaban Harry Rodríguez de 3 años, Rodrigo Quispe Carabajal y Luis Quispe de 4, Elías Carabajal Quispe de 10, Wilfredo Quispe Mendoza de 15 y Juana Vilca, de 25 años, que estaba embarazada.
Cinco años después de la masacre, Bergoglio frente al taller clandestino siniestrado ofició una misa en la que dijo: “Trabajo es lo que te da dignidad. La dignidad la tenemos por el trabajo, porque nos ganamos el pan, y eso nos hace mantener la frente alta. Pero cuando el trabajo no es lo primero, sino que lo primero es la ganancia, la acumulación de dinero ahí empieza una catarata descendente de degradación moral. Y termina esta catarata en la explotación de quien trabaja”.
En esas misas, el entonces Arzobispo de Buenos Aires conoció y trabó relación con el cartonero Sergio Sánchez, un hombre de extrema sensibilidad social que militaba en el MTE.
La relación que entablo Bergoglio con el cartonero fue tan profunda que el 19 de marzo de 2013, día en que se realizó la “misa solemne para marcar el comienzo del ministerio Petrino del Supremo Pontífice” estuvo entre los invitados especiales de Bergoglio. Era un familiar más. Vestido con la clásica indumentaria de los cartoneros, el dirigente del MTE, el reciclador de Barracas, se codeó con mandatarios y realeza.
Ese día Jorge Bergoglio recibió los máximos símbolos del poder temporal y espiritual de su puesto, el anillo del Pescador y el Palio. Sánchez fue testigo privilegiado de ese evento.
“Mi relación con Jorge era fluida y personal. Hizo muchas cosas que nadie las conocía más que nosotros. Es un hombre humilde y sencillo. Con su forma de ser, les cambió la vida a muchos y ayudó como poco a los movimientos sociales. Bergoglio, ahora Francisco, con su mensaje trasmite la voz de los marginados. Él me permitió entrar al Vaticano con mi carro lleno de cartones. Se imagina, el carro de cartonero por todos los rincones del Vaticano. Fue un mensaje para todos los cartoneros del mundo”, recuerda, emocionado, el dirigente social a Infobae.
Dos años después, el 30 de octubre de 2015, Bergoglio bautizó, en la capilla de la residencia Santa Marta, en Roma, a Francisco, el hijo del cartonero que integra la Federación de Trabajadores de la Economía Popular. De la ceremonia participaron Jaqueline Gómez y el padrino bautismal, Juan Grabois.
“Al Vaticano, cuando asumió Bergoglio su papado, no fui en representación solo mía; fui como representante de toda la economía popular; de miles de cartoneros que creíamos en el Papa, desde que lo conocíamos cuando era el obispo Jorge Bergoglio. Fui una de las personas que primero lo saludó cuando terminó la ceremonia en el Vaticano”, revive Sánchez y enfatiza que el bautismo de su hijo Francisco “fue el reconocimiento de todos los hijos de los cartoneros bautizados”.
Sánchez también viajó a Brasil, el 23 de julio de 2013 junto a treinta chicos y jóvenes cartoneros a la “Jornada Mundial de la Juventud”, el primer viaje al exterior del Papa Francisco. “No tengo oro ni plata, pero traigo conmigo lo más valioso: Jesucristo. Vengo en su nombre para alimentar la llama de amor fraterno que arde en todo corazón y deseo que llegue a todos y a cada uno mi saludo. La paz de Cristo esté con vosotros”, afirmó Francisco en la ceremonia de bienvenida ante la entonces presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, en el palacio de Guanabara.
Ese primer discurso papal, según el dirigente popular, aún es recordado por el impacto de sus palabras: “¡Hagan lío!... ¡Quiero lío en las diócesis, quiero que la Iglesia salga a la calle!”, pronunció.
Según recuerda Vatican News la ceremonia de bienvenida del Santo Padre “reunió a 1,2 millones de personas en Copacabana, mientras que al vía crucis del día 26 de julio asistieron 2 millones de fieles. Asimismo, en la vigilia, cerca de 3 millones de jóvenes se dieron cita también en Copacabana, para reflexionar, rezar y alabar a Dios en compañía del Papa”, entre ellos estaban los dirigentes populares argentinos y los jóvenes e hijos de cartoneros y del MTE.
La relación de Francisco con los movimientos populares se ha mantenido a lo largo de su papado. Y cada año los recuerda a través de homilías, encuentros y textos.
Por ejemplo, el 12 abril del año 2020, domingo pascual, les envió una misiva a los movimientos sociales que expresa el sentir de Su Santidad para los sectores más postergados de la sociedad, para los “descartados”, como los llama. “En estos días de tanta angustia y dificultad, muchos se han referido a la pandemia que sufrimos con metáforas bélicas. Si la lucha contra el COVID es una guerra, ustedes son un verdadero ejército invisible que pelea en las más peligrosas trincheras. Un ejército sin más armas que la solidaridad, la esperanza y el sentido de la comunidad que reverdece en estos días en los que nadie se salva solo. Ustedes son para mí, como les dije en nuestros encuentros, verdaderos poetas sociales, que desde las periferias olvidadas crean soluciones dignas para los problemas más acuciantes de los excluidos”, escribió Francisco.
La elección del cardenal primado de la Argentina Jorge Bergoglio como Papa fue sorpresiva. Por primera vez un religioso latinoamericano, buscado en “el fin del mundo”, como él mismo mencionó en su primera intervención, llegaba a la cúpula vaticana. Los especialistas avizoraban una agenda sensible ante los problemas sociales que azotan al mundo: migración, hambre, pobreza, violencia. El Papa Francisco es un jesuita de corazón franciscano, gran amigo del fallecido cardenal brasileño Claudio Hummes, quien dedicó los últimos años de su vida a la Amazonía y tuvo un papel relevante en la elección del nombre por el que optó Bergoglio. “Quiero rendir homenaje a un gran amigo, el cardenal [Cláudio] Hummes, que estaba sentado atrás mío y se me acercó en la primera votación y me dijo ‘No tengas miedo, así obra el Espíritu Santo’. Me emociono porque se murió hace poquito y lo quería mucho. Y cuando en la segunda votación salí elegido —llegué a los dos tercios y seguía el escrutinio, ahí aplauden todos mientras sigue el escrutinio—, él se levantó, me abrazó y me dijo: ‘No te olvides de los pobres’. Esto me toca. Un gran tipo, Hummes, un gran hombre. Un gran hombre. Murió hace unos meses. Silencioso, pero marcaba el rumbo. Bueno, los pobres, qué sé yo: San Francisco. Francisco, punto. Entonces cuando el cardenal [Giovanni Battista] Re me preguntó ‘¿Qué nombre quiere ponerse?’, le dije ‘Francisco’, punto”, recordó con devoción y fraternidad Bergoglio durante la entrevista que en el Vaticano le condedió a Daniel Hadad.
Grabois, Pérsico, Sánchez, Videla, todos los dirigentes de los movimientos sociales consultados para esta nota por Infobae coincide en que el Papa argentino, no se olvidó de los pobres del mundo ni de las organizaciones populares a las que, según sus palabras, “se las mira con desconfianza por superar la mera filantropía a través la organización comunitaria o reclamar por sus derechos en vez de quedarse resignados esperando a ver si cae alguna migaja de los que detentan el poder económico. Muchas veces mastican bronca e impotencia al ver las desigualdades que persisten incluso en momentos donde se acaban todas las excusas para sostener privilegios. Sin embargo, no se encierran en la queja: se arremangan y siguen trabajando por sus familias, por sus barrios, por el bien común. Esta actitud de Ustedes me ayuda, cuestiona y enseña mucho”.
En uno de los encuentros en Roma con los movimientos sociales y de la economía popular Francisco realizó una ponencia a través de la cual logró trasmitir el aprendizaje de “callejear” por los barrios más humildes y visitar los comedores populares de las organizaciones sociales. “Pienso en las personas, sobre todo mujeres, que multiplican el pan en los comedores comunitarios cocinando con dos cebollas y un paquete de arroz un delicioso guiso para cientos de niños, pienso en los enfermos, pienso en los ancianos. Nunca aparecen en los grandes medios. Tampoco los campesinos y agricultores familiares que siguen labrando para producir alimentos sanos sin destruir la naturaleza, sin acapararlos ni especular con la necesidad del pueblo. Quiero que sepan que nuestro Padre Celestial los mira, los valora, los reconoce y fortalece en su opción”.
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