Días antes de la reunión convocada por Alberto Fernández con representantes de la totalidad del Frente de Todos, el único que parece comprometido con el armado es el Presidente. El resto de los actores desconfían de la efectividad que pueda llegar a tener para suturar heridas en la agrietada coalición oficialista, o para definir candidaturas o para generar una estrategia electoral conjunta. El kirchnerismo viene avisando que tiene pocas expectativas, mientras los gobernadores y los intendentes evitan adelantar si serán de la partida. E inclusive cerca el primer mandatario fueron perdiendo las ilusiones sobre el globo de ensayo. Mientras el encuentro está más cerca, empiezan a vislumbrar que tendrá un inevitable bajo peso político. “Va a ser un saludo a la bandera”, definió ayer un desalentado armador de la órbita del Ejecutivo.
En la cúpula del Gobierno creen que es demasiado temprano para acercar posiciones. Aunque faltan pocos meses para el cierre de listas, consideran que antes de definir candidaturas y apoyos se necesita más tiempo para mostrar mejoras en la administración que, a su vez, dicen, incidirían en las encuestas de manera positiva. “Alberto necesita esperar, para ver si crece con la campaña. Massa necesita ver si la economía mejora. Y Cristina, que tiene los votos, necesita tiempo para fortalecer la provincia con Axel”, dijo un funcionario albertista.
Más allá del momento, en el Gobierno consideran, sobre todo, que es improcedente un diálogo entre los mandos intermedios sin acuerdo previo en lo alto de la escala jerárquica. “Si no hay reunión de las tres cabezas, no hay posibilidades de armar una mesa de verdad con los delegados de esas cabezas. Hasta que no se junten los generales, no hay forma de que se entiendan los coroneles”, explican en la sede nacional.
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Las dificultades se manifiestan en las demoras. En la Casa Rosada tenían planeado hacer el llamado a los invitados hoy, previas negociaciones con cada sector, para evitar quedar en off side frente a eventuales rechazos. Pero la convocatoria, después de una semana de tires y aflojes, se estaba complicando y no pudieron despachar la lista a tiempo.
En los últimos días recibieron trabas de parte del sector duro, entre ellas, la reticencia para definir a sus propios delegados. Los duros están sopesando a quiénes les conviene mandar, a sabiendas de que los nombres de los presentes importan. El peso específico de cada uno determinará el compromiso del espacio con la instancia de diálogo conjunto, que por ahora se perfila, al menos, débil. Hasta ahora lo único que dejaron trascender es que no estarán Cristina y Máximo Kirchner, una confirmación de que el planteo del Presidente de generar un espacio de debate abierto no cayó bien ni en el Senado ni en La Cámpora. Y en el entorno de líderes de relevancia, como el de Andrés “Cuervo” Larroque, aseguraban que muy probablemente no vayan. Su principal bandera es la lucha contra la “proscripción” de la vicepresidenta, y no ven predisposición para poner ese tema como prioridad. Inclusive Eduardo Wado de Pedro, a cargo de la interlocución con la Casa Rosada, no había confirmado.
Por la noche del sábado hacían silencio en todas las esferas vinculadas a Alberto Fernández, mientras que en el kirchnerismo negaban que su presencia dependa de una invitación de la Presidencia. “No es un casamiento, es algo no formal. Se conversa de manera informal. No hay invitaciones”, ironizaron.
Las perspectivas pesimistas en el propio entorno presidencial se basan en el hecho de que la “mesa política” fue forzada por el kirchnerismo. Señalan que Alberto Fernández estaba interesado en “debatir” y atribuyen al ala disidente una postura intransigente. “No querían una mesa de discusión, querían imponer. Pero esto es una coalición, no un partido vertical”, se atajaron en Balcarce 50, como si la mesa ya hubiera ocurrido y fracasado.
En los organismos que no están identificados con uno u otro sector también ven con dudas el armado. “Alberto está muy condicionado, no es factible que esto sirva ni para bajarlo, como quiere Cristina, ni para que él se imponga”, dijo un ministro. “Esto no es más que una presión de La Cámpora, ni siquiera está claro que sea presión de Cristina, así que no tiene consenso”, agregaron cerca de otro. Lo ven como un juego de suma cero.
También los gobernadores, que fueron convocados en los tuits del Presidente hace siete días, estaban tomando distancia de la iniciativa. Las provincias peronistas, consultadas por este medio, aún ponen en duda su asistencia, y alegan cuestiones de agenda, o evitan responder. En la provincia de Buenos Aires dijeron que no está decidido si Axel Kicillof será de la partida. Pero también en los distritos más cercanos, como La Rioja, donde gobierna Ricardo Quintela; o La Pampa de Sergio Ziliotto evitan jugarse.
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En el interior miran con desencanto el encuentro en la sede del PJ nacional, pero no los preocupa. Repiten que tienen sus cuentas ordenadas y, en el caso donde conformaron listas de unidad, resaltan que tienen pocos problemas internos. De hecho, la mayor parte de los distritos desdobló las fechas de los comicios de las nacionales, por lo cual no se sienten obligados a seguir una estrategia conjunta. La actitud quedó en evidencia la semana pasada, cuando desairaron el llamado del Presidente para para visitarlo ayer, sábado, en Olivos. Argumentaron que no tenía sentido ir si habría un encuentro más amplio apenas días después. En la Casa Rosada cada uno de estos desprecios cae muy mal. “Tienen más obras que nunca, nunca reciben una negativa. Y siempre terminan trabajando para ellos mismos”, dicen cerca del Presidente.
Ninguno de los intendentes confirmó aún si estará, aunque en principio dieron una señal positiva a los dialoguistas. A diferencia de los gobernadores, los caciques de la Primera y la Tercera sección electoral bonaerense aceptaron un convite a Olivos y escucharon al Presidente hablar de unidad y del éxito de la gestión. Aunque tampoco brindaban certezas sobre el acompañamiento que darán. Muchos de ellos esperan órdenes de La Cámpora, que centralizó la lista.
Las organizaciones sociales y los sindicatos eran los más entusiasmados, al punto de que en los últimos días algunos de sus referentes, como Emilio Pérsico, de Movimiento Evita, cercano al Presidente, y Pablo Moyano, de Camioneros, dejaron saber que estaban preocupados por la posibilidad de que los dejen afuera o bien manifestaron sus intenciones de participar. Quieren formar parte desde el principio de cualquier debate electoral, o sobre la gestión orientada a la campaña.
Más allá de las desavenencias, en los próximos días inevitablemente aparecerá la lista definitiva de los dirigentes del FDT que asistirán a la sede de Matheu, y el encuentro se realiará. Pero hay riesgo de que resulte un globo pinchado. Con esa perspectiva negativa, las candidaturas parecen cada vez más lejos de definirse. Excepto Alberto Fernández, ningún dirigente quiere jugarse aún por la Nación. Y, por ahora, el kirchnerismo, está más preocupado por resguardar la Provincia, donde, piensa, tienen más posibilidades.
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