Cecilia Todesca Bocco es una de las funcionarias que tiene, entre sus distintas misiones, atraer inversiones extranjeras y diseñar las estrategias para que ingresen más dólares al país a través del comercio. Virtual “número dos” del canciller Santiago Cafiero, la secretaria de Relaciones Económicas Internacionales recibió a Infobae en su despacho. Todesca habla firme, técnica, con números a la mano. Confía en que en los próximos años Argentina tiene la oportunidad de resolver las restricciones externas con las divisas.
La economista, que acaba de hacer un intento por candidatearse de presidir el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), habló sobre las oportunidades que se abren con la llegada del brasileño Lula da Silva al poder, las dificultades para avanzar en el preacuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, e hizo un balance sobre la gestión del Frente de Todos.
“La persona de la calle que nos está leyendo sabe que en su familia, y la gente cercana suya, está con más trabajo. Faltan los ingresos que no se han podido recuperar”, graficó.
- ¿Qué significa que este año haya récord de exportaciones? ¿Cómo se observa en lo cotidiano?
- Argentina va a superar este año los USD 100.000 millones, un número que nunca tuvo. Hay un crecimiento de las exportaciones en valores en un 15% respecto a 2021 que, por supuesto, está influenciado por el precio de los commodities. Pero la composición también importa: las exportaciones de origen industrial crecieron al 18,7% en valores -alcanzando el valor más alto desde 2013- y un 4,7% en cantidades. Los servicios basados en el conocimiento también están creciendo muy fuerte y el turismo receptivo se viene recuperando, eso genera una gran cantidad de empleo en el país.
- ¿Cómo se explica que, con este importante ingreso de “dólares genuinos”, todavía estamos con problemas en las reservas y con las restricciones cambiarias?
- Tuvimos importaciones que crecieron 34,3 por ciento. Esto es lógico porque la economía crece: en 2022 va a estar por arriba del 5 por ciento, y con 10,4% del año pasado, van a ser dos años consecutivos, algo que no se veía desde 2010-2011. No alcanzan los dólares porque importamos mucho y crecimos, y tuvimos un aumento muy importante en el precio de la energía, con importaciones de combustibles y lubricantes que crecieron 142% en valores, y un 36% en cantidades. El 60% del incremento de estas importaciones está influenciado este costo de la energía. Además, en la balanza de pagos tuvimos un aumento brutal del costo de los fletes por la pandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania. También está el tema de la recuperación del turismo en la postpandemia, que da un saldo negativo porque a la gente le gusta viajar afuera del país, y está perfecto. A su vez, hay que pagar intereses de la deuda en el sector público y en el sector privado que tuvieron un aumento en el gobierno anterior. Por ahí se te van los dólares.
- Y esto ocurre aún cuando faltan pagar importantes vencimientos de la deuda pública. La mayoría de los pagos con el FMI serán en los próximos años.
- Eso en lo público, porque también se trabajó en la deuda privada con las grandes empresas para que reviertan su calendario de pagos más extendidamente. Tratamos de cuidar las divisas, insisto, en una economía con un proceso de endeudamiento fuerte. Se podría discutir si se podría haber reestructurado más; bueno, batallamos bastante para reestructurar hasta dónde llegamos. Y pusimos más controles en el mercado cambiario local. La regulación cambiaria no es contra nadie, no es que al Gobierno le moleste que la gente tenga vacaciones fuera del país o que consuma productos y servicios del exterior. La cuestión es cuánto te ingresa y cómo se hace para que los dólares estén disponibles para la producción y no para el atesoramiento.
- ¿Qué faltaría para alcanzar un nuevo ciclo virtuoso de la economía similar al del superávit de comienzos de este siglo?
- La balanza comercial es superavitaria, lo que no es superavitario es la balanza de pagos en su conjunto. Creció el Producto Interno Bruto (PIB), creció el consumo 6% por arriba del promedio de 2019 y la inversión está 22,3%, uno de los tres datos más altos desde 1993. La proyección es que el año que viene vamos a crecer a una tasa menor en torno al 2%, cuando Argentina no ve tres años de crecimiento desde el año 2006-2007. Hacia adelante tenemos que exportar más, y se puede hacer porque hay una corriente de inversión bastante notoria en energía, minería, servicios basados en el conocimiento y otros sectores que le van a dar un salto a la Argentina. Que Argentina logre esto en energía y la minería sería como tener otro complejo sojero. Con la proyecciones a 2030, y desde 2024, se van a empezar a ver resultados muy concretos que transformarán la balanza de pagos. Si se hace bien la tarea, bajarían las tensiones en el sector externo y eso ayudaría muy fuertemente en la inflación. No es solo exportar, es ir agregándole valor a la cadena para generar trabajo con derechos y buenos salarios para que la economía esté bien y la gente sienta estos números.
- Las actividades en las que Argentina tiene mayores posibilidades de desarrollo tienen un alto impacto ambiental. ¿Cómo compatibiliza el Gobierno la agenda ambiental con estas industrias que generan tanto valor?
- Ni nosotros ni los países más desarrollados van a hacer las transiciones hacia las tecnologías de menor impacto en el medio ambiente de un día para el otro. Una vez más, se necesita ciencia y tecnología aplicada, y Argentina puede hacerlo. Es importante incorporar estas nuevas tecnologías con menor impacto al sector de la energía y de la minería. Además, tenemos una matriz energética que puede diversificarse desde el petróleo al gas, y del gas a las energías renovables como la eólica, solar o hidrógeno verde.
- Hoy la apuesta todavía parece estar en el desarrollo de los hidrocarburos…
- El gas es una energía de transición y está siendo usada como tal, y lo mismo va a pasar con la industria automotriz y todo lo demás. Son períodos de una, o dos décadas, hasta que todos podamos incorporar las nuevas tecnologías.
- Con respecto a estas nuevas tecnologías, ¿hay alguna estrategia internacional específica para desarrollar el litio junto con los países vecinos?
- Hay una conversación con Bolivia y con Chile. Obviamente, cada país tiene su manera de regular los recursos. En nuestro caso venimos teniendo un diálogo muy interesante para articular una estrategia común del litio con las provincias, que son las dueñas del recurso, y deben beneficiarse de los encadenamientos productivos. Desde la política industrial y científico-tecnológica se han hecho cosas muy importantes a través de YPF Y-TEC, tratando de desarrollar conocimiento propio relacionado con las celdas y las baterías.
La llegada de Lula y el vínculo bilateral con Brasil
- Alberto Fernández y Lula da Silva ya tuvieron su primera reunión. ¿Cuál es la prioridad en las relaciones económicas con Brasil?
- La economía brasileña es el primer destino de nuestras exportaciones y nuestro ciclo económico está atado a lo que le pase a Brasil. Para nosotros, el eje de la cuestión es lo productivo y lo científico-tecnológico, e identificar sectores específicos para que la región sea uno de los eslabones de estas nuevas cadenas de valor. Más allá de la sintonía política, en los foros regionales podemos discutir de todo. Nuestro canciller Santiago Cafiero dice mucho que somos una región de paz y tiene razón. Tenemos que darnos cuenta que siempre estamos hablando entre países vecinos para ver cómo solucionar los conflictos.
- ¿Hay alguna iniciativa en particular que se trabajará este año?
- El 2023 es un año ATR (sic). En el primer semestre tenemos la presidencia pro-tempore del Mercosur en cabeza de Argentina, y estamos todavía con la presidencia de la Celac y la cumbre que tendremos el 24 de enero. Además, venimos desplegando un trabajo específico con otros países en producir más, recibir inversiones extranjeras y exportar más, como el Acuerdo Marco de Comercio e Inversiones entre Estados Unidos y la Argentina (AMCI) y con el Foro Empresario, donde estuvimos reunidos con empresas argentinas y norteamericanas con cuatro cadenas de valor. Lo mismo hicimos con Corea, Italia y Senegal, y en 2023 tendremos una nueva ruta a Arabia Saudita. En el segundo semestre, la presidencia pro tempore del Mercosur estará en cabeza de Brasil, por lo que el eje va a estar puesto en qué podemos producir, cómo podemos lograr más empleo de calidad y mejores salarios, y cómo hacemos para exportar más al resto del mundo y entre nosotros. Somos una región que ya está integrada, le parezca bien o mal a los gobiernos de turno. Las posibilidades concretas ya se ven, tenemos que darle un marco.
- Lula desde hace tiempo tiene en carpeta ideas como la de crear un banco regional o construir un gasoducto que conecte al Cono Sur. ¿Cuáles de esos proyectos son hoy viables?
- Lo de energía parecería estar muy al alcance de la mano. Sería generar el financiamiento para la segunda parte del gasoducto que le permitiría a la Argentina exportar gas a Brasil. Después está el tema de la conexión eléctrica, una discusión que lleva adelante la Secretaría de Energía y está trabajado muchísimo junto a nuestra embajada en Brasil. Ahí vamos a tener resultados muy concretos este año. En lo financiero, Argentina y Brasil tienen mucho para conversar sobre el comercio entre monedas locales. El Ministerio de Economía viene trabajando y creo que vamos a tener buenas novedades.
- ¿La participación de Lula cambiará el equilibrio al interior del Mercosur? ¿Puede ayudar a zanjar las diferencias que hay con Uruguay?
- Hay que dejar que el gobierno de Lula despliegue sus ideas. Hemos tenido un muy buen nivel de diálogo en el Mercosur todo este tiempo y quiero subrayarlo, lo que no quiere decir que estemos de acuerdo en todo. La posición argentina es que el Mercosur debe hacerse fuerte para negociar de conjunto con otros países con los pies puestos dentro de una plataforma productiva. Si lo hacemos separadamente, somos más débiles y tenemos menos para ofrecer. Esperamos del gobierno de Lula aún más diálogo del que ya veníamos teniendo dentro del Mercosur, pero con una idea más vinculada a la política industrial y a lo científico-tecnológico.
- Próximamente va a estar integrando el Banco Interamericano de Desarrollo (BID)...
- (Interrumpe) Fui candidata a presidente del BID y perdí. Así lo podes poner (risas).
- De todas maneras, será parte de la conducción del BID en algunas áreas.
- La discusión todavía no está ahí. Lo interesante del BID es que se recuperó la presidencia para un latinoamericano, Ilan Goldfajn. Es importante que sea un brasileño, que viene de cumplir funciones muy importantes en el FMI, y que ha tenido un diálogo muy aceitado con Argentina en las negociaciones de nuestro acuerdo con el Fondo. El BID es un banco muy potente que financia obras y un conocimiento técnico-específico para el desarrollo. Recuperar el BID para Latinoamérica implica desplegar una agenda que colabore en el esfuerzo de inversión del Estado para la infraestructura de las cadenas globales de valor. Es muy interesante lo que pasó con las candidaturas. Hubo negociaciones y estamos muy contentos con el resultado.
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- Entonces, ¿que se llevó Argentina de esas negociaciones en el BID?
- El 12 de enero habrá una presentación del presidente del BID sobre el estado de situación del organismo, y entiendo que desde ese momento tendrá conversaciones con los países para armar su equipo de trabajo. La Argentina tendrá un rol ahí. Nosotros nos quedamos muy conformes en el proceso de las candidaturas porque pusimos negro sobre blanco temas como integración productiva y una agenda vinculada a la economía del cuidado, que es importante para incorporar a las mujeres al mercado de trabajo con un impacto macroeconómico y de una manera más definida.
- Estamos ingresando al cuarto año de gobierno del Frente de Todos. ¿Qué balance hace con respecto a la gestión?
- Mi balance es absolutamente positivo, con números de crecimiento del PIB, en consumo e inversión. Tenemos tasas de actividad y empleo que no teníamos hace rato, y que son récord entre las mujeres. Me parece que funcionó la política industrial y científico-tecnológica, con una política económica diseñada en torno a la producción nacional que dio resultados. El 47% del aumento del empleo de estos años es de asalariados en empresas privadas. Desde febrero de 2020, antes de la pandemia, se generaron 780 mil empleos nuevos.
- ¿Hubiesen hecho algo distinto?
- Creo que hubiéramos hecho algo distinto con el impacto distributivo muy fuerte que tuvo la pandemia y la guerra. Ahí tendríamos que haber tenido una agenda más heterodoxa. El aumento del precio de la energía fue un ejemplo; se podía decir que era un cisne negro y que no era justo trasladarle el precio a toda la población. Tendríamos que haber sido más agresivos en ese sentido. Pero las condiciones que nos tocaron, por la pandemia y las posiciones de la oposición, nos dificultaron para decir que hubo perdedores que había que ayudarlos, y que estaban perdiendo por algo que no tenía nada que ver con su trabajo y desempeño. Son equilibrios que requieren un nivel de diálogo y acuerdo político más elevado a lo que muestra hoy Argentina. Se necesitaba de un cierto consenso que fue acotado por un discurso muy básico, que permea en mucha gente, contra el cobro de impuestos, cuando lo que hubo fueron ganancias extraordinarias. Lo que propuso nuestro frente fue el Aporte Extraordinario, y con ese dinero se hizo una parte del gasoducto y se dieron becas Progresar. Pero habría que haber trabajado un poco más. No es solo una discusión en Argentina, es algo más general en el mundo de cómo ante un impacto tan brutal se trata de equilibrar un poco entre quienes ganan y quiénes pierden.
- ¿Cómo convence al votante del Frente de Todos, teniendo en cuenta esta distribución regresiva del ingreso?
- Está claro que no estamos en el lugar que queremos estar. Pero hubo cosas que resultaron. La persona de la calle que nos está leyendo sabe que en su familia y la gente cercana está con más trabajo. Faltan los ingresos que no se han podido recuperar. Esa es la tarea que tenemos que lograr hacia adelante y darle dinamismo a los sectores que exportan. Argentina lo puede hacer y lo va a hacer. Para convencer hay que decir ‘es por acá’, con producción argentina, con empleo, ciencia y tecnología, con los pibes y pibas adentro. Sigo creyendo que el Frente de Todos es la fuerza política que tiene más claro esta agenda hacia adelante.
Tensiones en el acuerdo Mercosur-Unión Europea
- ¿Habrá alguna novedad o avances con respecto al acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea?
- Esperamos que sí. A partir de diciembre de 2019, la Unión Europea introdujo algunas modificaciones. Empezó a avanzar en el Pacto Verde, es decir, con las regulaciones a la producción en relación al medio ambiente. Hay que evaluar el impacto de estas reglamentaciones, que aún están escribiéndose, sobre nuestra canasta exportadora y otros sectores como el biodiésel. A su vez, ellos plantearon el splitting, que es otro cambio respecto a lo preacordado en 2019. Esto era un tratado de amplio alcance, con una pata política, la parte económica con el Tratado de Libre Comercio (TLC) y una parte de cooperación. Ahora ellos lo quieren dividir, que lo político y la cooperación vayan por otro lado, y que se apruebe más rápidamente el TLC. Por otro lado, también están escribiendo una side letter (una hoja adicional) sobre medio ambiente, que todavía no pudimos ver ese texto, y por último, estamos discutiendo lo que se denomina como “usuarios previos”, que son las empresas de cada uno de los países Mercosur que usan denominaciones de origen, por ejemplo, los casos de los nombres con los tipos de quesos. Estamos en una discusión, y ahí los europeos están siendo un poco agresivos a mi gusto. Nosotros también vamos a ser agresivos porque vamos a defender los intereses de las empresas argentinas.
Esas son las cuatro novedades del acuerdo. Hay una voluntad negociadora, nos parece que un acuerdo puede ser fructífero, siempre y cuando los equilibrios tomen en cuenta las diferencias que hay entre ambas regiones, y a su vez, que los equilibrios no sean modificados por novedades que vienen de un solo lado.
- ¿Estas cuatro novedades, hoy por hoy, están siendo un obstáculo para avanzar?
- No son obstáculos, pero están sobre la mesa. Son cosas concretas sobre las que hay que hacer estimaciones, por ejemplo, cuánto nos van a vender y cuánto nosotros a ellos.
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