Alberto Fernández enfrenta una nueva crisis en el gobierno que conduce. Enero había pasado sin demasiados sobresaltos, pero el último jueves el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, encendió la llama de un nuevo conflicto, cuando dejó saber que estaba enojado y dolido por haber sido marginado - así lo interpretó - de una reunión del Presidente, Lula da Silva y los organismos de Derechos Humanos.
De Pedro hizo caer el primer dominó. El segundo lo tocó la Portavoz, Gabriela Cerruti, quien aseguró que el ministro le había negado estar fastidiado por esa situación. Cuando la funcionaria habló, en la cartera de Interior reafirmaron el enojo de “Wado”. Se desmintieron mutuamente y el dominó empezó a caer de una forma muy veloz.
La ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, muy cercana al Jefe de Estado, le hizo una advertencia pública a De Pedro. “O estas adentro o estas afuera”, sentenció. No es la primera vez que pronuncia esa frase y que sale a la cancha a dar la batalla con el kirchnerismo. Sus palabras irritaron mucho al sector K, que lanzó una nueva ofensiva.
“Primero la patria, después el movimiento y por último las personas Victoria Tolosa Paz, te lo repito porque parece que nunca lo entendiste”, expresó la actual presidenta del Instituto de Cultural del GPBA, Florencia Saintout, y rival de Tolosa Paz en el peronismo platense. Kirchnerismo duro.
La senadora bonaerense y ex ministra del gobierno de Axel Kicillof, Teresa García, se preguntó: “No entiendo. ¿Adentro o afuera de que? Todos trabajamos para sacar el país adelante, no me parece responsable su consideración”. El ala K cerró filas y la crisis interna explotó. Una vez más, como tantas otras veces a lo largo del 2022.
Quien también salió a defender al Presidente fue el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, uno de los dirigentes más cercanos al Jefe de Estado, y otro de los funcionarios que no ha tenido reparos en responderle a Cristina y Máximo Kirchner en el cruce de frases rimbombantes que alimentaron la crisis interna del Gobierno.
“¿Desde cuándo el Presidente le tiene que dar explicaciones?”, se preguntó el histórico dirigente del peronismo. Además, dejó a la luz su enojo por el fuego cruzado. “Me molesta que aparezca a ponerle los puntos al Presidente. ¿No está de acuerdo? Muchas gracias, mi amigo. Aunque él debería darle las gracias al Presidente”, sostuvo.
El último en hablar fue el líder de La Cámpora, Máximo Kirchner. “Me extraña mucho del compañero Presidente, que ahora esté tan cerrado a la voz de otro compañero que aparte se rompió el lomo para que sea Presidente, en representación de millones de otros compañeros y compañeras”, señaló. Fue un respaldo a De Pedro, con el que comparte una amistad y un lugar de privilegio en la mesa de conducción política del kirchnerismo.
Los idas y vueltas le dieron vida a una nueva crisis política que Alberto Fernández debe enfrentar. Resolverla es imposible. Solo resta sobrellevarla. Por estas horas analiza qué hacer para que el Gobierno no se quiebre definitivamente pero, al mismo tiempo, no se desvanezca su autoridad, que ha intentado reconstruir, en forma progresiva, a lo largo de los últimos meses.
Una opción es correr a De Pedro de su cargo. Fernández hace tiempo que lo tiene en la mira. Si no lo echó del Gobierno es porque “Wado” es el hombre de Cristina Kirchner en la Casa Rosada y sacarlo del ministerio del Interior implicaría desatar una guerra interna que generaría daños inimaginables.
Algunos dirigentes cercanos le recomiendan al Presidente mantener la calma, hacer una nueva tregua y seguir adelante. Mucho más si tiene la intención de ser candidato en el corto plazo y buscar la reelección. Si corre a De Pedro, cualquier posibilidad de reelección, por más mínima que sea, quedará sepultada automáticamente. La interna sería tan feroz que el Gobierno sucumbiría.
Además, la vocación de Fernández es revalorizar la gestión, correrse de las internas, absorber los beneficios que le genera la agenda internacional - donde siempre se sintió más cómodo que en la local - y poner al Gobierno competitivo para enfrentar un nuevo proceso electoral, en el que la oposición une fuerzas y le anticipa al oficialismo que librará una dura batalla en las urnas. Embarrar más la cancha sería una acción contraproducente.
La segunda opción es mantener a De Pedro en el cargo, encapsular el conflicto, que la gestión lo pase por arriba y seguir adelante sin mirar a los costados. Esta última posibilidad parece encajar más con las decisiones que ha tomado el primer mandatario desde que inició su gestión en la Casa Rosada.
Sea cuál sea la decisión final, el Gobierno volvió al estado de ebullición en el que había terminado el año. El kirchnerismo le dejó en claro a Alberto Fernández y su círculo de confianza que están dispuestos tensar la cuerda al máximo, aunque ese movimiento implique desgastar la gestión en el inicio del año electoral.
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