Matías Lammens permaneció 36 horas en Mar del Plata. Encabezó una reunión con 25 representantes del sector privado local en el Torreón del Monje, conversó con el sector gastronómico en un café sobre una escollera de Playa Grande, acudió a un encuentro en Talleres Fútbol Club -una entidad deportiva que formó a Dibu Martínez- donde charló con dirigentes de veinte instituciones nativas, y cortó la cinta de reinauguración del Hotel 7 de la Unidad Turística Chapadmalal. En la recepción del hotel en que se hospedó le contaron que el verano pasado había sido la mejor temporada en la historia del establecimiento.
“Y creen que esta temporada van a tener un promedio similar”, dice el ministro de Turismo y Deportes de la Nación. La percepción de la recepcionista comulga con las primeras mediciones oficiales del Observatorio Argentino de Turismo (OAT), que pronostica para la ciudad balnearia una ocupación por encima del 80 por ciento y que proyecta para las próximas semanas indicadores similares. El pálpito, el semblante es auspicioso.
La temperatura acompaña y el termómetro social del sector devuelve sonrisas y gestos promisorios. La esperanza de que se vuelvan a repetir los registros del año pasado se consolida día a día. Lammens lo evidenció en su despliegue relámpago por La Feliz. El mismo día que pisó la ciudad, el Ente Municipal de Turismo de Mar del Plata informó que desde el 1º de enero al 31 de diciembre del 2022 arribaron 8.853.246 turistas, el número de ingresos anual más alto desde que se tienen registros. Récord histórico o récord de los últimos veinte años cuando se iniciaron los cómputos oficiales es un debate técnico: récord a todas luces.
“Se puede repetir -avizora Lammens- porque vamos a trabajar muy bien la temporada baja”. Las temporadas turísticas bajas son los meses privados de las ventanas vacacionales: los abril, los mayo, los agosto, los septiembre, los octubre, los noviembre, los diciembre. Mar del Plata tuvo en 2022 niveles de visita que experimentaron picos históricos desorbitantes: el mejor abril de los últimos diez años; el mejor mayo de los últimos siete; el mejor junio desde que se toman registros; el mejor julio de los últimos seis; el mejor agosto de los últimos 14; el mejor septiembre de los últimos siete; el mejor octubre desde que se contabilizan los arribos; el mejor noviembre de los últimos nueve y el mejor diciembre de los últimos siete.
El ministro asocia esta explosión turística al PreViaje, el programa de preventa turística que reintegra el 50% del valor del viaje en crédito para utilizar en consumo. Hubo tres ediciones -y habrá una cuarta- en las que seis millones de personas generaron un impacto económico en el sector turístico cercano a los $200 mil millones, según informes oficiales de la cartera turística. “Era todo un desafío porque es una temporada que no tuvo PreViaje: era difícil poder mantener el nivel de actividad sin el programa y creo que lo hemos logrado”, expresa mientras toma un café en el hall del Hotel Costa Galana en un paréntesis de su agenda.
Para el período estival de 2023 no hubo PreViaje, una acción política que surgió como recurso para paliar la profunda caída del sector producto de la pandemia de covid-19 a mediados de 2020. “El mundo del turismo vivió la crisis más importante de la historia -recuerda Lammens-. El turismo, una de las industrias más fuertes del globo, genera a nivel mundial casi 10 puntos del PBI. Hay países que tienen 14, 15 puntos de incidencia del PBI vinculados al turismo. De repente fue un freno de mano, facturación cero. Hoteles cerrados, restaurantes cerrados. Había que ser muy ingenioso. Hicimos algo de lo que me enorgullezco: vendimos futuro. Empezamos a vender viajes que iban a suceder. El primer PreViaje decía ‘comprá ahora para viajar dentro de cuatro meses’ cuando no haya pandemia”.
El funcionario dice que en temporada alta no “tiene sentido seguir estimulando la demanda”: por eso no se instauró el programa para los primeros meses del año. “Va a quedar como una política pública para que no haya baja temporada en Argentina, que fue un caso emblemático en el turismo internacional porque fue el único país que no tuvo temporada baja”, refuerza. Habrá una continuación: una cuarta edición que revestirá los mismos lineamientos que los precedentes. “No habrá modificaciones en cuanto al formato original. Va a ser mucho más masivo que el 3, más similar en los números al 2. La idea es que sea para viajes entre mayo y junio, y lo estaremos lanzando en marzo”, anuncia.
La articulación del relanzamiento del programa atañe los meses de franco descenso de la actividad. No es antojadizo: “Queremos que en los meses que no haya una caída en los meses de muy baja actividad turística. Eso le va a posibilitar al sector tener una facturación uniforme. Le dará un marco de previsibilidad y de facturación estable que les permitirá tomar decisiones con mayor precisión y mantener la nómina laboral durante todo el año. Ya no habría empleo temporal y eso sería una buena noticia”.
La búsqueda, en esencia, es desestacionalizar la demanda e incentivar la actividad turística durante los doce meses del año: una perspectiva, tal vez utópica, que deje demodé el concepto “temporada alta, temporada baja”. La visión no es nueva ni le pertenece: los consumidores asumen la instauración de un paradigma renovado y los empresarios se adaptan a una nueva dinámica. “Cambió el hábito de vacacionar de los argentinos: son períodos más cortos, más escapadas durante el año y eso claramente se refleja en los números de ocupación”, dice Matías.
Se conjugaron un cúmulo de situaciones proclives. Una práctica demográfica y cultural de mayores desplazamientos, de más gente dispuesta a emprender excursiones turísticas -el año pasado se registraron cincuenta millones de viajes en el país-, de una demanda reprimida producto del confinamiento en pandemia, de una avidez general por viajar que, dice Lammens, la cartera interpretó para adoptar una posición proactiva: “Hemos puesto herramientas a disposición para que eso suceda. Hubo un rol muy activo de parte del Estado para que eso pase. Hemos empujado ese deseo”.
A su vez, no le asigna una incidencia relevante a las familias que cambiaron viajes al exterior por desplazamientos internos: la brecha cambiaria, impedimento bisagra. Para Lammens no es un factor determinante: “Si mirás la serie histórica del tipo de cambio, hubo momentos en los que Argentina estuvo inclusive más barato en términos internacionales y no tenías este movimiento interno. Estamos hablando de la mejor temporada en Mar del Plata en los últimos veinte años. En ese tiempo hubo momentos en los que el dólar también estuvo caro. No tiene que ver solamente con el tipo de cambio. Eso sería minimizar un fenómeno que está sucediendo: muchos argentinos viajando por Argentina durante todo el año”.
Aduce que el turismo es el sector lidera la creación de empleo en los últimos 16 meses, con el PreViaje como interventor efectivo del crecimiento. “Es un programa que recupera gran parte de lo que el Estado invierte y que tiene un beneficio muy importante del que se habla poco: formaliza a un sector que históricamente tuvo mucha informalidad”. Agrega que el redistributiva, federal y con un impacto eficiente en el gasto público: “Recuperás 83 pesos de cada 100 que invierte el Estado en impuestos directos e indirectos”.
Presume haber ejecutado una herramienta reconocida en todo el mundo: “Fuimos premiados por la Organización Mundial del Turismo y copiados por otros países”. “Fue un logro de gestión porque fue creativo, disruptivo, porque fue una forma también de reactivar a un sector, de poner a facturar a un sector cuando todavía ni siquiera podía ofrecer su producto. Pero lo que también hcimos fue romper con un montón de mitos, de prejuicios, de silenciar a los que dicen que el Estado no funciona, es ineficiente, los que hablan de la burocracia estatal, que decían que a la gente no le va a llegar la tarjeta o que cuando llegue no va a tener crédito”. Hubo seis millones de beneficiarios y 91% de aprobación entre los usuarios.
“El PreViaje es una de las pocas políticas públicas que atravesó la grieta -define-. Empresarios de todos los espectros ideológicos halagaron mucho el PreViaje y la gestión. Los gobernadores Gerardo Morales y Rodolfo Suárez hablaron tan bien del programa como los oficialistas. Eso pasa poco en Argentina. Las reuniones mensuales con los ministros y ministras de las 24 provincias parece un parlamento nórdico: hay diferencias que se exponen pero todo se dirime en un ámbito de cordialidad”.
De las devoluciones que más lo sorprendieron subraya una que escuchó en una entrevista en un canal de televisión no afín a la ideología del gobierno actual. “Fue una nota a Patricia Bullrich de hace no tanto -recuerda Lammens con una sonrisa en la memoria-. Le preguntaron si había algo para rescatar del gobierno. ‘Bueno, lo del PreViaje es interesante’. Me pareció lindo”. Distingue que existe un reconocimiento a su gestión -aunque sea tácito o en silencio- de todo el arco político y considera que es justamente lo que lo convierte aún, 37 meses después de haber asumido el cargo, en uno de los sobrevivientes de la presidencia de Alberto Fernández.
Él, Wado de Pedro en el Ministerio del Interior, Tristán Bauer en Cultura, Juan Cabandié en Ambiente, Gabriel Katopodis en Obras Públicas y Santiago Cafiero, que pasó de ser jefe de gabinete a ministro de Relaciones Exteriores, son los seis ministros que subsisten desde diciembre de 2019. “Con Kato hacemos un chiste y decimos que somos los sobrevivientes, que vamos a llegar al 10 de diciembre con barba y pelo largo -bromea-. A mí lo que me sostiene, al final del día, es la gestión. No tiene que ver con un padrinazgo político sino con un reconocimiento a la tarea. Si no hubiera hecho una buena gestión en estos tres años seguramente no estaría acá. Me hace sentir muy orgulloso”.
Lo que le deparará este año político, el último de su mandato, es una incertidumbre. Asegura que no desea hacer especulaciones electorales porque “sería de mal gusto” y describe que el escenario “está poco claro”. En las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias del 11 de agosto de 2019, se había presentado como precandidato a Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires por el Frente de Todos. En las PASO obtuvo 616.906 votos, un 31,93% de los sufragios. En las elecciones generales del 27 de octubre, elevó su porcentaje a 35% de los votos: 690 mil porteños lo votaron. Fue el segundo más votado por detrás de Horacio Rodríguez Larreta y el mejor opositor desde que el PRO gobierna la ciudad.
No sabe aún si desea volver a presentarse como candidato a Jefe de Gobierno porteño o si decide volver al sector privado. Tiene pocas precisiones en lo inmediato: “Si me tocara tener alguna participación en las elecciones, en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires donde siempre tengo un ojo puesto, me gustaría desde algún lugar protagónico o no ayudar a que la ciudad y que el país esté mejor, que fue lo que me decidió por meterme a la política en 2019. Pero sino no tengo ningún problema durante algunos años salir y volver al ámbito privado, a mi empresa, a los desafíos que tenía y a las funciones del ámbito privado. Hasta creo que puede ser sano. Muchas de las cosas destacadas que hicimos en la gestión tienen que ver con haber tenido una mirada de empresario pyme, de entender lo que le pasa a un empresario pyme nacional”.
Seguir leyendo: