Los dos bandos del Gobierno se adentraron, durante las últimas 48 horas, en un nuevo rally de reuniones y conversaciones frenéticas, presenciales y telefónicas, en sus respectivos búnkers, para dirimir cómo avanzar en la crisis política que se desató a partir de los enérgicos cuestionamientos de Eduardo “Wado” de Pedro, ministro del Interior y alfil de Cristina Kirchner, contra Alberto Fernández.
En la primera plana kirchnerismo mantienen el silencio, aunque lanzaron algunas intervenciones puntuales en defensa del funcionario, en la voz de referentes de segundas líneas. Mientras tanto, siguen con atención la respuesta de la Casa Rosada, que contestó con artillería pesada, a través de declaraciones fuertes contra “Wado” de parte de dos soldados del Presidente: Victoria Tolosa Paz (Desarrollo Social) y Aníbal Fernández (Seguridad). En privado, el Presidente evalúa cómo avanzar, asesorado por sus colaboradores más cercanos, y maneja distintas posibilidades. Por ahora, se inclina por mantener la unidad del Frente de Todos a pesar de todo.
Cerca de “Wado” de Pedro seguían firmes, el sábado por la noche, en sostener que el Ministro del Interior no renunciará a su cargo, pero que tampoco hablará en primera persona para “hacerse cargo” de los dichos que dejó trascender el miércoles off the record, como le exigieron desde la Presidencia. Ese día, acusó a Alberto Fernández de excluirlo, adrede, de un acto con organizaciones de derechos humanos junto a Lula da Silva, según dijo, como represalia por sus intenciones de competirle en las elecciones primarias bajo el sello del Frente de Todos. De todas formas, los movimientos se definen día a día, y no se descartan nuevas jugadas, en las próximas horas, desde la cartera política.
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Mientras Alberto Fernández decide cómo avanzar, la pregunta de fondo es el motivo por el que De Pedro lanzó la inesperada bomba en su contra. En la Casa Rosada lo consideran una manera de “embarrar la cancha” de la administración nacional, a raíz del enojo de Cristina Kirchner por el desaire que sufrió de parte de Lula, quien estuvo con Alberto Fernández durante su visita a la Argentina, pero nunca la visitó en su despacho en el Senado, como ella pretendía. Detrás de ese revés, creen, estuvo la propia Cancillería, que conduce la mano derecha del primer mandatario, Santiago Cafiero; e incluso deslizan que hubo injerencia del gobierno de Estados Unidos.
En las oficinas de De Pedro mantienen el argumento de que avanzó contra el jefe de Estado, pura y exclusivamente, porque “realmente se sintió dolido”, y negaban que se tratara de una estrategia política para esmerilar al primer mandatario, o para forzarlo para que rompa el frente oficialista, o para lanzar su candidatura con eje en el enfrentamiento interno, como también indicaban versiones del entorno presidencial.
Sin embargo, desde la cúpula del kirchnerismo dejaron saber a Infobae que De Pedro avanzó contra Alberto Fernández, lisa y llanamente, para marcarle la cancha. “Estamos midiendo el aceite. Wado le está diciendo: vos no haces lo que querés en año electoral. Dejá de hacerte el candidato, que Cristina está proscripta”, explicó un funcionario del espacio cristinista. En La Cámpora quieren forzar un “cambio de dinámica”, donde se respete a la “dueña de los votos”. Y justifican el avance en público porque descreen de la palabra en privado del Presidente. “Con él no se puede tomar un café y arreglar adentro. Siempre te dice una cosa y termina haciendo otra”, le reprocharon desde la organización de Máximo Kirchner. Sin embargo, también admitieron que está “muy avanzada” la posibilidad de que De Pedro sea el candidato del espacio.
El kirchnerismo se encuentra embarcado en un operativo de defensa de Cristina Kirchner frente a lo que califican como un “ataque constante” de parte de la Justicia en connivencia con los “poderes mediáticos y económicos, en alianza con la oposición” de Juntos por el Cambio. Y no consideran que el juicio político que impulsa el Presidente contra la Corte Suprema, que ya se está debatiendo en comisión de Diputados, sea suficiente. En simultáneo, en las últimas semanas, a pesar de que la vice dijo que no participaría como candidata en las próximas elecciones porque se siente “proscripta”, impulsan un operativo clamor constante para pedirle que se postule para la Presidencia o, de mínima, como senadora nacional. Ella mantiene la expectativa, y aún no se define.
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El malestar de parte del kirchnerismo con el Presidente no es nuevo. El ala de Cristina Kirchner le pidió, en privado y en público, en distintas ocasiones a lo largo de los primeros tres años de mandato, que consensuara sus decisiones y, luego, que generara una mesa política para que las determinaciones se tomaran de manera colegiada con el sector mayoritario del Gobierno. Pero el Presidente resiste esa posibilidad, al considerar que sería una manera de restarle poder y autonomía.
Esta semana, a través de Wado de Pedro, esos planteos volvieron a tomar fuerza, en la antesala del proceso electoral. En el kirchnerismo hay apremio. Los comicios en las provincias, que desdoblaron las fechas de las nacionales, empiezan en feberero -el primer turno es en La Pampa-; y dentro de cinco meses cierran las listas para las elecciones. El Presidente está en campaña desde el mismo inicio del año, y no consulta ninguno de sus movimientos con el espacio “duro” del FDT, que además de resistir su candidatura, dice sentirse “excluido” y “atacado” por los moderados. La intención de De Pedro, impulsada y avalada por la vicepresidenta -se reunieron el martes, día previo a las declaraciones del ministro, en el Senado- fue llamarle la atención al jefe de Estado sobre los resquemores que existen en el Instituto Patria y de La Cámpora.
En paralelo, la Casa Rosada aún evaluaba cómo avanzar, y por lo pronto esperaba una respuesta más contundente de sus oponentes: no encontraban satisfactorias las declaraciones de las referentes bonaerenses Florencia Saintout y María Teresa García, que se limitaron a defender a De Pedro.
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El viernes por la noche hubo una reunión a última hora entre el Presidente y sus principales colaboradores: el secretario general, Julio Vitobello; el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos; y la portavoz, Gabriela Cerruti. En tanto, Alberto Fernández mantenía conversaciones con sus ministros de mayor confianza, Tolosa Paz, y Gabriel Katopodis (Obra Pública). Según pudo reconstruir este medio, sobre la mesa estuvo planteada la posibilidad de exigirle la renuncia al referente de La Cámpora en el Gabinete. Pero concluyeron que las consecuencias de echar a “Wado” serían devastadoras para sus planes electorales. Alberto Fernández sigue apostando a la unidad, a pesar de que el FDT, en los hechos -lo dicen absolutamente todos los funcionarios de ambos sectores- está quebrado.
Los “albertistas” están convencidos, a pesar de la mala imagen de Alberto Fernández que registran todas las encuestas, de que tienen posibilidades de imponerse en la interna, y luego, frente a Juntos por el Cambio. Pero creen que necesitan que la coalición siga unida como condición para tener algún tipo de chances. Por eso, a pesar del agravio de De Pedro -quien, incluso, le dijo al Presidente que “no tiene códigos”-, siguen la misma línea que mantuvieron desde la derrota en las elecciones legislativas primarias de 2021: no echar a nadie. En ese momento, también fue De Pedro quien sacudió el tablero, cuando señaló el elefante sobre la mesa y “puso a disposición” su dimisión. Luego, el resto de los funcionarios k hicieron lo propio. Pero finalmente la cúpula llegó a un acuerdo en desmedro de Alberto Fernández. Los kirchneristas se quedaron, y quienes terminaron dejando el Gabinete fueron varios ministros y secretarios del espectro albertista. Así, el FDT siguió existiendo, al menos en el plano formal.
El sábado, los moderados debieron hacer un paréntesis en la crisis política interna. Durante la mañana y el mediodía, el Presidente y su equipo, junto a la Cancillería, se abocaron a ultimar los preparativos para la esperada llegada a la Argentina del canciller alemán, Olaf Scholz, que se prolongó desde las 18, cuando aterrizó en Ezeiza, hasta entrada la noche, cuando terminó la “cena de honor” después de una serie de reuniones políticas y económicas.
El domingo podría ser una jornada de definiciones. Se esperan nuevas conversaciones al interior del sector moderado. Y corría el rumor de que se publicaría una entrevista de Máximo Kirchner con un medio digital. En su espacio no lo confirmaron ni lo desmintieron. Pero una definición en primera persona sobre su posicionamiento, así como la del resto de los referentes de lo más alto del kirchnerismo, hoy sería un insumo clave para entender el derrotero a futuro de la discrepante coalición de gobierno.
Por lo pronto, Alberto Fernández quiere ser candidato, y si echa a De Pedro, el Frente de Todos se rompe. En paralelo, Cristina Kirchner pretende controlar la agenda presidencial. Pareciera que ambas cosas no pueden suceder a la vez.
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