La nueva entrega de la interna en el Gabinete nacional -irresuelta también en este caso- agrega deterioro al Gobierno, ya sin límites. El pico de tensión entre el ministro Eduardo “Wado” de Pedro y el presidente Alberto Fernández importa por sí solo y por la pincelada que agrega al inicio del año electoral. Las batallas del oficialismo corroen la gestión nacional -con impacto en la economía-, detonan un enfrentamiento con la oposición que resulta paralizante para el Congreso y sacuden a la Justicia. Todo, en una semana que agrega otro elemento, algo más inusual: los efectos de la escalada en el plano internacional.
Con todo, el nuevo episodio de disgusto y frío entre el Presidente y el ministro político es un dato de arrastre. No marca el fin de cierta estabilidad en la relación entre Olivos y Cristina Fernández de Kirchner. En rigor, la idea de la paz doméstica había sido difundida por canales formales e informales desde el Gobierno, a la par de la movida presidencial para mostrar voluntad política de colocarse a la cabeza de la renovada ofensiva sobre la Corte Suprema. El kirchnerismo se encargó de dejar en evidencia que no era así. Desvistió actos públicos y amplió la apuesta de Alberto Fernández en el paño judicial.
El mayor ejemplo fue la sugerencia de operar por Decreto de Necesidad y Urgencia la ampliación de la Corte y la reforma del Consejo de la Magistratura, a falta de chances en Diputados. Es un contrapunto que traduce reproches y desconsideración antes que posibilidades ciertas de aplicación. Sí, en cambio, podría generar una enorme tormenta política. Pero antes, pone de relieve cómo fue percibida en el kirchnerismo la “estrategia” difundida desde el círculo presidencial para reafirmar sintonía con CFK.
Alberto Fernández trasladó al Congreso toda posibilidad de un avance real, y grave, sobre la Justicia. Se mostró activo para buscar respaldo de gobernadores peronistas -finalmente, limitado- a la batalla contra la Corte, con el argumento del rechazo a la decisión que atiende parcialmente el reclamo porteño por el recorte de fondos de la coparticipación. Una carga sobre los jueces y contra Horacio Rodríguez Larreta. Incluyó el tema en la convocatoria a sesiones extraordinarias y añadió los dos proyectos referidos, que apuntan en conjunto al máximo escalón del Poder judicial.
Ninguna de esas iniciativas tiene perspectivas de éxito para el oficialismo. Es seguro un fuerte ruido político en la pelea con Juntos por el Cambio, que queda enredado en el juego de la Comisión de Juicio Político por la mayoría ajustada que tiene allí el Frente de Todos. Nada indica que pueda avanzar más allá de ese escenario en Diputados y tampoco que logre conseguir al menos algunos socios para insistir con proyectos que quedaron frenados por ausencia de respaldo, como la reforma de la Corte.
Es decir, podrían ser en conjunto un elemento de campaña, a tono con el perfil más sesgado que motoriza el kirchnerismo y a contramano del imaginario inicial de Alberto Fernández. Complica además la imagen de contención de la economía que pretende proyectar Sergio Massa a los “mercados”. Y no modifica la relación con CFK. Al contrario, la alusión a los DNU fue una manera de restarle valor a la iniciativa de Olivos y de meterle presión, en lugar de reconstruir vínculos.
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La Cámpora y el kirchnerismo duro en general han buscado hasta ahora dejar en claro que el supuesto paso al costado de CFK en materia de candidaturas no significa ceder el centro del poder interno al Presidente, ni a ningún otro. Mientras tanto, con el interrogante abierto en el tablero electoral, avanzan con vaciar no sólo los actos encabezados por Alberto Fernández, sino también su esperanza reeleccionista.
Lo hacen con la desconsideración sobre la gestión nacional, colocando a la vez y en primer plano el discurso sobre la “proscripción” de CFK. Una manera de restarle sustento a los planes de Olivos y también de paralizar cualquier otro lanzamiento hasta que la ex presidente decida qué hacer. ¿Las PASO? El Presidente defiende ese camino, pero no entusiasma que un presidente peronista busque revalidar títulos en elecciones primarias. Dicho de otra forma: no cuadra con lo que debería ser un jefe político, al menos en la visión K.
El malestar de Wado de Pedro difundido desde Interior confirma el punto de quiebre en las relaciones domésticas del oficialismo. No es ajeno a cuestiones personales y de candidaturas. El detonante, según se explica, fue la decisión de dejar al ministro fuera de un encuentro con Lula da Silva y organizaciones de derechos humanos, en el marco de la CELAC. Con todo, la cuestión de fondo es la decisión de hacer trascender la reacción del funcionario.
El Gobierno respondió primero con un patético y repetido intento de adjudicar todo a un “invento periodístico”. Después, por intermedio de Victoria Tolosa Paz, le reclamó a De Pedro aclarar el tema y, en caso de no sentirse contenido por el Gobierno, dar un paso al costado. La ministra y ex diputada integra el círculo más reducido de Alberto Fernández y cosecha desprecio en el circuito de CFK.
Los recelos llegan a tal punto que en el kirchnerismo ven cierta incidencia del equipo presidencial en las fallidas tratativas para concretar una cita entre Lula da Silva y la ex presidente, al margen de la poca voluntad del visitante o de los problemas de agenda y de lugar que se hicieron circular. Importa cómo fue evaluado el hecho. Fue claro el despliegue de Alberto Fernández para tratar de capitalizar la visita del presidente brasileño. Expuso, entre otras cosas, poca sensatez para interpretar el juego de Brasil en la región y fuera de ella.
No es el único terreno en el que las motivaciones locales se proyectaron fuera de las fronteras. El lunes último, Horacio Pietragalla presentó un llamativo informe ante el Consejo de derechos Humanos de la ONU. El eje estuvo puesto no en la exposición de políticas públicas, sino en el discurso sobre el lawfare y un supuesto plan de los poderes fácticos contra la ex presidente. En esa línea, sostuvo de hecho la ofensiva sobre la Corte.
Son varios los datos políticos de interés en este caso. La jugada expuesta por el funcionario kirchnerista no habría sido trabajada con Cancillería. Más bien estuvo en línea con CFK. Además de cosechar una mala o distante recepción en aquel foro, colocó la disputa política local en el frente externo: JxC comunicó su rechazó a la movida en un mensaje al alto comisionado para Derechos Humanos de Naciones Unidas. Y para completar, una demanda explícita de respeto a la división de poderes fue expresada por Alemania. Su canciller, Olaf Scholz, realiza este sábado una breve visita a la Argentina.
Esa es otra expresión del círculo negativo que traza esta línea cerrada del oficialismo. Los problemas para contener aunque sea parcialmente la crisis extreman el discurso político, lo sectarizan. Y eso mismo, termina impactando sobre el frente económico y agrava la situación general. Es más que una paradoja.
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