“La mesa está puesta. Ahora hay que definir la cantidad de comensales”. Con esa breve frase, un funcionario de la órbita del kirchnerismo pintó de lleno el contrapunto principal con la Casa Rosada sobre la famosa “mesa electoral” que convocó Alberto Fernández tras las presiones del sector duro. A una semana de la puesta en marcha, cerca de Cristina Kirchner no creen que el espacio, tal como lo está planteando el Presidente, sirva para llegar a un acuerdo sobre los temas que dividen a la coalición oficialista.
“Es absurdo pensar que se pueda definir lo mínimo indispensable en una reunión con 100 personas”, dijeron cerca de un intendente kirchnerista de peso en la provincia de Buenos Aires. Creen que en una “verdadera mesa” deberían estar los líderes de la coalición oficialista: Alberto Fernández, Cristina Kirchner, y Sergio Massa. Con, a lo sumo, referentes de alto peso de sus respectivos espacios. Mencionan al diputado y jefe de La Cámpora, Máximo Kirchner, al ministro del Interior, Eduardo de Pedro y a su par de Obra Pública, Gabriel Katopodis. Pero no mucho más. En cambio, el Presidente quiere convocar a gobernadores, intendentes, varios ministros y jefes de distintos organismos nacionales, para hacerla lo más abarcativa posible.
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En paralelo a la discusión sobre la cantidad de comensales, los representantes kirchneristas están interesados, sobre todo, en plantear cambios en las políticas económicas, destinadas a mejorar el poder adquisitivo, aunque no dicen cuáles serían específicamente, y se cuidan de mencionar a Massa como responsable. “Hablamos de mesa política, pero deberíamos estar hablando de la mesa de los argentinos”, deslizó, con aires metafóricos, un soldado de Cristina Kirchner con un alto cargo en una dependencia nacional.
“El problema principal es que Alberto habla de una mesa e-lec-to-ral. Lo dijo en la entrevista con María O’Donnell (en Radio con Vos, el lunes). Y la discusión no es electoral, es de política de Estado. La discusión pasa por ahí”, enfatizaron en las filas de un alto funcionario bonaerense que participa del armado provincial de Axel Kicillof.
En ese pelotón, ayer por la tarde, hasta usaban la palabra “aburrimiento” para referirse al ámbito de discusión fijado para el próximo jueves 16 en la sede del PJ nacional. De todas formas, aclararon que la mesa no está en peligro de extinción antes de nacer. Aunque Máximo y Cristina Kirchner ya avisaron que no irán, distintos caciques del PJ camporista provincial y del interior aseguraron que “posiblemente” envíen representantes.
La pregunta es a quiénes mandarán, y por ahora esconden la respuesta. Desde la gobernación de la Provincia de Buenos Aires, a las oficinas nacionales, pasando por las gobernaciones y las intendencia dicen que aguardan instrucciones de la Presidencia. “El que organiza la fiesta es el que invita”, dijo, irónico, un funcionario de la Nación identificado con Cristina Kirchner. “Estamos esperando que nos digan cómo va a ser”, agregaron en una municipalidad con fuerte presencia política.
Específicamente, cerca del gobernador Axel Kicillof y de su jefe de Gabinete, Martín Insaurralde, dijeron que no tenían confirmación sobre sus respectivas asistencias. Sólo en la oficina de Eduardo de Pedro brindaron cierta determinación: “Probablemente vaya”, dijeron, lacónicos. Prácticamente no hay margen para que el Ministro del Interior no asista, a pesar de que la riña con el primer mandatario sigue a la orden del día. Y es que “Wado” está a cargo, justamente, de las negociaciones sobre cómo será el espacio de discusión con Juan Manuel Olmos, el vicejefe de Gabinete y alfil de Alberto Fernández. De esos diálogos reservados, sus voceros dejan trascender muy poco.
El kirchnerismo está desalentado por las condiciones que impuso con antelación el primer mandatario. “No podés convocar a una mesa planteando primero todo lo que no se puede hablar”, le espetaron, en referencia al freno que pone Alberto Fernández a cualquier discusión sobre las candidaturas, las PASO, y la gestión. “Si vas a hablar de la campaña siendo gobierno, no podés no hablar de las acciones de gobierno. Es ridículo. ¿De qué vas a hablar, de afiches?”, planteó, con dureza, un armador bonaerense del kirchnerismo.
Alberto Fernández sabe de esas intenciones, y rechaza esa hipótesis de trabajo. Efectivamente, quiere asegurarse, de antemano, de que el kirchnerismo no utilice la instancia de diálogo que lo forzaron a generar, después de insistir durante dos años, para “intervenir” su administración. En el ala K perciben claramente esa reticencia, y por eso desconfían de que se llegue al objetivo de máxima, es decir, lograr mayor injerencia en el gobierno. En definitiva, creen que el propio Presidente está boicoteando la efectividad de la mesa política.
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Mientras intentan poner freno a las ambiciones del kirchnerismo, en la Casa Rosada se están preparando para una batalla. En los últimos días, Alberto Fernández generó dos reuniones de peso, por separado, con intendentes y gobernadores afines. La primera fue ayer, con 24 jefes comunales de la Primera y Tercera sección electoral. Según pudo reconstruir Infobae, el primer mandatario llevó estadísticas de obras y de encuestas para respaldar su hipótesis optimista de las perspectivas del FDT para las próximas elecciones. Y prometió más fondos para las municipalidades.
Del otro lado recibió planteos fuertes sobre sus aspiraciones electorales. Sergio Massa le pidió al Presidente, “con vehemencia” según contaron los intendentes, que defina lo antes posible si será o no candidato para la reelección. “Básicamente le dijo que si quiere ser, lo diga, porque sus ambigüedades desordenan el frente. Y nosotros, aunque no coincidimos en todo con Sergio, estamos de acuerdo con ese planteo”, deslizaron desde un municipio k.
Mientras el kirchnerismo cuestiona, el Presidente insiste con su agenda política de campaña, que consiste en defender su gestión cuando viaja al conurbano y al interior, y mantenerse firme en la política interna, para evitar que el kirchnerismo avance sobre su administración.
Aunque faltan siete días, los puntos de acuerdo sobre los ejes de la mesa no están determinados, si bien en el ala k aseguran que su participación aún no está en duda. “Hacerse, se va a hacer. Aunque no sirva para nada”, deslizó, con desazón, un funcionario nacional k. A la espera de la formalización, cada sector ajusta su táctica para preservar sus espacios y marcarle la cancha al adversario de antemano.
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