Alberto Fernández se tomó su tiempo para centralizar bajo su mando una batería de acciones concretas del Gobierno frente a la escalada del tema del narcotráfico en la agenda pública. Recién este mediodía, seis días después de la amenaza contra Lionel Messi que hizo disparar todas las alarmas, el Presidente anunció un paquete de medidas con un discurso cuidado. Y, después de muchas dudas, le ordenó a su ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, que viaje al territorio para ver de cerca la situación y hacerse cargo de aplicar las políticas.
Alberto Fernández, que en un principio apareció como comentador de la realidad más que como líder del Poder Ejecutivo, e inclusive provocó una polémica con sus dichos, hoy buscó dar vuelta la imagen inicial para mostrar liderazgo y cierto grado de sintonía, coherencia y transversalidad en su gobierno, que enfrenta fragmentado la crisis de seguridad en Rosario.
Fue una reacción tardía: sus propios ministros, la oposición y las autoridades locales ya habían tomado la delantera, a pesar de que la semana pasada había informado ciertas acciones.
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El titular de Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, se había cortado solo, el viernes, con una actividad pre-programada junto al gobernador, Omar Perotti, por la entrega de tecnología y recursos económicos. Y la ola de críticas del propio jefe provincial y del intendente, Pablo Javkin, que se mostraron desoídos por la nación, ya habían arrasado con la imagen de la Casa Rosada.
Para peor, el sábado Horacio Rodríguez Larreta se hizo un festín con la falta de reacción del Gobierno: viajó a la ciudad en caos para llevar agua a su molino proselitista; enumeró todo lo que haría para combatir el narcotráfico; se fotografió con el intendente, Pablo Javkin; y le pegó con vehemencia a la Casa Rosada.
Después de los graves traspiés con los que inauguró la respuesta del Gobierno, Alberto Fernández pasó los últimos cuatro días tratando de unificar esfuerzos, con ayuda del jefe de Gabinete, Agustín Rossi, a quien había designado originariamente, apenas después del atentado a la familia Roccuzzo, para hacerse cargo de la crisis.
Desde el viernes, visitó o llamó, uno por uno, a los ministros de las distintas áreas que podrían intervenir por fuera del ministerio de Seguridad. Como había adelantado Infobae, el viernes se acercó a De Pedro, soldado de Cristina Kirchner y el interlocutor más difícil por las diferencias políticas que los separan. El resultado de esa charla, que se mantuvo en extrema reserva -de hecho, ni siquiera fue comunicada- fue, en el discurso de hoy, el anuncio de una colaboración entre el gobierno de Rosario y el Registro Nacional de las Personas (Renaper), que depende de la cartera de Interior.
El Presidente también pidió colaboración a la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, funcionaria de su riñón; y al titular de Defensa, Jorge Taiana, de cuyo contacto resultó el envío de agentes de la Compañía de Ingenieros de las FF.AA. al territorio.
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Durante esos días, mientras la oposición se despachaba en todos los canales de TV, el primer mandatario se llamó a silencio. Prefirió la cautela después de los pasos en falso que había dado en sus primeras intervenciones sobre el caso de Rosario, cuando dijo que “los rosarinos también son argentinos” y opinó, para disgusto de muchos, que “algo más habrá que hacer”. Cuidadoso, hoy transmitió sus nuevos planes con un mensaje grabado -esta mañana, en Olivos-, previamente estudiado, y que él mismo había escrito con ayuda de su portavoz, Gabriela Cerruti. Los preparativos finales se llevaron a cabo ayer por la tarde, entre Alberto Fernández y Rossi, al regreso del acto que encabezó en Santiago del Estero.
De traje, y con el pelo muy prolijo, el Presidente dijo que había dispuesto aumentar la presencia de fuerzas federales en la ciudad santafesina, llegando a 1400 efectivos en la zona (enviarán 400 porque ya hay 1000); y mandar a tropas del Ejército para que trabajen en tareas logísticas y en la urbanización de barrios populares. También anunció que se instalarán 600 cámaras de vigilancia con reconocimiento facial de última generación, una de las medidas que había adelantado De Pedro el viernes y que hoy el Presidente abrazó como propia.
Sin embargo, en el anuncio no mencionó la demora en el Senado para la aprobación de los pliegos de jueces y fiscales de Rosario, una responsabilidad del oficialismo, señalada por la oposición desde hace meses, y que desde la semana pasada en el FDT se aprestaban a corregir con inusitada celeridad.
Así, el Presidente corrió del centro de los focos a su ministro coordinador, Rossi, a quien había encargado el tema en el comienzo, y se posicionó, en persona, como gerenciador de las dificultades.
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