Mientras se multiplican los guiños electorales de los eventuales candidatos del convulsionado Frente de Todos, Alberto Fernández puso en guardia a sus tres principales espadas en la arena política para “poner en valor” su gestión nacional de los vapuleos del kirchnerismo y defender la hipótesis de su candidatura de los -no pocos- dirigentes nacionales y provinciales que la consideran un error. El Presidente busca inclinar la mesa de la coalición nacional a su favor, aunque mantiene su eventual candidatura bajo un manto de dudas y señales contradictorias.
Después de la mesa política, donde el ala dura del FDT y sus aliados enfatizaron como nunca los pedidos para que se baje de la contienda interna, el Presidente instruyó a Victoria Tolosa Paz, al recién llegado jefe de Gabinete Agustín Rossi y al ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, para que salgan con vehemencia a respaldar la gestión nacional.
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En los últimos días no hubo anuncios de peso, pero se multiplicaron en sus voces concienzudos repasos, cada día, prácticamente en todos los canales y radios, de parte de los tres funcionarios de confianza del Presidente, que se enfocaron en resaltar los datos duros en construcción de vivienda, de índices de desempleo, de crecimiento, entre otros puntos estudiados de memoria y repetidos hasta el hartazgo.
En simultáneo, en cada alocución defendieron “el derecho” del jefe de Estado a presentarse en las PASO, aunque siempre aclararon que está abierta la posibilidad de que se corra. “El Presidente es candidato hasta que diga que no lo es”, dijo Tolosa Paz. ”Alberto dice que lo va a intentar, pero si aparece alguien que en mejores condiciones o que hace más competitivo el espacio, lo estará acompañando”, sostuvo Rossi. “Él tiene todo el derecho del mundo de presentarse como candidato, pero también tomó la decisión de abrir el juego a todos los que quieran participar”, agregó Aníbal.
Un funcionario intentó explicar, off the record, los titubeos: “Hablar de candidaturas, hoy, es ridículo. Alberto realmente no sabe si va a ser, pero va a trabajar hasta el último minuto para defender la gestión, porque eso es lo que mejor le hace al conjunto del Frente de Todos. Al final, lo va a decidir la gente”, dijo, y señaló que serán los registros de las encuestas -que por ahora lo muestran débil- los que forzarán su camino, más que el veto K.
Mientras duda, el Presidente perdió el respaldo de los movimientos sociales, un sector clave de su armado. Después de dos años de peleas y reconciliaciones, las principales organizaciones tomaron distancia de su reelección de manera aparentemente definitiva, este mediodía en el restaurante Tocuato Tasso, en San Telmo, durante el lanzamiento del Partido de los Comunes.
La postura distante quedó clara en la voz del titular de Movimiento Evita, Emilio Pérsico. Parado frente a un centenar de dirigentes y militantes propios, de Barrios de Pie y de otras organizaciones históricamente afines a Alberto Fernández, lanzó: “No tenemos candidato a presidente, nos une el espanto”. Con el micrófono en mano, lanzó entre críticas vehementes contra la gestión de Tolosa Paz al frente de Desarrollo Social, en particular por el recorte de planes, y a la persistente negativa del el Gobierno -del que tanto él como otros referentes sociales forman parte, en calidad de funcionarios- para crear un Ministerio de la Economía Popular.
“Alberto está muy golpeado, debería correrse por su propio bien y dejarle el lugar a otro”, dijo, por lo bajo, un referente de peso de los movimientos, para enfatizar los dichos de Pérsico. En tanto, Juan Grabois, el líder del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), que integra la Utep con el Movimiento Evita pero tiene juego propio, hace tiempo se despegó del Presidente, y se volcó en público por la figura de Eduardo Wado de Pedro, presidenciable del kirchnerismo que también mantiene las expectativas sobre su candidatura, a la espera de la venia definitiva de Cristina Kirchner.
Mientras el jefe de Estado decide, a cuatro meses del cierre de listas, entre presiones del kirchnerismo y de varios gobernadores e intendentes para que se baje, en la Casa Rosada están decididos a romper el “cerco mediático” del que, consideran, es víctima el Presidente; y a levantar los escudos ante la balacera constante del kirchnerismo. El uso de la cadena nacional, el miércoles, desde la Antártida, también fue parte de ese plan. “¿Por qué creen que Cristina usaba la cadena? Era lo único que tenía para hacerse escuchar”, justificó un alfil albertista sobre el discurso, criticado porque generó expectativa, y terminó con sabor a nada.
El Presidente se valdrá de la Asamblea Legislativa del próximo miércoles para sus fines auto-reivindicativos. En años anteriores, adelantó proyectos para los meses que se avecinaban. Esta vez, en su círculo aseguraron que se inclinará por repasar lo hecho, en lugar de adelantar políticas. De todas formas, nadie se arriesgaba a anticipar el tono o el contenido del discurso que pronunciará el Presidente. “Lo va a diseñar él solo, a último momento. Alberto escucha mucho, pero raramente dice qué va a hacer”, dijo uno de sus alfiles.
En la órbita K no sólo resisten la postulación de Alberto Fernández, sino que dudan “sinceramente” de que se vaya a presentar. Se basan en la falta de definiciones -el Presidente, si bien coquetea con la idea, nunca dijo con todas las letras que va a ir por la reelección-; y en lo que denominaron un “modus operandi” del jefe de Estado. “Con cada planteo político que se le hizo, postergó, procrastinó, y después, sin excepción, terminó pasando lo que decíamos nosotros. ¿Por qué esta vez sería distinto?”, dijeron en un despacho de peso del ala cristinista, antes de repasar los nombres de varios de los ministros albertistas eyectados y las políticas más polémicas.
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Para justificar la postura también apelan a lo que denominaron “la regla de tres simple de Scioli”, en referencia al lanzamiento formal del ex motonauta. “Scioli dijo que sólo se presentaría si Alberto no era candidato, y el martes se presentó. Eso debería significar que Alberto se baja”, dijo, con suspicacia, un funcionario nacional de La Cámpora. En el entorno del embajador en Brasil negaron que la manifestación de sus intenciones condicione o represente un adelanto de las intenciones Alberto Fernández. “Daniel es el candidato de Daniel, no de Alberto”, aclararon.
Asesores en marcha
Además del trípode mediático, en el armado albertista participa, por ahora en segundo plano, el nuevo titular del Gabinete de Asesores, Antonio Aracre, empresario devenido en funcionario nacional, que asumió en febrero después de dejar Syngenta, que condujo durante 35 años. El nuevo ladero del Presidente buscará innovar en la dinámica del Gobierno, al sistematizar, al menos, su sector, con una serie de almuerzos que, en principio, se realizarán todas las semanas.
Mientras estuvo bajo el mando de Juan Manuel Olmos (hoy a cargo de la vicejefatura de Gabinete) y durante el breve paso de Julián Leunda (que salió eyectado en medio de un escándalo), los asesores presidenciales se reunían muy esporádicamente entre ellos, y no trascendían resultados de los encuentros. Aracre quiere dar vuelta ese esquema: planteará charlas conjuntas, con temas específicos, y terminará los mítines con una minuta “concreta”. La primera reunión será en la Casa Rosada, al mediodía del próximo martes, y estarán invitados todos los asesores que quedaron: Cecilia Nicolini, Ricardo Forster, y Dora Barrancos. Un detalle: también extenderán un convite a un ministro distinto cada semana, y siempre buscarán contar con la presencia de Alberto Fernández.
Si la dinámica se sostiene en el tiempo, sería una novedad en el Gobierno: el Presidente y sus jefes de Gabinete prefirieron siempre las reuniones bilaterales y se inclinaron a organizarlas según el contexto, sin itinerarios prefijados. En la órbita del Jefe de Estado, más allá de las intenciones de Aracre, aún sostienen que prefieren el método “radial” de liderazgo: “Las reuniones grandes no sirven para nada. Esa es la mirada de Alberto y de Agustín, y la mayoría lo compartimos”.
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