Alberto Fernández transformó la residencia oficial vacacional de Chapadmalal en su centro de operaciones políticas bonaerenses durante los tres últimos fines de semana y no descarta seguir con esa dinámica durante el resto del verano. Desde ayer está nuevamente instalado frente al mar, donde se dispone a mantener nuevas reuniones con dirigentes nacionales y de la provincia más poblada, distrito clave para posicionarse de cara al cierre de listas y, eventualmente, si el kirchnerismo se lo permite, en la campaña por la reelección. Mientras tanto, delinea el enfoque de sus discursos frente al electorado, donde apuntará contra Mauricio Macri como principal contrincante.
El fin de semana pasado, el primer mandatario había recorrido, con distintas actividades, Mar del Plata y Miramar, junto a ministros afines y con el embajador en Brasil, Daniel Scioli, que se prepara para competir si Alberto Fernández se baja. Además, en busca de consensos para la carrera proselitista, que recién empieza a tomar forma de cara al cierre de listas de junio, había organizado una reunión con unos veinte intendentes y concejales -aunque la mayoría de los kirchneristas no estuvo- y el gobernador, Axel Kicillof, que está amenazado en su distrito por Martín Insaurralde, el jefe de Gabinete local, que juega con apoyo de Máximo Kirchner.
Hoy, el jefe de Estado se dispone a recibir a dirigentes mujeres nacionales, muchas de ellas funcionarias, para armar la agenda de género en el último año de su mandato e incluir ese aspecto en el diseño la campaña, donde busca postularse a pesar de la resistencia del sector duro y ante la indiferencia de los factores de poder del interior, como la porción de los gobernadores que le dio la espalda en la pelea con la Corte Suprema.
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Esta vez, el encuentro político del fin de semana estará orientado exclusivamente a referentes de género femenino, entre las que se encontrarán su mano derecha jurídica, la secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra; la asesora presidencial Dora Barrancos; la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, una de sus principales aliadas; y la ministra del área, Ayelén Mazzina, entre otras, que viajaron el viernes a la localidad balnearia. Algunos diálogos empezaron anoche, pero la cita central con las funcionarias será este mediodía, en la residencia, y tendrá el formato de un almuerzo.
El plan del Ejecutivo, informaron fuentes oficiales, es promover la participación de las mujeres en la campaña, donde el Presidente buscará destacar que tuvo una mirada de género en sus primeros tres años de mandato. Ayer, por caso, durante una inauguración de viviendas en la Ciudad de Buenos Aires, recordó que creó el Ministerio de Mujeres. “La idea es delinear la agenda de gestión en este último año con eje en el empoderamiento del ala femenina con ministras y secretarias de Estado”, dijo un funcionario nacional. La charla será a agenda abierta, y se buscará discutir que haya mayor articulación entre las áreas, y más participación de las mujeres en la gestión, sin perder de vista el escenario electoral, se informó.
Mientras procura sumar apoyos entre los sectores del Frente de Todos más reticentes, especialmente en el cristinismo -principalmente, con la embestida contra la Corte Suprema-, Alberto Fernández quiere también mejorar su posicionamiento ante la opinión pública, muy débil según las encuestas, con una nueva estrategia de comunicación. Así, afina su discurso en el primer mes de un 2023 que estará atravesado de lleno por la campaña.
Según adelantaron en su entorno, enfocará sus mensajes en cuestionar a Mauricio Macri, el referente opositor que aún coquetea, sin confirmar, con la posibilidad de competir por la Presidencia. Alberto Fernández intentará posicionarlo como su principal contrincante, y correrá de ese lugar al jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, presidenciable confirmado de Juntos por el Cambio y eje de sus críticas públicas en los últimos meses, en el marco de la pelea por la coparticipación. Desde su perspectiva, Macri se ajusta mejor a su estrategia electoral.
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Sin ir más lejos, ayer el Presidente nombró a su predecesor en repetidas oportunidades durante un encendido discurso en Nueva Pompeya, en la Ciudad -inclusive se dirigió directamente al fundador de Pro, a quien acusó por la herencia económica que dejó su Gobierno-, y tiene planeado seguir en esa dirección en lo sucesivo.
El otro foco principal será la inflación, que esta semana fue protagonista de la agenda pública, porque se conoció que tocó un nuevo récord desde 1991, con más del 5% en diciembre, y un acumulado del 94% en el cierre del año. Alberto Fernández no tendrá otra opción que reconocerlo como un problema. Pero si efectivamente baja a 3 puntos por mes en abril, como promete el ministro de Economía, Sergio Massa, intentará capitalizar ese avance como un logro propio.
El tercer núcleo discursivo serán las obras de gestión, como en el último tiempo, y el foco en la agenda “positiva”, en desmedro de la “defensiva”. La construcción de viviendas, la obra pública y la atención social serán caballitos de batalla, entre referencias a su identidad peronista. Las locaciones variarán entre la provincia de Buenos Aires, donde pondrá el mayor énfasis; y el interior. Visitará las provincias con menor asiduidad que el territorio más poblado, pero les dijo a los propios que quiere ir seguido. Al regreso de Chapadmalal, la semana que viene, probablemente el miércoles, visite Mendoza, distrito comandado por el radical Rodolfo Suárez, donde la oposición local es liderada por La Cámpora a través de la senadora afín a Cristina Kirchner, Anabel Fernández Sagasti.
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