Una apertura de sesiones ordinarias particular, sumergida en distintos frentes de batalla que tiene abierto el Gobierno en simultáneo con la oposición, con la Justicia y consigo mismo. Alberto Fernández y Cristina Kirchner volvieron a verse las caras luego de seis meses, cuando ocurrió el intento de magnicidio contra la Vicepresidenta.
Al término de la Asamblea Legislativa, hubo conformidad -y algo de alivio- en el albertismo por el discurso del Presidente. Resaltaron la defensa férrea de una gestión que estuvo atravesada por los imprevistos de la pandemia, la guerra en Ucrania -y los conflictos internos- pero que de todas maneras se pudo mostrar números de “crecimiento del PBI”, así como en empleo e inversión.
Cuando el jefe de Estado abandonó el Congreso convocó a sus funcionarios más cercanos a almorzar en Casa Rosada para analizar el discurso. Estuvieron la portavoz, Gabriela Cerruti; el Jefe de Gabinete, Agustín Rossi; el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos y el secretario de la Presidencia, Julio Vitobello.
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El balance fue “positivo” definieron en el círculo íntimo del mandatario. Destacaron no solo la gestión de Gobierno, sino su tono confrontativo con el que cuestionó a Juntos por el Cambio en territorio porteño, donde se posiciona uno de los principales oponentes que tendrá el oficialismo en este año electoral, Horacio Rodríguez Larreta, y que provocó que los legisladores Martín Lousteau, Emiliano Yacobitti, Dolores Martinez y Carla Carrizo abandonen el parlamento.
“La Corte Suprema le aseguró a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires recursos coparticipables que no le corresponden, contrariando la Ley de Coparticipación vigente. Destina esos recursos a la Ciudad más opulenta de la Patria”, apuntó el Presidente contra el Máximo Tribunal ante la presencia de Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz.
Alberto Fernández también mostró su solidaridad con la Vicepresidenta en la pelea personal que mantiene con la Justicia, pero se negó a hablar de “proscripción” -como insiste La Cámpora- y optó por señalar que se busca su “inhabilitación política”. En efecto, “proscripción” es un término ante todo político, no jurídico, y este miércoles el Presidente dio un guiño a su socia en la coalición pero evitó caer en el relato K.
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En medio de la interna oficialista, en el kirchnerismo quedó la sensación que a Alberto Fernández le faltaron anuncios. Sobre todo teniendo en cuenta que la política ya está en campaña y que el Frente de Todos se juega el poder de los próximos 4 años.
Máximo Kirchner es una muestra de la distancia que hay entre el ala dura del kirchnerismo y el resto del gobierno. El referente de La Cámpora optó por hacer campaña visitando un centro de jubilados en La Matanza mientras el Presidente encabezaba la apertura del 141° período de sesiones ordinarias ante la Asamblea Legislativa.
En el kirchnerismo celebraron la defensa a Cristina Kirchner y el golpe a la Corte Suprema como un triunfo propio, pero inquieta la indefinición que mantiene el mandatario con respecto a su postulación. Entre líneas hay quienes leyeron que al no haber hecho anuncios a futuro, es una forma de dar por sentado que no irá por un segundo mandato. Pero el mensaje continúa sin ser claro, contrasta al resaltar los avances que logró el Gobierno los últimos tres años.
Más allá de haber avalado la teoría de la proscripción, -aunque habló de “inhabilitación política”- y de arremeter contra la Justicia, en el Kirchnerismo creen que ya es tarde. Los gestos de Alberto Fernández no van a restaurar al Frente de Todos, ni acabaran con las internas; no surtieron efecto en 2021 y en 2022, ¿por qué lo harían en medio de la campaña electoral?
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