Al filo de 2023, con el oficialismo más dividido que nunca, las proyecciones del Gobierno indican que habrá una competencia interna feroz en el Frente de Todos, y Alberto Fernández decidió que no puede darse el lujo de perder tiempo si quiere sostener su plan de reelección, especialmente frente a la resistencia del ala kirchnerista. Consciente de que todos los virtuales candidatos empezarán la carrera proselitista muy temprano, el primer mandatario no se tomará vacaciones, y proyecta un enero cargado de actividades de tinte electoral.
El sábado, Alberto Fernández hará un breve paréntesis en la agenda oficial por Año Nuevo, aunque no irá a la residencia vacacional oficial, en Chapadmalal, como sí lo hizo en Navidad. En cambio, se quedará en Olivos, junto a la primera dama, Fabiola Yáñez, y su hijo Francisco. Será lo más conveniente, por temas logísticos: al día siguiente debe viajar a Brasilia, donde planea empezar el año electoral en la asunción de su aliado regional, Inácio Lula da Silva.
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Si bien las listas para las PASO no cierran hasta mayo, desde diciembre Alberto Ferenández y su círculo se preparan para tomar las riendas de la campaña con la máxima antelación. Así, el entorno del Presidente armó dos viajes para los primeros días de enero, al regreso de Brasil. El primero será a Misiones, provincia del norte gobernada por un aliado circunstancial, Oscar Herrera Ahuad, de donde es oriunda la primera dama, Yáñez, que lo acompañará en la visita. Desde Posadas, buscará mostrar su interés por el federalismo, en plena pelea con la Ciudad de Buenos Aires por la coparticipación, al igual que en Santiago del Estero, al comienzo de esta semana, junto a Gerardo Zamora, que terminó dándole apoyo a su estrategia de pago en bonos.
Para el resto de enero, el primer mandatario organizó una agenda cargada de recorridas. “El plan es hacer un día interior, y dos conurbano”, dicen en la Casa Rosada. Así, después de pisar tierras coloradas, el 5 de enero el Presidente visitará la temporada estival de la popular Mar del Plata, la ciudad donde en 2019 cerró su campaña junto a Cristina Kirchner, con quien hoy prácticamente ya no tiene diálogo.
Estará en el Palacio Unzué, donde hará un “anuncio importante en materia de infancias” acompañado por la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, armadora en el territorio bonaerense; y su par de Obra Pública, Gabriel Katopodis, que nutre la agenda presidencial con inauguraciones, tanto en la Provincia como en el interior. “Se va a anunciar la puesta en valor del palacio histórico sobre la costanera de Mar del Plata, algo muy esperado para el sistema de la niñez en la Argentina”, dijeron en Gobierno.
Coincidirá, en “La Feliz”, con Daniel Scioli, el embajador en Brasil, que allí juega de local. El ex motonauta usa sistemáticamente los veranos del escenario marplatense para mostrarse. Y esta vez, especialmente porque también se prepara para copetir el año que viene, no será la excepción. Por ahora no tienen agenda conjunta, pero hablarán sobre dónde y de qué manera coincidir durante la asunción de Lula. Por lo pronto, el ex candidato presidencial en 2015 planea una serie de visitas vinculadas a la “agenda productiva”. Irá a una empresa que exporta langostinos a Brasil, al muelle donde trabaja una empresa de buques, y posiblemente a la sede de la compañía de alfajores Havanna, entre otras actividades.
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En el ámbito de la administración nacional, Alberto Fernández viene de enfrentar una nueva seguidilla de renuncias del gobierno, que se sucedieron en el anteúltimo día de un 2022 atravesado por el goteo de funcionarios de distintos rangos. Aunque esta vez las salidas no fueron tan resonantes como la de Martín Guzmán (Economía), Juan Zabaleta (Desarrollo Social) o Jorge Ferraresi (Vivienda) -por nombrar algunos-, las renuncias forzaas, por distintos motivos, de Victoria Donda; del titular de la Oficina Anticorrupción, Félix Crous y del titular de la Casa de la Moneda, Rodolfo Gabrielli sacudieron la víspera del nuevo año.
El Presidente, debilitado por cada abandono, quiere evitar nuevos cimbronazos de ese tipo en 2023, pero es seguro que deberá enfrentar, al menos, uno más. En enero, entre recorridas, el primer mandatario se verá obligado a preparar el terreno para la ausencia inminente de su jefe de Gabinete. Juan Manzur avisó hace meses que regresa a Tucumán para hacer campaña en las elecciones locales. Competirá como candidato a vicegobernador de Osvaldo Jaldo, su ex rival en la interna, con quien el ex ministro de Salud de Cristina Kirchner selló este año un pacto político que le conviene a ambos. El cacique del norte planea usar un eventual triunfo en sus tierras -que da por descontado- para postularse para la presidencia como representante del interior profundo (aunque aún teje acuerdos para lograr el apoyo del resto de los gobernadores).
Alberto Fernández, que dice no renegar de las aspiraciones del jefe provincial para sucederlo, no tuvo más remedio que aceptar su salida. Pero le pidió que en lugar de renunciar, se tome licencia, y regrese al Gobierno a mediados de año, una vez finalizadas las elecciones locales. Una ecuación que no está en los planes de Manzur, por lo cual se proyectaría un desencuentro entre ambos que tendrá su desenlace, a más tardar, en los primeros días de febrero. Los primeros días del año serán elocuentes sobre el rumbo que llevará el 2023 para Alberto Fernández, entre la campaña para unas elecciones con internas calientes, su posicionamiento internacional, y los problemas de la administración del Estado en plena crisis política y económica.
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