A dos días de haber cumplido 74 años y luego de una misa en la Catedral Basílica, pidiendo por su salud, murió el ex gobernador de Catamarca Ramón Saadi víctima de una grave enfermedad a la que enfrentó durante casi dos años.
Los restos del dirigente justicialista serán velados hoy, de 13 a 22, en la Casa de Gobierno provincial y el sepelio será este jueves a partir de las 9 de la mañana. Su lugar de descanso final será el panteón familiar, junto a su padre, Vicente Leonides Saadi, también ex gobernador de Catamarca entre junio y noviembre de 1949 y en 1987-1989, período en que sucedió a su hijo en la gobernación.
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Al frente de Catamarca durante dos períodos, entre 1983 y 1987, y entre 1988 y 1991, su último año de gobierno atravesó una intervención federal. El año anterior, 1990, estuvo signado por el femicidio de María Soledad Morales que, por entonces, revolucionó a la sociedad: significó el final de la hegemonía del saadismo catamarqueño.
Bajo los mandatos de Raúl Alfonsín (diciembre de 1987 y noviembre de 1988), Néstor Kirchner y parte del primer gobierno de Cristina Fernández, (diciembre de 2003 hasta el mismo mes de 2009), Saadi se desempeñó como senador nacional por Catamarca. El funcionario también fue diputado nacional por la provincia de Catamarca, durante ocho años, desde diciembre de 1991 y 1995, y también entre 1999 y 2003.
Su ascenso al poder
Las elecciones provinciales de 1983, año en que Argentina recuperó la democracia, fue el momento en donde Saadi se impuso como gobernador, luego de siete años de dictadura militar. En aquellos comicios, precedido por el gobernador de facto Arnoldo Castillo, el político nacido en 1949 se impuso por escaso margen a Ernesto Alderete Salas, representante de la Unión Cívica Radical.
A pesar de haber creado la comisión de Derechos Humanos y de Violaciones de Normas Penales su mandato estuvo marcado por escándalos de corrupción y acusado, por la oposición, y por sostener un “régimen familiar feudal”, según testimonios de la época.
Luego de finalizar su primer mandato como gobernador, y sucedido por su padre Vicente (quien le dejó su banca de senador nacional y fallecería a los ocho meses de asumir la jefatura provincial), obligó a Ramón a retornar al poder en 1989 luego de unas elecciones anticipadas llamadas por Oscar Garbe, por entonces vicegobernador.
Ese mismo año, con la llegada de Carlos Menem a la presidencia, Saadi se mostró como uno de los protagonistas del triunfo electoral. Él fue uno de los principales impulsores del por entonces gobernador riojano -durante su campaña eleccionaria- y así se transformó en uno de sus dirigentes provinciales más cercanos.
El crimen que marcó su gobierno
La noche del viernes 7 de septiembre de 1990, María Soledad Morales se despedía de sus padres (Ada Rizzardo y Elías Morales) para ir a una fiesta en la discoteca Le Feu Rouge, para recaudar fondos para su viaje de egresados.
Los padres de María Soledad le habían dado permiso para, después de terminada la fiesta, irse a dormir a lo de una compañera de colegio y regresar a su casa al otro día por la tarde. Jamás sucedió, el fin de semana no se tuvieron noticias de ellas. Se temía lo peor.
El lunes 10 a las 9:30 de la mañana, al costado de la Ruta 38, a unos siete kilómetros de la capital catamarqueña (en una zona conocida como Parque Daza) una cuadrilla de trabajadores de Vialidad Nacional encontró el cadáver de una joven desconocida.
La identidad de María Soledad fue descubierta por una pequeña cicatriz que tenía en una de sus muñecas. El cuerpo estaba golpeado, con quemaduras de cigarrillo, y el rostro desfigurado con la mandíbula fracturada. Además le faltaban parte del cuero cabelludo, las orejas y uno de los ojos. Su muerte fue por una dosis letal de cocaína que le habían obligado a consumir sus violadores y asesinos.
Los involucrados, por entonces, giraban alrededor de la administración de Saadi y parte de las autoridades policiales de la provincia. Los sospechosos eran Luis Tula (su novio por entonces), Guillermo Luque (hijo del diputado nacional Ángel Luque), Pablo y Diego Jalil (sobrinos del intendente José Jalil), Miguel Ángel Ferreyra (hijo del jefe de la policía local) y Arnoldo “Arnoldito” Saadi (primo del gobernador) propietario de la camioneta en donde se subió María Soledad y fue vista por última vez con vida.
A los últimos cuatro implicados se los conocieron luego como los “hijos del poder” lo que derivó en una lenta y manipulada investigación del, por entonces, presunto homicidio. Huellas borradas y un cadáver manipulado y lavado, entre otros aspectos, entorpeció la investigación para encubrir a los culpables. Esto derivó en la huida de Guillermo Luque, recapturado en febrero de 1991.
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Encabezados por los padres de María Soledad, junto a la monja Martha Pelloni, Catamarca vivió una serie de movilizaciones que llegó a reunir hasta 30 mil personas: las marchas del silencio, un hito de protesta en donde se pedía justicia por el esclarecimiento del crimen y la investigación de estos “hijos del poder”
Las muestras masivas de apoyo durante cada jueves junto a la repercusión mediática y política del hecho, puso al gobierno de Saadi contra las cuerdas. La recusación de jueces junto a la intervención federal impulsada por Menem fue ejecutada por el polémico comisario Luis Patti, condenado en 2011 a prisión perpetua por crímenes durante la dictadura militar.
El 17 de abril de 1991, el ex gobernador riojano decretó la intervención federal del Poder Ejecutivo y Legislativo de la provincia de Catamarca. Ya se había realizado la intervención al sector judicial de la provincia y Ramón Saadi fue destituido. Por entonces, Menem había ordenado una serie de medidas para intentar investigar la corrupción y el narcotráfico catamarqueño. Por entonces se designó a Luis Prol como interventor de Catamarca y, esta medida política, derivó en el final de la familia Saadi para comandar la provincia.
Recién en 1996 se inició el juicio oral por el asesinato de María Soledad. “La televisación nacional del proceso resultó decisiva para que no se cometiera una nueva injusticia. En la transmisión se vieron claramente los gestos de uno de los jueces, Juan Carlos Sampayo, que daba constantes muestras de parcialidad”, informaba Infobae en 2001 acerca del trato preferencial hacia los imputados (Luque y Luis Tula) en donde “el primer tribunal adoptó una actitud escandalosa a favor de los acusados, sobre todo de Luque: el escándalo obligó a anular el juicio“.
El desenlace del caso y el ocaso de Saadi
En 1997 se hizo un nuevo juicio que derivó en dos condenas. El 27 de septiembre de 1998, Guillermo Luque fue condenado a 21 años de prisión por el asesinato y violación de María Soledad (cumpliría sólo 14 años entre rejas), mientras que Luis Tula fue condenado a 9 años de prisión como partícipe secundario del delito de violación. Hoy, ambos, están en libertad.
“El tribunal también ordenó que se investigara el encubrimiento. Se señalaba como sospechosos al ex gobernador Saadi, al jefe policía Ferreyra, a la plana mayor de la fuerza y a otros funcionarios presuntamente involucrados. Esa línea de investigación nunca se llevó a cabo”, se informaba en este medio.
Luego de la intervención provincial, Saadi intentó retornar al poder en las elecciones provinciales pero fue derrotado con amplitud. Luego de aquel brutal traspié asumió como diputado nacional por dos mandatos no consecutivos y en 1995 llegó a senador por la minoría pero su diploma fue impugnado por la Cámara y no pudo asumir el cargo.
Saadi intentó competir por la gobernación catamarqueña en 1995 y 1999 pero también perdió ante sus oponentes radicales. Recién en 2003, luego de finalizar su mandato como diputado, tuvo su revancha senatorial y volvió a ser elegido -otra vez por la minoría de Catamarca con casi el 25%- para en 2009 intentar una reelección que lo dejó en tercer lugar detrás del Frente Cívico provincial y el Frente para la Victoria.
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