El silencio se apoderó nuevamente de la relación entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Llevan dos meses sin hablarse. La última vez que lo hicieron fue cuando la Vicepresidenta se enteró que el Presidente había tenido una gastritis erosiva en medio del G20 que se estaba realizando en Bali, Indonesia. Un llamado a la distancia los unió por unos pocos minutos.
La última vez que se vieron personalmente fue algunas horas después del intento de asesinato que sufrió CFK. Fernández la fue a ver a su departamento en el centro porteño. Fue el 2 de septiembre. Pasaron cinco meses. Después de aquel encuentro trascendente no se vieron más. Así está la cúpula de poder peronista en el inicio del año electoral.
En el calendario de encuentros obligados aparece la apertura de sesiones ordinarias del Congreso: 1 de marzo. El momento de las fotos con alto impacto político. Si no hay tregua durante febrero, el primer día del tercer mes del año será el momento en el que se vean las caras. Mientras tanto seguirá habiendo interlocutores. Aunque la última crisis interna del Gobierno terminó con uno de ellos. Cada vez hay menos.
El enojo del ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro abrió una nueva etapa de la interna oficialista. El kirchnerismo salió en bloque a apoyar al dirigente camporista - que se enojó por haber quedado afuera de una reunión entre Fernández, Lula da Silva y los organismos de Derechos Humanos - y dejó a la luz la voluntad de confrontar con el Presidente y su círculo chico de leales.
Este lunes, a las 11 de la mañana, Fernández encabezará un acto en uno de los municipios más kirchneristas de la provincia de Buenos Aires. Anunciará nuevas obras en la Central Térmica de Ensenada, donde gobierna el ultrakirchnerista Mario Secco, uno de los pocos que aún siguen pidiendo que CFK reflexione y compita en las elecciones de este año.
El Jefe de Estado estará acompañado por la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz. La misma que durante el fin de semana le preguntó en público a De Pedro a ver si estaba adentro o afuera del gobierno nacional. Será el primer acto que el Jefe de Estado protagonice después de que estalló la interna palaciega.
¿Bajará el tono del conflicto o redoblará la apuesta frente a las críticas del kirchnerismo? La pregunta se la hacen en distintas oficinas peronistas, donde hay cierto temor por el resultado final de la nueva crisis interna. El Gobierno ingresó en el año electoral y el margen de acción para manejar el impacto de las diferencias en el resultado electoral es cada vez más chico.
Fernández está disgustado con el kirchnerismo y viceversa. Ayer Máximo Kirchner dejó una frase grabada en el escenario político. “Cristina nunca maltrató a Alberto, lo trató entre algodones”, sostuvo.
Puertas adentro de la Casa Rosada no tienen dudas que todo el arco K, con el aval de la Vicepresidenta, apuntó sin piedad contra el Presidente. En el kirchnerismo no hay satélites sueltos. No existen. Es una organización política completamente vertical y orgánica.
Ese poder de organización se verá con nitidez en un mes y medio. El 24 de marzo el ala K del Frente de Todos está organizando una movilización masiva. El Día de la Memoria es una fecha clave en el calendario kirchnerismo. En el peronismo se especula con que en esta oportunidad tenga una fuerte connotación política que pueda influir en el relato electoral.
En paralelo, el 24 y 25 de marzo Alberto Fernández fue invitado a la Cumbre Iberoamericana que se realizará en República Dominicana. El Presidente le anticipó a los organizaciones que la fecha es complicada pero prometió evaluar la posibilidad de realizar el viaje. Si decide subirse al avión, no estará presente en esa fecha clave que podría generar un punto de inflexión en la vida interna del gobierno nacional.
La novela de enredos del Gobierno seguirá esta semana. El nivel de tensión está bien alto, por lo que sería normal que en las próximas horas aparezcan más voces vinculadas a Fernández y De Pedro subiendo el tono de la debate. Esa discusión interna preocupa dentro del peronismo porque altera la gestión, condiciona el armado electoral y genera una proyección negativa sobre la unidad del Frente de Todos.
En las puertas de febrero y con tres meses por delante, donde la organización interna del peronismo será clave para que el espacio llegue competitivo a los próximos comicios, la nueva interna del Gobierno eleva la incertidumbre y rompe el día a día de anuncios que ejecuta Fernández.
La pregunta que surge hacia dentro del esquema político es si los mensajes que el ala K le está mandando al Presidente son para que desactive su plan de relección o para mostrarle, a la luz del sol, que las diferencias sobre cómo llevar adelante el gobierno no solo existen, sino que se agrandaron.
Seguir leyendo: