El gen mapuche de la violencia fue tema de debate por parte de la historiadora mendocina Andrea Greco, quien habló con Infobae y explicó los vericuetos de la autopercepción de este pueblo originario, su llegada a la Argentina, como así también el vínculo histórico con las recientes tomas y entregas de tierras.
Al resonado caso de Villa Mascardi se suma el de la provincia de Mendoza que se presentó ante el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) para intentar revertir las resoluciones con las que el organismo, dependiente del Ministerio de Justicia, le entregó terrenos a diferentes comunidades mapuches. Esto incluyó marchas y protestas por parte de productores agropecuarios y vecinos.
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Por empezar, basada en los relatos del primigenio historiador argentino Pedro de Angelis (Colección de obras y documentos relativos a la historia antigua y moderna de las provincias del Río de la Plata), Greco sostiene que los mapuches nunca fueron de Argentina, sino de Chile. “Jamás deberían reclamar las tierras patagónicas como propias ya que no deberían considerarse como pueblos originarios porque no estaban afincados allí antes de la llegada de los españoles”, sostiene la profesora de Historia Regional que trabaja en dos profesorados en San Rafael.
Miembro de dos equipos de investigación de la Universidad Nacional de Cuyo, ella toma como referencia obras del doctor en antropología José Manuel Zavala Cepeda (Parlamentos Hispano mapuches y Relaciones interétnicas e identidad mapuche), para afirmar que el término mapuche no era el más usado en épocas de la conquista española. “No es de origen hispánico (en relación a reche) sino araucano, hay una continuidad en términos socioculturales que se llamaban araucanos y los que se llamaban mapuches. Los términos que ellos han elegido para autodeterminarse tiene un origen chileno”, sostiene.
Greco vive en San Rafael, Mendoza, provincia como tierra originaria de indios huarpes, al norte y, hacia el sur, de puelches y pehuenches, quienes sí estuvieron en conflicto con el pueblo mapuche. “El sur de Mendoza, más allá del siglo XIX, fue zona de paso de los mapuches, pero sin establecerse en ningún sitio dentro de este territorio. Ellos tienen un origen chileno, del otro lado de la cordillera, como un pueblo sedentario que habitaban las zonas bajas de la región de la Araucanía: no eran un pueblo cordillerano como muchos creen”, expresó la ex miembro del Centro de Edición de Textos Hispanoamericanos (CETH).
Según la especialista, los mapuches tuvieron estirpe invasora en Argentina, ya que entraron en conflicto con las otras poblaciones, de oeste a este, en dirección desde Neuquén hacia la provincia de Buenos Aires y luego hacia el norte y sur en dirección a Mendoza y Río Negro, respectivamente.
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Un caso de la invasión mapuche fue desde el minuto cero de la fundación de San Rafael (Mendoza), en abril de 1805. La historiadora recordó que. por entonces, se realizó un parlamento con los caciques puelches y pehuenches de la zona, los que se consideran con derechos a ocupar el terreno. “Allí ellos ceden el terreno a los españoles para defenderlo de los enemigos, que son los mapuches. Arman un fuerte para evitar que estos indígenas ataquen los pasos cordilleranos y, de paso, se aseguraban ante los hispanos priorizar la ocupación de esas tierras”.
Otro de los mojones de este sangriento perfil ocurrió en 1825, donde hubo una matanza de pehuenches por parte de los mapuches. “Fue un ataque por venganza hacia los pueblos originarios, comandada por el Cacique Anteñir que cruzó la cordillera con 5000 indígenas y atacaron a los pehuenches provocando una enorme mortandad. Solo se salvaron alrededor de 1000, que pudieron huir”, agregó Greco. Y dilucidó la confusión pehuenche-mapuche. “Los primeros adoptaron la lengua mapudungún, pero no dejaron de ser un pueblo autónomo y ejercer el control de los pasos cordilleranos, no se consideraban mapuches”, argumentó.
A pesar del triunfo en la avanzada territorial, según la historiadora, los mapuches no se establecieron en Mendoza, pero sí al sur del Río Colorado, entre el sur de la Pampa y la provincia de Río Negro. “Allí es donde se dedicaban al robo de ganado debido a que se encuentran con una geografía distinta a la chilena, menos fértil y árida, lo que los llevó al abigeato”, expresó la historiadora.
Y por estos hechos, entre otros, sostiene su tesis: “en Argentina los mapuches fueron asesinos, ladrones y usurpadores, desde que se pusieron en pie de guerra”, indicó la historiadora. Pero originariamente, en Chile, por su carácter sedentario -en donde cultivaban la tierra chilena- este pueblo no tenía esa estirpe luchadora.
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“Hasta que empezaron la guerra del Arauco contra los españoles y se volvieron guerreros contra los otros pueblos originarios que se oponían a su predominio y a sus negocios de robo y venta de ganado”, agregó la especialista que trabajó en el Instituto de investigaciones en Derecho Civil de la Universidad de Mendoza con sede en San Rafael.
La autopercepción mapuche
Para Greco esto es una “operación política” fomentada por el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) ya que, según ella, no se está dando una correcta aplicación a la ley 6.086 (noviembre de 1993), conocida como ley de arraigo (Promoción y arraigo de puesteros en tierras no irrigadas de la provincia).
“Esta ley fue reformada en 2020 y, a fines del año pasado, se formó el Consejo de Arraigo que es el organismo que debe recibir los reclamos de los puesteros y el INAI ha forzado esto”. Para Greco, la “orquestación” a través de este organismo tiene relación con las tomas recientes de Villa Mascardi. “Y también con la protección que se le dio a Facundo Jones Huala”, sostuvo.
La ley es integrar a la producción de Mendoza las actividades del pueblo originario. Que en la provincia cuyana haya comunidades que se autoproclamen mapuches, según ella, es reciente. Y, por último, cita el caso de Eliseo Parada: “un puestero al que le dijeron que forme parte de una comunidad mapuche”. En casos como este, ella afirma la intención política detrás de estos reclamos de tierras. “No es necesario inventar una identidad que uno no tiene, con la ley de arraigo un puestero puede reclamar legítimamente. La injusticia se repara con justicia, no con mentiras”, cerró la académica.
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