Alberto Fernández invitó a Xi Jinping a la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que se hará en Buenos Aires el próximo 24 de enero. Desde Beijing se informó por canales extraoficiales que Xi no descarta su participación en el foro regional, un escenario diplomático que le permitiría al líder chino fortalecer su estrategia geopolítica en América Latina.
Xi diseñó una hoja de ruta que implica conceder créditos blandos, construir obras de infraestructura y abrir los mercados chinos para profundizar la influencia de Beijing en la región, pese a los mecanismos de contención militar y comercial que está ejecutando Joseph Biden desde la Casa blanca.
En este contexto, la invitación de Alberto Fernández a Xi juega a favor de las intenciones geopolíticas de China. Xi mantiene relaciones profundas con los regímenes de Cuba, Nicaragua y Venezuela, está negociando un Tratado de libre Comercio con Uruguay y celebró la llegada de Lula da Silva al Palacio del Planalto.
Xi tiene una agenda privilegiada con Argentina -concedió un swap por 18.500 millones de dólares-, firmó la construcción de dos centrales nucleares, definió una voluminosa línea de crédito para financiar las represas hidroeléctricas y pretende participar del negocio de las comunicaciones a través de su tecnología de Quinta Generación.
Entonces, si finalmente el jefe del régimen comunista vuela hasta Buenos Aires, su agenda bilateral podría incluir no sólo a la Argentina. Xi mantendría reuniones con Lula, Nicolas Maduro, Daniel Ortega, Miguel Díaz-Canel y Luis Lacalle Pou, entre otros mandatarios que participarán de la cumbre de la CELAC.
“Tengo el agrado de dirigirme a usted a fin de invitarlo, en carácter de invitado especial, a participar de la VII Cumbre de Jefas y Jefas de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que tendrá lugar en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el día 24 de enero de 2023″, escribió el presidente en la carta que envío a Xi a principios de diciembre.
Y concluyó: “Esperando contar con su distinguida presencia en el citado encuentro, hago propicia la ocasión para reiterarle las seguridades de mi más alta estima”.
Alberto Fernández considera clave la relación bilateral con China. Durante su visita a Indonesia por la cumbre del G20, el presidente tenía agendada una reunión oficial con Xi. Pero antes que eso ocurriera sufrió una gastritis erosiva con sangrado que lo obligó a una internación por más de seis horas.
En su habitación del hospital público de Bali, sedado y dolorido, Alberto Fernández se resistía a cancelar el cónclave oficial con Xi. “Viste que Diego (Armando Maradona) tenía el tobillo a la miseria y siguió jugando. Bueno: dame lo que sea para que yo también siga jugando. No voy a suspender la reunión con Xi. Para mí es muy importante”, le dijo el jefe de Estado a su medico Manuel Estigarribia.
Estigarribia cumplió los deseos su paciente, y Alberto Fernández junto al secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello, y la portavoz Gabriela Cerrutti, abandonaron el modesto hospital de Bali y se dirigieron al hotel cinco estrellas Muliá. Allí se iban a encontrar con Xi y su comitiva.
En esa reunión de veinte minutos, el líder comunista confirmó a Alberto Fernández que Argentina tenía libre disponibilidad para usar 5.000 millones de dólares del swap concedido por China. Esa voluminosa cifra se podía utilizar para el comercio exterior y al margen de la relación bilateral entre Buenos Aires y Beijing.
El Presidente conoce los reclamos de Estados Unidos respecto a la ofensiva diplomática que ejecuta Beijing en la región, pero considera que Xi puede facilitar el desarrollo económico del país a través de su proyecto Ruta de la Seda. Además de permitir que Argentina ingrese a los BRICS, un foro multilateral que integran Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.
Si Xi puede despejar su agenda local, jaqueada por una nueva ola mortal de COVID-19, el 23 de enero llegaría Buenos Aires para mantener un encuentro formal con Alberto Fernández y, al día siguiente, participar de la Cumbre de la CELAC.