Alberto Fernández arranca una semana que fuerte impacto político. Actividad preelectoral, cambios en el Gabinete, datos de inflación y cumbre peronista para empezar a discutir la estrategia electoral del Frente de Todos. Un picado de temas que le dan volumen a la agenda presidencial, completamente atravesada por la disputa electoral.
El Presidente se mueve como un candidato aunque no termina de definir en público si irá o no por la reelección. Puertas adentro de la Casa Rosada ya no hay dudas de que buscará cuatro años más al frente del Gobierno, pero Fernández maneja los tiempos y patea hacia adelante la definición de su proyecto político y electoral.
Mientras tanto, carga su agenda de recorridas por el conurbano bonaerense y el interior del país. Este lunes, a las 11, inaugurará la Clínica Veterinaria Municipal en el Polo Sanitario de Ituzaingó, municipio gobernado por Alberto Descalzo, uno de los históricos intendentes peronistas con el que tiene una buena relación.
El martes viajará a Catamarca, donde gobierna Raúl Jalil, uno de los gobernadores que tiene mejor sintonía con Balcarce 50. El Presidente estará en la capital provincial en la inauguración del Centro de Día y Residencia para Adultos Mayores.
Anuncios e inauguraciones con una figura política local al lado y los ministros más cercanos. De eso se trata. Fernández quiere mostrar que la gestión está activa, que su gobierno no se detuvo pese a la pandemia, la guerra y la interna peronista. Suelen ser los tres tópicos con los que prefiere identificar los sinsabores de su gestión y los condicionamientos que tuvo a lo largo de los últimos tres años.
El martes también será un día clave para la economía y, en consecuencia, para las proyecciones electorales de Sergio Massa. A las 16 el INDEC dará a conocer el dato de inflación de enero que, en las arterias gubernamentales, estiman que será más alto que el 5,1% que se registró en diciembre, lo que generaría un nuevo sacudón en la agenda del Presidente.
Massa no se cansa de decir que ser ministro de Economía no es compatible con ser candidato a presidente. En los últimos mítines peronistas el discurso ha sido el mismo. Incluso, la semana pasada, durante una reunión de intendentes del conurbano con Fernández, el ministro insistió con su postura y le pidió al Presidente que defina si será o no candidato en las elecciones presidenciales de este año.
Más allá de lo que haga el Jefe de Estado, en el interior del peronismo la mayoría de la dirigencia sigue creyendo que el titular del Palacio de Hacienda es el mejor candidato para afrontar los comicios. Una definición de Fernández empezaría a ordenar el tablero electoral, aunque cerca del Presidente estiman que no sucederá hasta abril.
En ese contexto, y teniendo en cuenta que no sobran candidatos en el peronismo, los nombres propios que ocupan el casillero de precandidatos seguirán ahí hasta que alguno de ellos decida mover primero la pieza de ajedrez. Mientras tanto, habrá múltiples especulaciones que avanzarán a un ritmo vertiginoso, mientras crece la preocupación por la falta de un nombre competitivo y definido a afrontar el complejo desafío.
El miércoles será un día importante en la agenda política. Agustín Rossi ocupará la silla de Juan Manzur en la Jefatura de Gabinete. El dirigente santafesino reforzará el bloque albertista en la Casa Rosada y le impondrá una impronta distinta a la que tuvo el ex gobernador tucumano, que deja su puesto en el gobierno nacional para ser candidato a vicegobernador en Tucumán. Primero lo primero.
Las grietas internas del Gobierno y los cambios de rumbo que sufrió la gestión quedan bien expuestos en la designación de Rossi. El actual titular de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) fue desplazado del Gabinete, cuando ocupaba el ministerio de Defensa, por querer competir en unas PASO con los candidatos impulsados por el gobernador de Santa Fe, Omar Perotti.
En el 2021, en la antesala de las elecciones, Fernández echó a Rossi de su gobierno por televisión. Fue durante una entrevista y después de esperar algunos días para que el santafesino se bajara de la interna provincial. El “Chivo” quedó dolido y golpeado después de aquella decisión. Con fidelidad peronista aceptó sumarse a la AFI cuando su nombre ya había sonado varias veces para llegar a la Jefatura de Gabinete.
Un año y medio después de aquel altercado electoral, Fernández lo fue a buscar como una solución para terminar su mandato. Volumen político, voz de mando y liderazgo fuerte. Rossi condujo, en tiempos de Cristina Kirchner en la Casa Rosada, el bloque oficialista de diputados. Es respetado por todas las vertientes del Frente de Todos, más allá de que ya no tiene tanta afinidad con algunos kirchneristas duros.
El cambio de Gabinete, y su respectiva lectura política, se concretarán un día antes de que se reúna la mesa nacional convocada por el Presidente. Fijada para el jueves, a las 19, en sede del PJ, la reunión es para empezar a discutir la estrategia electoral del frente político.
En el comienzo de esta semana Alberto Fernández y su círculo chico de funcionarios de confianza deben terminar de negociar con el kirchnerismo el armado de ese cónclave. La cantidad de personas que irán y los nombres propios que estarán sentados en la mesa. La negociación está empantanada.
Además, aún existe la puja entre las partes por el temario. El sector K quiere discutir la política, las candidaturas, la gestión y el plan electoral. Fernández quiere limitar el debate a la estrategia en todo el país para afrontar las elecciones. Ambos sectores siguen tirando de la cuerda y en el Frente de Todos nadie logra pronosticar con exactitud en qué terminará la mesa del jueves.
Hubo una señal de acercamiento entre Fernández y el kirchnerismo durante el fin de semana. El sábado recibió en la Quinta de Olivos al ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro y sellaron una tregua después de reactivar la feroz interna del Gobierno. Cerca del Presidente lo analizan como un gesto que pueda abrir las puertas a un acuerdo para que la mesa de discusión tenga volumen político y sea efectiva. Todo está por verse.
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