¿Con qué sectores sindicales Alberto Fernández sostendrá su proyecto de reelección? Un indicio surgirá en la calle este miércoles: la Confederación General del Trabajo (CGT) no se movilizará ante el Congreso cuando el Presidente brinde el último discurso de su mandato para inaugurar el período de sesiones ordinarias. Ni siquiera el albertista Héctor Daer, cotitular cegetista y líder de la Federación de Trabajadores de la Sanidad (FATSA), impulsa ninguna concentración en apoyo del primer mandatario.
“Ninguno de los sindicatos importantes se va a movilizar, aunque tampoco recibimos ningún llamado de la Casa Rosada para que lo hagamos”, afirmó a Infobae un directivo de la CGT. Tampoco marcharán los gremios alineados con el kirchnerismo, que mantienen una postura muy crítica del jefe del Estado. Es evidente que el sindicalismo peronista tomó distancia de Alberto Fernández, no apuesta por su continuidad en ninguno de los escenarios posibles y, aunque todavía no decidió a quién apoyará para la pelea presidencial, la mayoría se inclinará por figuras como Sergio Massa o Daniel Scioli.
Por eso, toda la atención está puesta en la prometida visita del ministro de Economía a la CGT, que iba a realizarse hace 15 días, se postergó por cuestiones de agenda y finalmente volvió a suspenderse por el viaje del funcionario a la reunión de ministros del G-20 en la India. Ahora, Massa está en contacto con Daer y Carlos Acuña, otro de los cotitulares cegetistas, para fijar una nueva fecha al encuentro.
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La intención era escenificar el acercamiento de Massa y la CGT, con la excusa de brindar precisiones sobre la evolución del plan económico y las medidas contra la inflación. El telón de fondo de la presencia del ministro en la sede de Azopardo serán las paritarias: Massa alienta una pauta del 30% para el primer semestre, con revisión en junio, para desacelerar el alza inflacionaria, mientras que los sindicalistas desconfían de una baja en el costo de vida y rechazan los topes a los aumentos salariales.
Apenas se conoció la sugerencia salarial de Massa, la CGT le puso límites. Gerardo Martínez, secretario de Relaciones Internacionales de la CGT y titular de la Unión Obrera de la Construcción (UOCRA), dijo que “las paritarias son libres y soberanas de cada sector” y advirtió que “la CGT no acepta ningún techo ni intromisión de la política para que los salarios sean variante de ajuste”.
Hoy, en la CGT advierten que el primer trimestre del año, como anticipó Infobae, cerrará con una inflación mensual del 6%, en línea con las cifras de enero y con pocas chances de una desaceleración en los meses siguientes, y se prevé una nueva dinámica inflacionaria, con servicios que pasaron a tener ajustes semestrales a bimensuales y que ahora se incrementan mes a mes, con esquemas prefijados.
La proyección inflacionaria para 2023 ya se ubica en el 80%, lo que implica que los dirigentes gremiales deberían negociar aumentos salariales a la baja para adaptarse a la pauta que sugiere Massa. De esa batalla también depende la postulación presidencial del líder del Frente Renovador: “Si en junio hay una tendencia descendente de la inflación, Sergio se instalará como candidato. Si no, será complicado”, admitió a Infobae un miembro de la conducción de la CGT.
Sea como fuere, para la CGT es una buena noticia que Scioli haya anunciado su idea de disputar las PASO para dirimir la candidatura presidencial del Frente de Todos. Es un viejo conocido de los sindicalistas, que se alinearon detrás de su figura en las elecciones de 2015 y se trata de un dirigente del peronismo no kirchnerista y de perfil moderado, dos atributos importantes para la central obrera.
En la conducción cegetista no hay ninguna intención de apoyar a cualquier candidato bendecido por Cristina Kirchner y La Cámpora. Sí, en cambio, los sindicalistas de la Corriente Federal de Trabajadores, que integra Sergio Palazzo (bancarios), y la CTA kirchnerista de Hugo Yasky apoyarán a cualquier postulante apadrinado por la Vicepresidenta. En el caso del Frente Sindical para el Modelo Nacional (Fresimona), donde figuran Pablo Moyano (camioneros) y Mario Manrique (SMATA), entre otros, sus miembros son cercanos al kirchnerismo, pero mantienen una excelente relación con Massa.
En la CGT, dominada por la alianza de “los Gordos”, los independientes y el barrionuevismo, nadie toma en serio el intento reeleccionista del Presidente: en este sector predomina el desencanto por la gestión del Frente de Todos, los malos resultados socioeconómicos y la indiferencia que sienten los sindicalistas por parte de los funcionarios, además del incumplimiento de las promesas del primer mandatario en varios rubros, desde el político hasta el salarial, pasando por el de las obras sociales.
El sector que controla la CGT es de signo antikirchnerista o, al menos, no kirchnerista y desde que comenzó la gestión de Alberto Fernández estuvo dispuesto a respaldar la creación del albertismo como sector propio dentro del peronismo y como una forma de disputarle el poder a Cristina Kirchner. Sin embargo, según se quejan en la central obrera, el Presidente nunca se animó a liderar un espacio que sumara no sólo a los sindicalistas sino también a gobernadores críticos del kirchnerismo.
Más allá del problema político, lo que alejó definitivamente a la CGT de Alberto Fernández fue su falta de participación en las medidas oficiales. Poco antes de asumir, el Presidente visitó la sede cegetista y prometió: “La CGT va a ser parte del Gobierno que viene”. Nunca fue así. El sindicalismo no tuvo espacio en las grillas ministeriales e incluso fue marginada de las decisiones de la Casa Rosada. El último hecho que graficó esta relación fallida fue cuando Claudio Moroni renunció al Ministerio de Trabajo y el Presidente designó en su lugar a Kelly Olmos sin siquiera comunicárselo a la CGT.
En la central obrera saben que será difícil que el Frente de Todos gane las elecciones y por eso juegan en varios tableros en forma simultánea: aceleraron sus contactos reservados con líderes de Juntos por el Cambio que podrían suceder a Alberto Fernández desde diciembre próximo, y se aprestan a apoyar a Massa o a Scioli, mientras refuerzan sus lazos con gobernadores del PJ para presionar por más lugares en las listas de candidatos. Si el oficialismo pierde los comicios, el sindicalismo quiere tener mejor llegada al futuro gobierno y más legisladores propios para recuperar fuerza en el Congreso.
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