Si fue sin querer es, para ellos, grave. Y si fue queriendo, más grave. La frase de Alberto Fernández de esta mañana sobre Cristina Kirchner y “el pasado” cayó pésimo en La Cámpora y entre los principales alfiles y el entorno más chico de la vicepresidenta, que se debatían por estas cuál será la respuesta y qué hacer frente a la convocatoria que el sábado hizo el presidente para armar una mesa política para definir el futuro electoral del Frente de Todos. Por ahora, la decisión es el silencio.
La declaración en cuestión formó parte de la entrevista que el jefe de Estado concedió en la Quinta Presidencial de Olivos a la periodista María O’Donnell, donde también pronunció otras declaraciones más explícitas y desafiantes dirigidas a la intimidad familiar y política de la vicepresidenta.
Durante el reportaje que esta mañana difundió la radio Urbana Play, Alberto Fernández se expresó con un tono inusual sobre Máximo Kirchner, a quien le desmintió que haya tenido un impacto negativo el acuerdo con el Fondo Monetario, por el cual el hijo de la vicepresidenta renunció a la conducción del bloque de Diputados del Frente de Todos y que viene criticando desde hace más de un año.
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También fue especialmente desdeñoso con Eduardo “Wado” De Pedro, el ministro del Interior, que dejó trascender un fuerte malestar por haber sido marginado de un encuentro con Luiz Inacio Lula Da Silva y organismos de derechos humanos. Se habló en el entorno del funcionario de “falta de códigos” y hubo una escalada que se frenó con un tuit del propio De Pedro dejando atrás el incidente, pero sin desmentirlo.
“Yo sé con quién puedo gobernar y con quién no. Y yo gobierno con quien puedo gobernar”, afirmó sobre el ministro más cercano que Cristina Kirchner tiene, todavía, en el gobierno.
Ambas diatribas, sin embargo, no produjeron ni de cerca el malestar que generó el siguiente intercambio entre el presidente y la periodista que lo entrevistó. Venían hablando sobre la cuestión de la Justicia y la decisión de la vicepresidenta de no volver a presentarse como candidata después de la condena y la inhabilitación por corrupción en la obra pública de Santa Cruz:
Alberto Fernández: ... lo que ella (Cristina Kirchner) está diciendo es “¿Me están condenando por esto?, anímense a meterme presa; yo no voy a buscar más fueros”, eso fue lo que dijo Cristina.
María O’Donnell: ¿Y no va a ser candidata, entonces?
AF: No sé. Esa es una decisión de Cristina. Pero lo que dijo Cristina fue eso.
MOD: ¿Repetirían fórmula?
AF: Qué sé yo, María. Si no puedo. ¿Hablamos del pasado o hablamos del futuro?
MOD: No, bueno…
AF: No. No. Estamos hablando del pasado… No sé. Yo lo que creo es que nosotros, en verdad, la responsabilidad que tenemos es con la gente y nuestra preocupación tiene que ser la gente. En cada ciudadano y en cada ciudadana que sabemos que le está costando mucho y esa es nuestra preocupación. Con Cristina tengo diferencias, miradas diferentes, pero también sé que los dos queremos lo mismo.
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Esa frase donde Alberto Fernández que ubica a Cristina Kirchner en torno al “pasado” hace juego, también, con otra pronunciada durante la entrevista que pareció un mensaje cifrado en contra de la figura central del Frente de Todos: “La Argentina tiene un historial de personalismos que yo no quiero imponer”, dijo.
Más allá de esa reconstrucción, en La Cámpora la entrevista a Alberto Fernández -que había sido anunciada por las redes ayer- había sido escuchada con especial atención y sus definiciones observadas con especial cuidado. Y el malestar tiene que ver con que el presidente da por cerrado un tema que para La Cámpora no sólo está abierto sino que es parte central de su acción política. El “romper la proscripción” es central para la militancia cristinista, que encontró allí una causa para la movilización.
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Ahora, en el entorno de la vicepresidenta analizan cómo responder a esa declaración: en el menú de opciones está el desestimar cualquier interpretación agresiva de esa frase, responder al estilo “Cuervo” Larroque, que el lunes pasado lo trató al jefe de Estado de tener una actitud de “ingratitud y poca inteligencia”.
O vaciar el último experimento político que el Frente de Todos arrojó al escenario público: una mesa infinita donde dirigentes, legisladores, gobernadores y hasta intendentes discutan la estrategia electoral del oficialismo para las próximas elecciones: una Babel donde muchos hablen en distintos idiomas sobre cosas distintas.
Hasta ahora, la decisión es el silencio.
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