El Gobierno atraviesa jornadas clave en el armado interno de cara al cierre de listas de junio, apurado por las presiones del kirchnerismo y el inminente comienzo del cronograma electoral en las provincias. El próximo domingo es el primer turno de las elecciones en el interior del país, en La Pampa, y los dirigentes nacionales del kirchnerismo y la Casa Rosada a cargo del diseño de la mesa nacional empezaron a contactar frenéticamente a los representantes de los distintos sectores que estarán invitados: gobernadores, intendentes, sindicalistas y líderes de organizaciones sociales. Alberto Fernández realizó la convocatoria oficial hoy, aunque no detalló el lugar, la fecha y la lista de invitados. Barajan varias posibilidades, que todavía no se terminaron de pactar entre los sectores. En Balcarce 50 se reservan las determinaciones concisas para cuando las negociaciones con el ala de Cristina Kirchner lleguen a tierra firme, tras el escarpado primer tramo del viaje hacia las elecciones nacionales.
Aunque con diferencias conceptuales profundas, durante este fin de semana dialoguistas y duros precipitaban los contactos con la dirigencia amplia del Frente de Todos. Los encargados de ejecutar las comunicaciones son dos de los representantes más fieles de Alberto Fernández y de Cristina Kirchner: Juan Manuel Olmos, el vicejefe de gabinete; y Eduardo “Wado” de Pedro, el ministro del Interior, que en la semana se reunieron cara a cara para empezar a definir los detalles del cónclave. Durante los próximos días, su objetivo principal será que la esperada reunión se celebre sin ruidos.
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En paralelo, también el Presidente convoca a los referentes con los que tiene mejor relación, personalmente o por teléfono. Quiere llevar la batuta de la organización del mítin político. Por caso, lo discutió con el gobernador Gustavo Bordet, durante su visita a Entre Ríos. Y con Jorge Capitanich, cuando estuvo en Chaco. Pero hubo múltiples llamados. Para hoy, domingo, están convocados a hablar dirigentes de organizaciones sociales.
Alberto Fernández venía negándose desde 2021 a la creación de la “mesa política” que le pedían tanto los kirchneristas como Sergio Massa -el actual ministro de Economía, entonces presidente de la Cámara de Diputados, usaba el concepto de “institucionalizar” el Frente de Todos-. Hasta que, en un proceso de presión que llevó dos semanas, el tándem de De Pedro y Máximo Kirchner forzó al Presidente, que aceptó crearla lo antes posible.
No obstante la decisión de ceder -”por el bien de la unidad”, dijeron-, el sector blando del Gobierno no planea entregar la puesta en marcha de la ceremonia justicialista-kirchnerista. Y está pensando en un foro amplio, en contraste con las aspiraciones K, que pretendían un mítin más exclusivo, donde la cúpula definiera cuestiones estructurales. Tras un primer acuerdo entre la Casa Rosada y el kirchnerismo, el espacio de diálogo formal nace con diferencias.
El sábado por la tarde, al regreso de Tecnópolis, uno de los soldados del jefe de Estado insistía en restarle relevancia a la mesa política. “Entiendo que los medios quieren inflarla, pero nosotros estamos ocupados con otras cosas, con mostrar la gestión”, dijo. A regañadientes, deslizó que planean una convocatoria ‘lo más amplia posible’, con más de 100 dirigentes. “Queremos que estén todos adentro, para que nadie se sienta excluido”, agregó, en una señal clara de que no planean un diálogo privado para definir las cuestiones políticas que le exije el kirchnerismo, sino orientado a “escuchar las necesidades de los intendentes y gobernadores, como obras o visitas del Presidente y los ministros”.
En el campamento de Cristina Kirchner tenían en mente otro tipo de encuentro. A diferencia de los alfiles presidenciales, nadie en esas filas habla de “escuchar”, sino de “ordenar”. Y piensan en la mesa en términos de una negociación para dirimir reglas claras que permitan “surfear” la interna, según definió un funcionario K.
Por lo pronto, en la Casa Rosada, avisan que Alberto Fernández no está dispuesto a que se ponga en duda la definición de las candidaturas para las Generales en unas PASO, y está decidido a competir. Aunque agregan una salvedad: “Se va a presentar si le dan los números, pero está dispuesto a correrse si eso beneficia a todo el espacio”.
Más allá de las especulaciones, en lo sucesivo, y a cinco meses del cierre de listas nacionales, Alberto Fernández no dejará de hacer campaña por su reelección. Esta semana viajará a La Rioja, donde lo recibirá Ricardo Quintela, y nuevamente estará en Entre Ríos, esta vez en Paraná para inaugurar obras y viviendas (ya había ido a esa provincia, el jueves pasado). Y ayer, sábado, estuvo en Tecnópolis para dar por iniciado el ciclo de exposiciones culturales y científicas “Atardeceres”, donde se tomó el tiempo para hablar con los visitantes y tomarse fotos y selfies, en pose de candidato.
Como acostumbra en este tipo de recorridas de “contacto con la gente”, estuvo acompañado por un puñado de funcionarios de su círculo más cercano: el secretario de la Presidencia, Julio Vitobello; la portavoz Gabriela Cerruti; y el ministro de Obra Pública, Gabriel Katopodis, junto al anfitrión del ciclo, el titular de Cultura, Tristán Bauer, y la activista de género, Dora Barrancas, que integra el gabinete de asesores presidenciales.
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La fecha para la convocatoria de la “mesa” aún es un misterio. En el Gobierno piensan, con seguridad, en febrero. Y creen que la reunión debería ser previa al congreso del PJ, fijado para el 26. Días atrás habían dejado trascender que se barajaba el 24, para hacerla coincidir con la efeméride triunfo de Perón contra la Unión Democrática en el ‘46. Pero ayer deslizaron que quizá se adelante. En una de las gobernaciones justicialistas aseguraron que desde la Presidencia les mencionaron como día posible el 11, es decir, el próximo sábado. Y en Balcarce 50 confirmaron que es una posibilidad, pero pidieron paciencia.
Un funcionario del kirchnerismo había considerado, ayer, antes de que Alberto Fernández convocara en la mañana del domingo, que apurar el encuentro sería contraproducente. “No nos daría tiempo para organizarlo bien”, dijeron. Por ahora parece haber un dacuerdo sobre ese detalle. Tampoco sobre el lugar. En principio, como el Presidente hizo el llamado desde su rol de titular del PJ, podría ser que se celebre en la sede del partido nacional, en la calle Matheu. Pero no se descarta tener que buscar una locación más amplia, y sopesan la posibilidad de que sea en el predio de alguno de los gremios afines, en la provincia de Buenos Aires.
En cualquier caso, cerca del primer mandatario ven la “mesa” más como un gesto de conciliación hacia el kirhchnerismo, que como una instancia a partir de la cual vayan a haber definiciones de candidaturas. E insisten en que resistirán cualquier intento de transformar esos diálogos en un “encuentro cerrado donde cuatro vivos cierren las listas”. Defienden a capa y espada las PASO, porque creen que debería presentarse quien se sienta con posibilidades. “Que elija la gente, la lapicera a oscuras,en un cuarto con tres tipos se terminó”, lanzó un funcionario con despacho en Casa Rosada, en un dardo directo a Cristina Kirchner, que por ahora no opinó en público sobre el tema.
Primer partido
El apremio para generar la mesa, sean cuales fueren sus características y el momento en que se celebre, no solo responde al cierre de listas del 24 de junio, sino al comienzo inminente de las batallas en las provincias. Como casi todas desdoblaron sus comicios, empezarán a disputar internas muy pronto. De hecho, el calendario electoral ya empezó a correr en varios distritos. La primera fecha de relativo peso es el próximo domingo, en La Pampa, donde el oficialismo que conduce Sergio Ziliotto no compite en internas porque logró un acuerdo para una lista de unidad. Alberto Fernández viajó hace tres semanas para darle su respaldo al gobernador,, y no tiene programado volver en la previa de las PASO. Tampoco el ministro del Interior, De Pedro. “Vamos a ir seguro antes de las Generales”, dijeron, al unísono, desde sus respectivos entornos. Es temprano aún para saber si estarán dadas las condiciones de relativa paz interna para que vayan juntos.
El oficialismo, sin embargo, seguirá con atención, sobre todo, los resultados de la pelea de la oposición pampeana, donde el PRO, con Martín Maquieyra a la cabeza, se enfrenta a la UCR que conduce Martín Berongharay. El jefe de gobierno porteño y presidenciable de Juntos por el Cambio, Horacio Rodríguez Larreta, que apadrina al primero, ya viajó para apuntalarlo. Y este fin de semana, el propio Mauricio Macri hizo un paréntesis en su prolongado retiro en Cumelén para visitar tierras pampeanas y sacarse una foto con el candidato de su partido.
En la filas del oficialismo, tanto local como nacional, leyeron esas visitas relámpago como una señal de preocupación de los amarillos. Y destacaron que, según las encuestas que recibieron en los últimos días, los radicales están mejor perfilados en intención de voto. Cualquiera fuera resultado de la interna de JxC, las muestas de debilidad del PRO le arrancan sonrisas a los dirigentes justicialistas. Creen que sus problemas locales en la primera prueba electoral del año, aunque sea en un distrito de baja densidad poblacional, serían un traspié simbólico, que podría sacudir aún más -si cabe- los cimientos de la coalición opositora a nivel nacional.
En el -también agrietado- oficialismo nacional, trabajan a contrarreloj para generar un espacio de encuentro, pero, en simultáneo, cada sector trabaja en el armado político en sus respectivos sectores. No existe, aún, una estrategia conjunta de la coalición, y tiempo corre. Así que cada uno por su lado analiza encuestas, mantiene infinita cantidad de reuniones con dirigentes de todo el país, y define prioridades y sopesa aliados, siempre con el apremiante calendario electoral en mano.
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