“El comienzo fue soporífero, pero después agarró el manual Kapelusz de kirchnerismo y se puso interesante”. “Cedió, pero tarde”. Con esas frases, un funcionario nacional y un referente bonaerense, ambos de la órbita de Cristina Kirchner, intentaron resumir la mirada sobre del discurso de apertura de sesiones ordinarias que pronunció este mediodía Alberto Fernández, en el comienzo del último año de su mandato.
En suma, en el ala dura del Frente de Todos recibieron con beneplácito la condena que proclamó el Presidente contra la “inhabilitación política” de Cristina Kirchner, y celebraron la contundencia con la que arremetió contra la Justicia, sobre todo mientras lo escuchaban, en persona, dos jueces de la Corte Suprema. Pero creen que a esta altura del partido no hay lugar para una reconciliación y se quedaron con sabor a poco en términos de definiciones electorales.
En medio de la feroz pelea en el Frente de Todos por las candidaturas, desde hace días había serias dudas en el Gobierno sobre la postura que adoptaría Alberto Fernández en la apertura del año político y electoral frente a la situación judicial de Cristina Kirchner, el principal eje de disputa política dentro del espacio. En el último tiempo, los principales alfiles del mandatario habían mostrado posturas contradictorias: mientras Rossi hablaba de proscripción, Aníbal Fernández se basaba en argumentos técnicos legales para argumentar que la Vicepresidenta está en condiciones de competir.
En tanto, desde La Cámpora denunciaban sistemáticamente que la Justicia le impide -potencialmente- a Cristina Kirchner presentarse en las próximas elecciones, en particular tras la condena en la causa Vialidad. En tanto que, durante los últimos días, se dedicaron a criticar con sostenida vehemencia al Presidente. Máximo Kirchner, el líder de la organización y diputado nacional, ratificó hoy su desaprobación total frente a Alberto Fernández: fue el único legislador que eligió dejar su banca vacía durante la ceremonia en el Congreso.
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Finalmente, este mediodía, el jefe de Estado, que hasta ahora había evitado referirse al tema con firmeza, se volcó por satisfacer a la accionista mayoritaria del frente y, sentado junto a ella, articuló una férrea defensa de la Vicepresidenta. Como si fuera su abogado defensor en un juicio oral, dijo que efectivamente está inhabilitada por el Poder Judicial; denunció que es víctima de una persecución y denunció los vínculos entre la oposición y ciertos jueces. Fue una muestra de sintonía total con la teoría del lawfare, aunque no usó ese término.
Tampoco aplicó la palabra proscripción, a sabiendas de que el kirchnerismo esperaba que la mencionara específicamente, en línea con el discurso centralizado de los duros. No obstante, en una primera reacción al mensaje presidencial, dos funcionarios del kirchnerismo eligieron, al unísono pero por separado, restarle importancia a las diferencias semánticas.
En cambio, apreciaron que el jefe de Estado se sometiera a la posición del sector que responde a la ex mandataria. “Como siempre, cedió, y buscó conformar a todos. Le tiró un centro a Sergio (Massa), le pegó a la Justicia, defendió a Cristina. Fue de manual”, dijo un funcionario después de escuchar atentamente las palabras que emitió el primer mandatario en el recinto de la Cámara de Diputados, frente a la primera plana del oficialismo y la oposición, y a los propios jueces supremos.
Desde una oficina de la gobernación de la provincia valoraron el mensaje político y el modo que usó el Presidente para cerrar su mensaje, a los gritos frente a los reclamos e insultos de los diputados opositores. “Si bien no dijo “la“ palabra, la crítica a la Corte fue lo suficientemente rigurosa como para no caer en un problema terminológico”, dijo un funcionario. En La Cámpora vivieron la asamblea de hoy como un triunfo propio. En síntesis, creen que lograron doblegar a Alberto Fernández, y vieron en esa clave el talante “impertérrito” de Cristina Kirchner, que evitó desairar al jefe de Estado como en otros actos.
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Sin embargo, en el cristinismo no pasó desapercibido la puesta en escena autorreivindicativa que montó la Presidencia, al llevar a la sesión a varios ciudadanos beneficiados por políticas públicas y mencionarlos uno por uno. Algunos funcionarios, los más críticos de la gestión albertista, lo consideraron una forma de mantener en pie la hipótesis de su resistida postulación. Lo cual, a ojos de los referentes k más intransigentes, empañó el intento del Presidente para congraciarse con su jefa política.
Otros, por el contrario, vieron en la última asamblea del mandato actual de Alberto Fernández la semilla de su salida. “Aunque en cada puerta que abría encontraba un lugar para decir ‘Este soy yo, y este fue mi gobierno’, el discurso sonó más a una despedida. No dijo en ningún momento que necesita más tiempo para completar la gestión”, analizó un referente nacional.
El Presidente, en efecto, no hizo un solo anuncio de peso con vistas hacia el futuro. Si bien mencionó fugazmente el problema de la inflación galopante es decir, la principal deuda de su administración, pidió reparar en los aspectos positivos de la gestión. Y a continuación, dedicó la mayor parte de su presentación a repasar con sumo detalle los avances que logró el Gobierno durante los últimos tres años en distintas áreas.
En las filas de CFK consideraron esa mirada hacia atrás como una señal a favor del resto de los precandidatos, incluida la vice. “En resumen, admitió que tiene los pies sobre la tierra, pero no dijo que esto se puede corregir con más años de albertismo”, destacaron en una encumbrada oficina bonaerense que se identifica con el liderazgo de Cristina Kirchner.
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